martes, 5 de julio de 2011

FERIA DE SAN FERMIN 2011: Los Sanfermines, con su eterno imán

Fiel a su estilo, el abono de la Feria del Toro se echa a rodar sobre sus ejes clásicos: Pablo Hermoso, El Juli, ocho corridas monumentales y un público volcánico
El Juli, un fijo al igual que Pablo Hermoso de Mendoza en el abono pamplonica
Barquerito

PAMPLONA, Navarra.- Los sanfermines taurinos se adelantan al chupinazo, según uso en vigor hace trece años. A las ocho de la tarde/noche del 5 de julio, día de labor en Pamplona, el abono se abre con una novillada de noveles relevantes –el malagueño Saúl Jiménez Fortes, el mexicano Sergio Flores y el madrileño López Simón- y una ganadería también nueva y debutante en sanfermines, la de El Parralejo, creada con vacas y sementales de Fuente Ymbro. Es curioso por insólito el dato de que Mary Fortes, la madre de Saúl Jiménez, toreara en Pamplona de novillera dos veces y en tiempos difíciles: 1976 y 1977.

Su carisma de torero de la tierra –navarro de Estella, y navarro militante-, y el genio tan singular de Pablo Hermoso de Mendoza dieron en 1998 carta de naturaleza a la corrida de rejones dentro de la Feria del Toro, que es el título genérico e intencionado del abono de Pamplona. Desde 1999 la corrida de rejones es espectáculo fijo del día 6. Pablo Hermoso y dos más, como quiere el dicho taurino que retrata la autoridad de un nombre. Sólo que uno de los otros dos, Sergio Galán, se ha hecho en el cartel con puesto fijo por propios méritos –su tarde del 6 de julio en Pamplona es un año tras otro la cumbre de su temporada- y las vacantes se quedan en una. La ocupa un aspirante a sucesor de Pablo Hermoso: Roberto Armendáriz, navarro de Noain, en la cuenca de Pamplona.

Se tiene la certeza de que Hermoso, incansable, cada vez más riguroso y depurado como torero y en continuo refresco de su cuadra fantástica, va a seguir reinando, asombrando y llenando plazas unos cuantos años más. La única duda estriba en saber si la corrida de rejones se mantendrá dentro de la Feria del Toro el día en que Pablo decida descansar o retirarse. Tal decisión se antoja como un futuro remoto.

La Feria del Toro no es “ni corta ni larga”, según sentencia socarrona de uno de sus organizadores. “Para que no llegue a cansarse ni a quedarse con ganas nadie”. Ocho corridas de toros después del doble preludio de la novillada y los rejones. Las ocho sirven para dos funciones de pareja importancia: el encierro matinal, que es mayor acontecimiento, y, desde luego, la tauromaquia convencional. La doble función convierte a los ganaderos en protagonistas de esa mayúscula fiesta que son los ocho días y medio de San Fermín.

Veintitrés matadores ocupan los veinticuatro puestos de la feria. Repite tarde solamente El Juli, cuya presencia por partida doble en dos carteles sostenidos y llenos gracias a él satisface a quienes reclaman que en una feria de primer rango el papel mayor corra por cuenta de una gran figura y, de paso, pone en cuestión la ambición y el carácter de toreros que, como Manzanares o Talavante, se pretenden del mismo nivel. Ponce y Morante, con la carrera hecha, son ausencias de otro cariz. El Cid, Sebastián Castella, El Fandi y Miguel Ángel Perera son, entre los toreros de todas las ferias, los únicos cuatro que nunca ha renunciado ni parecen dispuestos a renunciar al compromiso siempre exigente de Pamplona, donde toca el toro armado y grande, de un lado, y, de otro, un público abigarrado y casi tan protagonista como el toro que demanda diligencia, valor, inteligencia, recursos, gestos, brevedad con la espada y sentido del espectáculo. Todo a la vez. Cuando se entrega, el público de sanfermines, tanto el de las ruidosísimas peñas de sol, devoradas y amortizadas por su propio fragor, como el bastante más disciplinado de sombra, lo hace con una efusividad volcánica. Una apoteosis en sanfermines no tiene parangón taurino: la propicia el ambiente de circo romano tan del sol de Pamplona.

Cuatro de las ocho ganaderías de la Feria son fijas desde 2005: Miura, Cebada Gago, Dolores Aguirre y Fuente Ymbro. Miura es, con Torrestrella, el hierro decano del abono y una de sus señas de identidad. Puede formularse que quien no haya visto una de Miura en Pamplona no sabe lo que es una corrida de Miura. Torrestrella ha estado castigada durante un tiempo, pero seis años después vuelven los toros de los herederos de don Álvaro Domecq a uno de sus feudos.

La idea del toro bravo moderno está basada en los inventos como criador de don Álvaro, que fue, dentro del encaste Tamarón-Domecq, un heterodoxo y, por tanto, un renovador. La fecha del 7 de julio, tan simbólica, se ha reservado esta vez para el retorno de los torrestrellas a Pamplona. En el cartel, encabezado por un matador tan joven como Rubén Pinar, dos debutantes en San Fermín: el mexicano Arturo Saldívar, más que valiente en dos tardes del pasado San Isidro, y el sevillano –de Camas- Esaú Fernández, que fue revelación de la Feria de Abril. Hay un tercer matador debutante: el madrileño Alberto Aguilar, embarcado este año en la arriscada tarea de matar las corridas duras en las grandes ferias.

Por lo demás, están anunciados clásicos de San Fermín tan incombustibles como Juan José Padilla, Francisco Marco, Antonio Ferrera o Salvador Cortés; Rafaelillo con sus queridos miuras; la novedad de Serafín Marín para matar por primera vez en su vida una de Miura, pero la de Pamplona; también novedad pero relativa son Curro Díaz, Iván Fandiño, que se confirma como torero de ferias, y Daniel Luque; se ha repescado tras cinco años de ausencia a César Jiménez, encarecido tras dos notables tardes de mayo en Madrid; vuelve a Pamplona al cabo de doce temporadas Juan Mora, que es torero muy querido en Pamplona; predilecto del sol, Joselillo volverá por cuarto año consecutivo a pelear fieramente con dos toros gigantes de Dolores Aguirre. Morenito de Aranda y David Mora, en fin, se jugarán con la corrida de Cebada Gago casi el ser o no ser, o sea, el seguir siendo.

Victoriano del Río y El Pilar pueden asentarse como hierros fijos de la Feria, si se cumplen los pronósticos y mantienen su regularidad. Núñez del Cuvillo cierra el día 14 el desfile de divisas. Seis horas antes del clásico “¡Pobre de mí!”, que quiere decir que la fiesta ha terminado.

¿La crisis? En la Pamplona taurina, vendido íntegro el abono, apenas será perceptible. Una tarde tras otra se tendrá la impresión de que las casi 20.000 localidades de la plaza están vendidas y ocupadas. ¿El tiempo? Muy variable. Parece que habrá más de una tarde ventosa.

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