BARQUERITO
En 1936, tal día como ayer le cortó en Pamplona las orejas y el rabo a un toro de Clemente Tassara un torero fundamental llamado Domingo Ortega. Ortega –manos rugosas de labrador- era natural de Borox, un pueblo fronterizo entre Toledo y Madrid que no habría pasado a la historia de no ser por Domingo Ortega. Ortega está en la historia como uno de los toreros más poderosos de todas las épocas, y en especial de la suya, entre 1931 y 1936. Diez días después del rabo de Pamplona, estalló la Guerra de España. Las tres temporadas taurinas del 36 al 39 fueron raquíticas. Aquel triunfo de Pamplona fue a su manera como el canto del cisne. Los toros de la posguerra eran otros y con ellos se abrió otra época: la de Manolete. Y Pepe Luis Vázquez.
Azares del destino: ayer torearon en Pamplona dos toreros de Borox. Uno, David Mora, mató dos toros muy astifinos de Cebada Gago, le hirieron los dos poco antes de doblar y con los dos triunfó “el torero de Borox”, como casi en cantinela se decía de Domingo Ortega. El otro torero de Borox –con acento en la segunda o- iba en la cuadrilla de Mora: José Ignacio Rodríguez “El Puchi”, que estuvo, como suele, perfecto, porque es un banderillero de los que no se ven pero lo hace bien todo. El Puchi se plantó de novillero, quién sabe por qué.
Diez años más joven que El Puchi, David Mora, que sorprendió como novillero de corte artístico en sus comienzos, resistió en la carrera. Sus cinco temporadas de matador de alternativa han sido de pelea. De pronto, se ha abierto un claro grande, como los cielos azules de Borox. Se le ha dado siempre bien Madrid, y este año mejor que nunca. Le andaba rondando un triunfo en Pamplona y fue justo la tarde en que se cumplían 75 años del rabo de Ortega. Éxito sellado con sangre, pero no sin el amparo de la Providencial: la triple cogida del sexto toro pudo haber sido, si no fatal, muy grave. Una cornada en una axila. Hay cornadas que son medallas: por ejemplo, ésta.
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