sábado, 23 de julio de 2011

TERCERA CORRIDA DE ABONO - FERIA DE SAN JAIME EN VALENCIA: Manzanares se divierte, pomposo Ponce, sufre un poco El Juli

Corrida desigual de los Hernández Escolar. *** Con lote y ambiente a favor, triunfa fácil Manzanares. *** El Juli se atraganta con un toro incierto. *** Ponce no remata una faena mayor.
Tarde de triunfo discutido el del torero alicantino José María Manzanares, frente a un encierro muy disparejo de Domingo Hernández, junto a Ponce y El Juli.
BARQUERITO

POR DELANTE SALIERON tres toros con el hierro de Domingo Hernández. El primero era lo que la gente del campo llama un gato; y el tercero, otro. El segundo, más lleno y frondoso, ancha popa, fue de otra forma y de otra manera. El primer gato lo fue de Angora o peluche: sigilosa mansedumbre, pero tomó tres varas –una doble en el terreno propio y una tercera de propina entre las puertas de toril y arrastre- y tan tranquilo; suelto de suertes, persiguió en banderillas con galope de irse y no de cazar. Ponce brindó al público y todavía lo estaba sobando –o acariciando al gato- cuando el toro renunció. Como jugar con un ovillo sobre una alfombra. Injustamente largo un trasteo sin fondo. Se oyó el “¡Mátalo!” de castigo. Media estocada trasera y tendida, y un descabello.

El gordinflón segundo, de quilla badanuda, astifino y cornicorto, no se dejó seducir ni por el siempre severo capote de El Juli, cobró tres varas –una segunda, traserísima, y la tercera, en la puerta y al relance-, se distrajo tanto que provocó un corito de palmas de tango y se vino con ganas en banderillas. Eso no se lo esperaba nadie. De aire boyancón como los toros carnosos, fue de mucha pereza. El Juli, determinado, lo enceló en seis muletazos mandones y bellos de apertura, se lo sacó a los medios y ya no le dejó volver ni a tablas ni siquiera a rayas. Fue faena de mucha destreza, porque el toro se iba por sistema del segundo muletazo pero no se pudo ir del todo. Y la ciencia fue ésa. Se arrancó más y antes El Juli que el toro. Un final rampante, de ingenios variados: trincheras resueltas en molinetes, toreo a pies juntos por alto y, como aquello era de golpe una fiesta, hubo un clamor, que se apagó cuando El Juli pinchó en la suerte contraria sin terminar de pasar. Una estocada trasera y tendida enseguida.

El otro gato, el tercero, llevaba un toro en la barriga. No tenía en la cara el menor respeto: cornicorto, brocho y romo. Escurrido, largo y estrecho. Cero en trapío. Lo protestaron de salida, salió planchado de dos puyazos y, sin embargo, empezó a meter la cara con ganas. Y a descolgar, porque las hechuras se prestaban. La gresca de fondo se tornó pasión torera en cuanto Manzanares le pegó tres muletazos de empaque y ritmo al toro que llevaba dentro el gato o viceversa. Se arrancó la música y ya fue otra película. A suerte descargada, de fuera adentro y sin soltar toro Manzanares con la diestra; mejor con la izquierda y con los vuelos de la muleta, embraguetado, ligando sin duelo. Parecía el toro otro también: tenía su fondo. Una estocada caída en la falsa suerte de recibir, que ha dejado en el caso de Manzanares de ser un recurso para convertirse en espectáculo.

Luego de la interminable merienda, saltó el primero de los tres de Garcigrande. Ancho y gacho, más grandullón que ofensivo, parecía con sus 555 kilos el abuelo del recién arrastrado. Fue de sumisión pastueña, cuerda dócil y repulidas embestidas. Ponce dio con la tecla: traérselo sin engancharlo pero a muleta desplegada y mecida, redondear en arco hacia dentro, tapar y girar: envuelto, el toro se sometió como un regalo. Había habido un desarme en el primer vis a vis. Pero después fue un coser y cantar monorrimo, porque cada tanda fue igual que la siguiente y que la previa. Con sus pausas. El circular completo abrochado con el cambio de mano, los cambiados de temple pero echándose muy afuera el toro. Y el final obligado de ese circular cambiado en ortopédica postura que pretende entrar en el repertorio como poncina. Un cantazo en el ojo. La gente, encantada. Un pinchazo, media, un aviso, dos descabellos.

El quinto fue el toro malaje de la corrida, porque, sin llevar gatos en la barriga, se afligió, se metió o topó, tiró cornadas y hasta con los cuartos traseros estuvo a punto de hacer tropezar a El Juli. Lo tuvo a tiro debajo dos veces. El toro manseó escupido del caballo –de uno a otro-, se dolió de una vara trasera y tenía un punto de agresividad de bravucón. El Juli se precipitó. Como si le hubiera comprometido un brindis al público. Encogido antes de escupirse, no estuvo nunca el toro en el engaño, El Juli sufrió hasta dos desarmes y casi tres; más que faena hubo pelea. A la voz El Juli, nervioso esta vez. Dos pinchazos, cinco golpes de descabello.

El sexto, lampiño y astifino, largo, salió con aire de bondadosa mansedumbre y no engañó a nadie. ¿Se puede hablar de la honradez de un toro? Pues éste, que fue, como todos los de su condición, muy sencillo. Incluso ya rajado del todo, junto a tablas, hasta ahí fue sencillo el toro. Manzanares anduvo muy desenfadado. Preciosas trincherillas de remate de tanda; poder y largura al torear al natural; más recompuesto y menos templado con la diestra; efectista en los circulares; pero inspirado en un golpe final de cierto genio porque ligó en un haz un cambio de mano con un molinete sevillano a pies juntos, el del desdén, el de pecho y un desplante. Y eso no se ve todos los días. Con el toro recostado contra las tablas, rajado sin freno y a punto de echarse, Manzanares volvió a cargar en la presunta suerte de recibir –siempre la escopeta cargada, la espada por delante- y no perdonó la arrancada del toro. No se sabe si la estocada fue de ley.

FICHA DEL FESTEJO
Tres toros de Domingo Hernández, jugados por delante, terciados los tres, y tres de Garcigrande (Concha Escolar), que tuvieron más plaza. Corrida muy desigual. El tercero, protestadísimo por falta de trapío, tuvo fondo bravo y fue aplaudido en el arrastre. Cuarto y sexto fueron muy bondadosos. El quinto, encogido y algo artero, protestó con genio. Mansitos y manejables los dos primeros.
Enrique Ponce, de tabaco y oro, silencio y saludos tras un aviso. El Juli, de carmesí y oro, saludos en los dos. José María Manzanares, de gris marengo y oro, una oreja tras un aviso y una oreja.
Notables en banderillas Luis García, Juan José Trujillo y Luis Blázquez.
Valencia. 5ª de feria. Lleno. Entoldado, templado.

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