Este año los últimos dos domingos son Nochebuena y
Nochevieja. Días muy especiales en este país, días de familia, de comilonas, de
alegría, también habrá ribetes de tristeza, de ausencias, en definitiva: cada
persona, o cada familia, es un mundo aparte. Pero lo normal es que tanto la
noche del 24 como la del 31, las teles y las radios cambien radicalmente la
programación habitual.
Lógico: son villancicos, son racimos de uva, son cenas
familiares, o de amigos, o de soledad, o también habrá que ni quiera ni pueda
cenar. El problema al que yo me enfrentaba era extraño. Esas dos noches no hay
programa de toros en directo; y cuando ha sucedido así nos hemos echado en
brazos del descanso. Pero luego caímos en que el programa de los toros en la
SER y Radiolé se emite en las tardes del domingo en Ecuador, en México y en
Colombia. Y allí no se cambia la programación. Por tanto, hemos tenido que
grabar los dos espacios. Y ha sido algo muy novedoso.
Verán: aquí en España ni el 24 ni el 31 se darán
en la radio; pero sí en ese montón de sistemas por los que se pueden escuchar
independientemente de la radio. Pero ya le haré la lista para que no se los
pierda.
Dos programas diferentes y muy cuidados. En el
primero, el del 24, una entrevista de una hora que hice al maestro Marcial
Lalanda en el año, atención, 1984. Una hora para no perderse nada. Marcial fue
siempre muy afectuoso conmigo, le caía bien y me permitía muchas cosas, incluso
que discutiéramos en lo que él llamaba “las saludables discusiones taurinas”.
La media hora última es una delicia con un personaje que si no lo conocen, parece
serio y seco, pero que ya verán qué personalidad y qué sentido de la claridad
tiene. Se trata de Pablo Lozano. En la entrevista hay una sorpresa final que no
voy a desvelar pero que es muy divertida.
Para la noche del 31, Nochevieja, cuarenta minutos
en mano a mano (ellos no tenían ni idea de que iban a hablar juntos) entre dos
taurinos posiblemente del mayor nivel. Y todo improvisado. Son José Antonio
Chopera y José Luis Lozano. Para no perderse ni un minuto de dos grandes
taurinos. Radio de altura taurina. Luego, tiempo para Victorino Martín; y otra
entrevista, ojo a lo que dice, con Diego Ventura. Todo muy vivo. Y la media
hora final sólo podía ser para rememorar a Iván Fandiño en la única entrevista
que ha concedido Néstor, su apoderado, su amigo, más que su familia. Ya
buscaremos la fórmula de que no os la perdáis en España.
MÉXICO NECESITA UNA TRANSFUSIÓN DE
BRAVURA
La actualidad o, mejor dicho, la actividad está en
América. Ese México con tantísimas plazas, con tanta afición, con tantos
toreros, con tantas ganaderías pero también con tan bajita raza que al final se
traduce que en ocho toros acabe embistiendo sólo uno. Y todo es (allá y aquí)
falta de raza. Y si no hay raza no hay emoción y si no hay emoción no hay
Fiesta: hay siesta, que es todo lo contrario. Lástima porque México tiene casi
todo lo demás en lo taurino. Toreros, ganaderías, afición… pero hace falta una
transfusión (¿dónde está el surtidor?) de bravura, de tensión, de espectáculo,
de lo contrario: al sopor. A veces olvidamos que esta es, y por eso se llama
así, la fiesta de toros. A ser posible con mayúsculas.
Mira una cosa. Para ser aficionado primero te
tiene que interesar el toro y eso no es hacer de menos al torero. Al contrario.
La categoría del que se viste de luces es directamente proporcional a la
importancia del toro que tiene enfrente. Y esto lo deben de tener en cuenta
todos. El empresario para que vaya el público, el torero para que no se vaya el
público y el aficionado que pasa por taquilla para volver a la corrida
siguiente.
A algunos no le gustará que la afición que pasa
por taquilla sea exigente. Pero ahí es donde las cosas funcionan. En Madrid
está la Asociación “El Toro”. Y como son aficionados viven, anotan y aconsejan
lo que entienden que merece una plaza como la de Madrid. Cada año hacen una
relación de ganaderías muy clara. A) Las que deben debutar o seguir lidiando en
Madrid. B) Las que no merecen estar en Las Ventas. C) Hay una lista negra y
otra blanca. Los que colocan en la primera no deben estar o no deben volver.
Los que están en la lista blanca o han mejorado o mantienen las virtudes que
debe tener el toro. Y así cada temporada esto va variando según lo visto en la
plaza. La lista negra se puede abandonar y la blanca también pero todo ello
debe estar justificado por el juego positivo o negativo de las ganaderías a su
paso por Madrid. Estos son aficionados y tienen su criterio. Que ya es
importante aunque haya gente que no coincida con ellos. A mí me gusta el
sistema y que el que pasa por taquilla diga por qué va, o no, a ver una
corrida.
LA IMPAGABLE LABOR DE LOS MÉDICOS
TAURINOS
Me gustó mucho, escuchando en la SER, a otro gran cirujano taurino, Enrique Crespo Rubio, ver cómo los médicos taurinos siguen sacándoles las castañas del fuego a los toreros. Sus ángeles de la guarda avanzan sin que las figuras hagan un gran festejo taurino para una cátedra de cirugía, para que los milagros se sigan haciendo en las enfermerías. Crespo y Masegosa, y todos los médicos están poniendo al día la sanidad y seguridad dé los toreros. Avances y cuidar que en todas las enfermerías, hasta en la más modesta, se pueda salvar la vida y la salud. Los toreros tendrán siempre una deuda por saldar: el que el gran quite se lo hagan los cirujanos taurinos sin que ellos colaboren. Espero que valoren ese quite vital de los médicos taurinos. Es impagable su labor. Y lo sabéis. / Redacción APLAUSOS
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