"El Payo" realizó un faena vibrante a un toro de regalo y Diego Silveti, incomprendido, mostró mucha raza ante un lleno en el coso Monumental sanmarqueño.
ADIEL ARMANDO BOLIO
Especial para VUELTA AL RUEDO
Foto: Efrén González
Dicen que el arte es efímero por qué y cómo el viento pero cuando se palpa, se siente y se disfruta, que es el poder describirlo envuelto en un marco de belleza plástica y la vez delicada por su sensibilidad intrínseca, y más aún, cuando una plaza de toros tiene la fortuna de un palacio del salón, no hay nadie, no tiene maestro del salón, de una figura que aunque tenga un carácter mundial no tiene pasaporte, pues lo que sí es plasma en el ruedo no tiene patria, simplemente, el corazón de un torero con un toro, luchando por uno momentos idóneos para otros maestros, el pintor, el escultor, el cronista, el fotógrafo, el compositor, en fin, todos los que quieran su personal prisma se deleitan viendo torear.