Se
han editado casi 600 libros sobre su figura; más de 30 en 1947, el año de su
muerte.
ANTONIO
LORCA
Diario EL
PAIS de Madrid
Foto: EFE
Manolete es, quizá, el apelativo más potente de la
historia de la tauromaquia. Sus ocho letras son una explosión de torería,
personalidad, compromiso, heroicidad, leyenda...
Manolete suena a mito y a modelo social. Un icono
de la España de la posguerra, el más completo reflejo de una época negra
necesitada de héroes, un referente esencial de la historia de este país.
Manuel Rodríguez Manolete, de quien se cumplen
cien años de su nacimiento, es, por encima de todo, un gran enigma. El hombre,
el torero y el personaje público están cargados de misterio y los tres
trascienden del ruedo para erigirse en un sello que destila sobriedad,
estoicismo, cordobesismo puro, compromiso, magnetismo…
Solo así se entendería que Manolete sea el torero
más literario de la historia, muy por encima de Joselito el Gallo y Juan
Belmonte. Casi 600 libros publicados (solo en 1947, año de su fallecimiento en
la plaza de Linares, se editaron entre treinta y cuarenta títulos) sobre su
vida, su trayectoria, su tauromaquia o sus relaciones sentimentales con la
actriz Lupe Sino ofrecen una idea de la fascinación y la huella del torero
cordobés. Biografías, novelas y poesía (están catalogados 1.500 poemas sobre el
torero) tratan de desgranar la personalidad del diestro cordobés.
Solo un enigma podría explicar su profundo
compromiso con la tauromaquia (consigo mismo, con el toro y con el público), y
su identificación con la filosofía del guerrero samurái, que enseña a tener una
visión positiva de la realidad y no mostrar temor ante nada, ni siquiera a la
muerte.
No menos sorprendente es que el pleno del
Ayuntamiento de Córdoba (gobernado por el PSOE con el apoyo de Izquierda Unida
y Ganemos y la oposición del PP) acordara por unanimidad en 2016 la celebración
del centenario del nacimiento del torero con un magno programa de actos, pero
sin toros, eso sí. Y lo hizo como reconocimiento “a la aportación de una figura
que traspasa fronteras y que es referencia obligada a la hora de tratar la
evolución de la tauromaquia, así como su impacto entre intelectuales y artistas
de la época”, según figura en la moción aprobada a propuesta del grupo popular.
“Fue un auténtico ídolo de masas, que a su paso
detenía la circulación y suspendía el tiempo. Desprendía el glamour de una
estrella de cine, fue el torero más grande de su época, un reclamo publicitario
y el mejor embajador que tuvo España”.
Son palabras de Fernando González Viñas, doctor en
historia y escritor, uno de los biógrafos del torero y comisario del centenario
de Manolete. Es un profundo conocedor del torero y su obra, y se atreve a
bucear en el momento trascendental de su vida: la muerte.
“Manolete fue un suicida inconsciente”, afirma el
comisario. “En la temporada del 47 se enfrenta a una dolorosa tesitura: está
encajonado y sin salida entre su propia exigencia y la presión a la que está
sometido, y no comprende por qué parte de la crítica y del público se le ha
puesto en contra. Si se retira, como era su deseo, no es que se sienta vencido
por el público, pero no completa su tarea como héroe de la posguerra; no puede
abandonar cuando su tarea sirve para dignificar la sociedad de la época. ¿Cuál
es la mejor salida? La muerte dentro de la plaza. Aunque no quiera morir y no
pretenda suicidarse, su inconsciente lo empuja a la muerte como la mejor manera
de demostrar que él seguía siendo el héroe”.
“Manolete tiene conciencia de que él sobra”,
continua González Viñas, “y para un torero que se juega la vida y está
comprometido con la verdad, la solución ideal es morir en el ruedo, lo que, al
mismo tiempo, lo salva de ese sinvivir en el que estaba sumido en el último
año”.
“Manolete
es un hombre moderno y libre en la España de la dictadura franquista” (Fernando
González Viñas)
El programa del centenario es amplísimo. Comenzó
en el mes de marzo y culminará a mediados del próximo mes de diciembre con el
nombramiento oficial de Manolete como hijo predilecto de la ciudad de Córdoba.
Entretanto, se celebran ciclos de conferencias para analizar la figura del
torero y su dimensión histórica y social; exposiciones de pintura, fotografías
y caricaturas (Manolete ríe) del monstruo cordobés; dos ciclos de cine
manoletista (con 14 años actuó como figurante en la película Carcelera, de José
Buig, y el cineasta francés Abel Gance, quiso que Manolete protagonizara una
película de la que solo se conservan ocho minutos de los ensayos), y se ha
editado una guía de Tabernas Amanoletadas del casco histórico de Córdoba, en
las que se rinde culto a la figura del torero.
“Manolete es una referencia fundamental de la
ciudad de Córdoba”, afirma el comisario, “y posiblemente esté al mismo nivel
que Séneca, Averroes o Maimónides. Toma la alternativa en 1939 y pronto se
convierte en la vía de escape de todos los que padecen la tragedia de la guerra
civil, sean o no aficionados a los toros; Manolete es el personaje famoso y
digno que se enfrenta a la muerte después de tanta muerte”.
González Viñas hace hincapié en la trascendencia
del personaje dentro y fuera de la plaza. “El historiador Néstor Luján afirmó
que Manolete impuso ‘la unidad óptica del espectáculo’, es decir que establece
definitivamente la estructura -planteamiento, nudo y desenlace- de la faena de
muleta; pisa terrenos muy cercanos al toro y destaca por su quietud, lo que no
era una virtud entre los toreros de su generación”.
“Por otra parte, Manolete se convierte en vida en
un personaje cosmopolita, una referencia de la moda, con sus chaquetas
cruzadas, las gafas de sol y los zapatos blancos y negros. Es un hombre moderno
y libre en la España de la dictadura franquista; y cuando viaja a México por
segunda vez lo hace acompañado de su novia, Lupe Sino, y los propios medios de
comunicación no saben cómo explicar que se van juntos sin estar casados, y se
especula con que se van de viaje de novios después de casarse en secreto”.
“Manolete es un personaje tan libre que no tiene
inconveniente en hacer algo que está muy mal visto en aquellos años”, concluye
González Viñas.
Y la muerte en Linares, el 28 de agosto de 1947,
lo convierte en un mito taurino, social y literario.
“De hecho”, añade el comisario del centenario,
“las novelas taurinas desde el siglo XIX son muy parecidas a la vida del torero
cordobés: alguien que nace en un hogar humilde, adquiere fama y dinero por
medio de los toros, abandona a la novia de toda la vida (no es el caso de
Manolete), y se enamora de una extranjera (nuestro torero queda prendado de una
actriz). Y, después, está la oposición radical de la madre del torero, que
representa a la España conservadora frente a esa mujer con la que Manolete
busca la felicidad”.
En estos días se puede visitar una exposición de
caricaturas de Manolete, todas realizadas para la ocasión por 37 de los más
importantes artistas de España, Francia y Portugal; en noviembre, se celebrará
el ciclo de conciertos ‘Manolete sound and words’, una muestra de carteles de
la temporada que han tenido a Manolete como protagonista y nuevas conferencias
para profundizar en el personaje y el torero.
“Para muchos cordobeses, Manolete no es una figura
de otro tiempo; es más una presencia viva y continua de la ciudad”, concluye
Fernando González Viñas, convencido del enigma del diestro más literario de la
historia.
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