JAVIER
LÓPEZ
El diestro Daniel Luque cortó hoy la última oreja
de la temporada en Madrid, un trofeo de ley que premió una buena tarde del
sevillano, todo lo contrario que el colombiano Sebastián Ritter, que dejó
escapar un gran toro, el segundo, el único de nota de un noble y flojo envío de
Salvador Gavira García.
Un día de la Hispanidad especial con respecto al
de otros años, marcado sobremanera por el conflicto catalán, que ha hecho
avivar ahora más que nunca un sentimiento por la unidad del país.
Este despertar patrio ha llegado también al toreo,
a su afición, que, como respuesta, ha decidido lucir más que nunca y con
orgullo en las plazas un sinfín de banderas nacionales, la que muchos toreros
han exhibido también durante las vueltas al ruedo, e, incluso, ataviándose con
ellas a modo de capote de paseo.
Los "viva España", y vítores a las
fuerzas y cuerpos de seguridad se han hecho, asimismo, notorios cada tarde,
como en la de hoy en Madrid, última de la temporada, publicitada en redes con
la etiqueta "#AlostorosconlaBandera", y en la que se entonó el himno
nacional al finalizar el paseíllo acompañado de una gran ovación.
Otra anécdota digna de alabar fue el gesto que
tuvo el ganadero Salvador Gavira de poner al primer toro de la corrida una
divisa negra como homenaje a Iván Fandiño, al ganadero Victorino Martín y al
resto de profesionales fallecidos este año tan funesto para la familia taurina.
Lástima que luego a este toro le faltaran fuerzas
y fondo para desarrollar la tremenda calidad que tenía, sobre todo, por el
izquierdo, por donde Luque le afianzó a base de mimo y mucho temple para acabar
robándole auténticas pinturas al natural.
Evidentemente faltó continuidad por la manifiesta
blandura del animal, que desmereció una faena de oficio y madurez del de
Gerena, que agarró una soberbia estocada como corolario.
Todavía mejor estuvo Luque con el cuarto, otro
toro medido de fortaleza pero con algo más de gas que su hermano para que el
sevillano le extrajera todo lo que tenía dentro en una faena muy templada y
trabajada, de perfecta colocación y en la que surgieron muletazos exquisitos
por los dos pitones.
Faena de tentadero por lo a gusto que se le vio
con un toro facilón y que acabó también muy venido abajo, y al que cerró labor
por "luquecinas" y una media tendida y atravesada, que fue suficiente
para la concesión de una oreja de ley, por mucho que a algunos les cueste la
cena de esta noche.
Ritter no estuvo a la altura del mejor toro de la
corrida, el segundo, un animal un punto tardo pero que en cuanto se arrancaba
no cesaba de repetir con celo y codicia en los engaños del colombiano, que
anduvo con notables altibajos en una faena sin estructura y muy deslavazada. Se
notó que este era su segundo paseíllo del año.
No mejoró mucho Ritter con el quinto pese a tirar
por la vía del tremendismo para tratar de justificarse, pero, en cambio, lo que
se llevó fueron dos tarascadas, la segunda de escalofrío al quedarse colgado
del pitón. Fue jugarse la vida a cambio de cuatro aplausos, que aprovechó para
marcarse una vuelta al ruedo por su cuenta.
Javier Jiménez saludó con cadenciosas verónicas a
su primero, un toro que, más que emplearse, rehuía de los vuelos, como
queriéndose ir pero sin acabar de hacerlo. Y todo lo que tuvo de
"chochón" en la muleta le faltó de fortaleza para "romper"
de verdad. Jiménez no pudo pasar de las "cositas" sueltas, algunas de
ellas preciosas, pero sin poder redondear por la falta de transmisión de su
oponente.
El sexto fue un toro insulso y deslucido con el
que Jiménez no pudo pasar de decoroso. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Salvador Gavira García, hierro que hoy tomaba antigüedad, aceptablemente
presentados, nobles y blandos a partes iguales. Destacó sobremanera el buen
segundo.
Daniel
Luque, de catafalco y oro: gran
estocada arriba (ovación); y media tendida y atravesada (oreja tras aviso).
Sebastián
Ritter, de catafalco y azabache:
tres pinchazos, media tendida y dos descabellos (silencio tras dos avisos); y
pinchazo y estocada (vuelta al ruedo por su cuenta).
Javier
Jiménez, de verde manzana y oro:
estocada desprendida y descabello (silencio); y pinchazo, y medida caída y
atravesada (silencio tras aviso).
La plaza
registró alrededor de un cuarto de entrada (6.919 espectadores según la
empresa) en tarde espléndida.
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