CARLOS RUIZ
VILLASUSO
@CRuizVillasuso
Redacción
APLAUSOS
Uno de los heridos, graves, seremos todos, pero el
herido que más se va a parecer a un muerto es la animalidad. Esta peste se va a
cobrar unas cuentas mentiras y una de ellas será la barbarie del animalismo que
tanto ha deteriorado al humanismo. Esta peste que demuestra la distopía y no
utopía del animalismo nos da la oportunidad de partir de un nuevo kilómetro
cero. El que nos puede hacer reengancharnos a la sociedad si sabemos ahora
lanzar el mensaje de nuestras bondades. Que somos productivos. Que somos actuales,
ecológicos, culturales, humanistas, animalistas reales. Esa oportunidad
tenemos.
¿Qué mensaje, qué utilidad, qué valor añadido
puede sostener el animalismo y el mascotismo en estos días y en los que
vendrán? No sólo ninguno sino que, además, se les puede señalar como esa
posverdad urbanita, desconocedora, irresponsable, anuladora de los valores que
ha de tener toda sociedad progresista y avanzada de verdad. Nada hay de útil
frente a la peste en este animalismo de la falsa progresía. Los recursos económicos
que el populismo puso a disposición del bienestar animal son un derroche, los
postulados de derechos para los animales, una falacia deshumanizadora, y todas
las propuestas animalistas se quitarán la careta.
Con mi titulación de loco y visionario debajo del
brazo creo que lo natural se ha rebelado contra lo no natural. Hicimos una
sociedad en la que fue necesaria la Ciudad Grande. Necesaria para el negocio.
Para el ahorro social. Para la solidaridad de mentira. Para la venta de
mascotas como recambio de la soledad humana. Para recoger a la población del
campo, para cambiar mano de obra por hacer -niños- por mano de obra ya hecha,
los habitantes de campo. De tal forma que nos hicieron creer que el animal era
sólo el perro de nuestra casa. Que la vida era la ciudad y fuera de ella no
había nada más que ese viaje a una casa rural para un fin de semana. La finca a
la que acude el mileurista una vez al trimestre para sentirse ecologista.
Si usamos nuestra inteligencia, tenemos la oportunidad de
regresar a nuestro lugar en la sociedad. El toreo, todo lo natural, todo lo que
viene de la tierra, tiene la oportunidad de salir de esta crisis con su verdad
Vamos a preguntarnos sinceramente qué impacto
habría tenido el virus en una sociedad cuyas ciudades no tuvieran más de dos
cientos mil habitantes. ¿Por qué haber apostado por lo no natural? ¿por qué esa
insistencia de despoblar lo rural y masificar a la gente en espacios reducidos
y hacinados? ¿Cómo se podría haber estructurado un país de esas características
frente a esta peste? ¿Habría habido peste en una sociedad de equilibrio entre
lo rural y lo urbano? Esa es la cuestión, esa es la reflexión.
Todo lo que mata una peste es tan doloroso como
dolor queda en los que quedan en pie. Pero de la misma forma que no discrimina
en la muerte, se lleva a gran velocidad a aquello que no puede luchar, lo que
no puede sostenerse en pie. El más débil. Y el más débil es la mentira que
jamás, insisto, morirá de vieja. Por eso afirmo que si usamos nuestra
inteligencia, tenemos la oportunidad de regresar a nuestro lugar en la
sociedad. El toreo, todo lo natural, todo lo que viene de la tierra, tiene la
oportunidad de salir de esta crisis con su verdad.
Demos la puntilla a la mentira. Porque será ahora
cuando cada español va a ser permeable a mensajes que le digan que el humanismo
y sus valores son los que van a sacar a España de esta situación de llanto y
necesidad. Ellos, sus bestialidades, sus distopías, nada aportan. Solo han
allanado el camino a la peste.
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