Las
pérdidas o las consecuencias van a ser tremendas, no digo que letales ni
definitivas porque las raíces están, y de la misma manera que rebrotan los
bosques tras los incendios volverá a verdear la tauromaquia y confío que pronto
y mejorada. Eso es evidente, eso es tan seguro como doloroso va a ser el
proceso de vuelta.
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
Lo hemos oído estos días hasta la saciedad, lo
cual no significa que todos lo entiendan o lo vayan a practicar, unión,
solidaridad social, responsabilidad… En situaciones tan críticas como la que
está viviendo el mundo toca arriar las banderas de los intereses, los gustos y
las banderías, y enarbolar la enseña de la solidaridad y el civismo. Claro que
duelen las suspensiones/aplazamientos de ferias -Magdalena, Fallas, Abril,
Pentecostés… y vaya usted a saber cuántos puntos suspensivos más hay que
ponerle a la lista-, son ferias imprescindibles para alentar la vida diaria del
toreo, arte al que en su globalidad andan ya un tiempo queriéndole quitar el
aire y borrar su existencia, uno cree que como señuelo o tapavergüenzas de
tantas y tantas tareas que se han dejado por hacer en el que debía ser buen
gobierno de nuestra bien querida España. Les daba igual los toros, algunos eran
aficionados hasta ahora o eso decían, lo que no quita para que se hayan
alistado en una guerra antitaurina que utilizan como simple cortina de humo
ante su inoperancia. Pero no es ahí donde quería llegar, las pérdidas o las
consecuencias taurinas tras este drama van a ser tremendas, no digo que letales
ni definitivas porque las raíces están, y de la misma manera que rebrotan los
bosques tras los incendios volverá a verdear la tauromaquia y confío que pronto
y mejorada. Eso es evidente, eso es tan seguro como doloroso va a ser el
proceso de vuelta.
Para la legión de ciudadanos que somos capaces de
emocionarnos con un natural, con un toque de muñeca preciso y sutil, con el
acompañamiento acinturado de la embestida de un toro, con la firmeza de las
zapatillas de un valiente, la estrategia de un talentoso lidiador o la casta
noble e indomable de un toro bravo… Para los amantes de los toros y la libertad
de elección, ahora lo realmente importante son las personas y a ello estamos
con los brazos abiertos y la solidaridad incondicional
En cualquier caso, ante la magnitud global de tan
gran catástrofe sonrojaría que nos lamentásemos exclusivamente en clave taurina
ni siquiera en una revista especializada. Claro que son importantes los toros,
parafraseando a Valdano cuando acotaba la trascendencia del fútbol y si me
permiten la discrepancia con el astro argentino, para mí los toros y no el
fútbol son lo más importante de lo menos importante de la vida y más en estos
momentos en que toca, como dije al comenzar, aparcar las pasiones y apostar a
realismo.
Eso es así para mí y entiendo que para la legión
de ciudadanos que somos capaces de emocionarnos con un natural, con un toque de
muñeca preciso y sutil, con el acompañamiento acinturado de la embestida de un
toro, con la firmeza de las zapatillas de un valiente o la estrategia de un
talentoso lidiador o la casta noble e indomable de un toro bravo… Para los
amantes de los toros y la libertad de elección, e incluyo a aquellos que no les
gusten los toros, les decía, ahora lo realmente importante son las personas y a
ello estamos con los brazos abiertos y la solidaridad incondicional. Compás de
espera pues, los clarines predicen faena difícil, toca obediencia a las normas,
civismo, firmeza, paciencia e ilusión.
Las pérdidas o las consecuencias van a ser tremendas, no digo
que letales ni definitivas porque las raíces están, y de la misma manera que
rebrotan los bosques tras los incendios volverá a verdear la tauromaquia y
confío que pronto y mejorada. Eso es evidente, eso es tan seguro como doloroso
va a ser el proceso de vuelta
Para acabar este escrito quisiera rescatar unos
párrafos de un precioso artículo que ha escrito Paco Mora en aplausos.es. Paco,
como los toreros buenos, en los momentos justos se crece y cuando más aprieta
la responsabilidad saca lo mejor de su alma de periodista y marca distancias.
Con una pluma en la mano es un ejemplar irrepetible. Lo que ha plasmado para la
ocasión es una radiografía preciosa en la que cuenta la actualidad y avisa de
lo que se avecina, un texto en el que se recrea y se duele a la vez que mete la
espada.
Ese virus traicionero que llegó de Oriente como un
rey mago maldito, y nos ha envuelto en temor y silencio, en algo que debe ser
muy parecido a la muerte. Echo de menos el guirigay de los niños moviéndose
como un avispero entre gritos, risas y carreras en sus mil y un ruidos en la
primaveral atardecida… Y lloro, lloro por ti, España, que con tantos motivos
como nos das para estar contentos y felices por el solo hecho de existir sobre
tu paisaje, en tantas ocasiones nos dedicamos a enfrentarnos unos a otros sin
motivos reales que lo justifiquen.
Y cuando pase esta noche oscura, que pasará,
porque todo lo que llega pasa porque es ley de vida, volveremos a oír timbales
y clarines y el runrún de las plazas llenas hasta la bandera se adueñará de las
atardecidas, y los oles y los aplausos sonarán nuevos y eternos. Pero pronto
olvidaremos angustias y desazones y volveremos a las andadas, y entre el
diálogo y el enfrentamiento, elegiremos la quijada del asno para esgrimirla
hermanos contra hermanos. Cuando llegue ese momento no tardaremos en olvidar
tanta angustia y tristeza y el hombre volverá a ser el lobo del hombre. Por
todo eso, lloro por ti, España... Lo ha dicho Paco Mora y muy bien dicho. Yo
solo confío en que a partir de ahora seamos menos lobos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario