La
suspensión de la temporada por la pandemia deja a los maestros de la costura
como Nati, Justo Algaba o Santos con los pedidos en el aire y una inversión
económica, de momento, sin retorno.
GONZALO I.
BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
Diario EL
MUNDO de Madrid
El drama económico provocado por la crisis del
coronavirus atañe a todos los sectores culturales. El mundo del toro es uno de
los más perjudicados. De forma directa, los damnificados son los ganaderos, los
toreros y los empresarios. Sin embargo, hay una serie de industrias cuya
economía depende de la celebración de festejos taurinos como es la de los
sastres de toreros. Confeccionan capotes, muletas, trajes cortos, capotes de
paseo y vestidos de luces. De sus manos salen bordados los sueños y los miedos
de los toreros. Cada terno es una obra de arte por sí mismo, valorado entre
3.000 y 6.000 euros en función de la categoría encargada por el cliente. Para
afrontar la temporada, los sastres tienen que adelantar un capital de 150.000
euros en material y recursos humanos. La temporada suele ir amortizando esa
cifra. En este infernal 2020 les ha llegado el gran batacazo a estos artesanos
de la costura.
En 2019 el Ministerio de Cultura reconoció con la
Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes a la decana de los sastres de
toreros, la Maestra Nati. Su hijo Enrique, continúa la tradición familiar al
frente de la sastrería situada ahora en Mairena del Aljarafe (Sevilla). El
parón les ha cogido trabajando de lleno en los encargos con fecha para
Valencia, Sevilla y Madrid: "Teníamos unos quince trajes y tres capotes de
paseo para esas ferias. Hay que tener en cuenta que los clientes pagan una
señal cuando lo encargan pero, lógicamente, no cubre los gastos de producción.
Para hacer frente al volumen de trabajo hay que pedir créditos al banco, vamos
a ver como lo devolvemos". Mientras Enrique habla, su madre no deja de
coser. La aguja ha sido su vida entera: "Nuestra idea es seguir con los
trabajos como si los fuéramos a entregar, lo hacemos con menos prisa, pero es
la forma de volver a andar cuando vuelva la normalidad"
La sastrería de Justo Algaba ha logrado pasar las
barreras del misticismo que suelen separar este oficio. Sus tiendas de Madrid y
Sevilla reciben la visita de turistas, aficionados y profesionales aunque dónde
centraliza su producción es en Las Rozas (Madrid). Cuenta con un equipo de 50
personas: "Un vestido de luces está hecho por toda una cadena de personas
especializadas en algo. Tenemos cordoneras, bordadoras, lentejueleras,
montadoras, taleguilleras, planchadores, entre otros". Un elevado número
de personas que necesitan un sueldo que llevar a sus casas en un momento de
gran dificultad para la empresa de Justo: "No quiero mandar a nadie al
paro. Les he dado vacaciones 15 días y luego veremos cómo hacemos. Esta
situación le va a costar mucho dinero a mi empresa pero no quiero perder a
nadie de mi equipo". Algaba es inquieto, su mente no para de maquinar en
este tiempo de confinamiento: "Aunque ahora estamos en pleno parón me
planteo buscar otras vías como la ropa eclesiástica, la militar o una línea de
camisería... algo habrá que inventar". Con cerca de 30 encargos encima de
la mesa, Justo Algaba se lamenta por el vestido que Morante iba a estrenar en
Valencia: "Tenía mucha ilusión. Es algo distinto. La última prueba la
hicimos en Illescas, el maestro se quedó encantado".
Santos se ha convertido en una referencia en el
mundo del toro. Por su local en la calle O'Donell pasan grandes toreros en
busca del vestido de las grandes ocasiones: "Nos hacía mucha ilusión que
en el primer acontecimiento de la temporada, el mano a mano de Enrique Ponce y
Pablo Aguado, para conmemorar los 30 años de alternativa de Enrique, los dos
iban a llevar vestidos de esta casa". Los problemas económicos se
abalanzan sobre esta pequeña empresa que, de forma artesanal, elabora trajes de
lujo: "He solicitado la ayuda del Estado como ERTE pero me he encontrado muchas
trabas burocráticas. Luego, lo tienen que admitir. Por otro lado, con respecto
a los créditos ICO se van a dedicar a sectores en el que no estamos incluidos.
Parece que los sastres hacemos ropa porque queremos. Las ferias taurinas se
deben considerar del sector turístico, por la cantidad de gente que se moviliza
para ver toros. Necesitamos que tengan en cuenta nuestra labor en las
ayudas".
Acostumbrado a trabajar bajo la presión de la
justeza de plazos, de la fecha marcada en rojo en el calendario del torero, de
las prisas de última hora, Santos reflexiona en esta situación: "Hay
toreros que te dicen que si no lo tienen para ese día ya no quieren el vestido.
Nosotros tenemos que lidiar con las circunstancias de un equipo humano al que
le pasan cosas y que no siempre pueden tener el trabajo el día exacto. Con
estas circunstancias, no arriesgo la salud de mis chicas. Me buscaré la vida
como sea. Del Gobierno no espero nada. Seguiremos luchando".
Qué tristeza! Este virus nos está afectando a todos, esperemos pase pronto. Admiro mucho su trabajo y les mando un saludo desde Aguascalientes, México! Irma Reynoso.
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