domingo, 1 de marzo de 2020

ENTREVISTA - Pablo Aguado: «Hasta encontrarme a mí mismo salí de muchas plazas con orejas, pero vacío por dentro»

El torero sevillano prepara la temporada después de un 2019 triunfal. Sabe que este año será clave en su carrera y está centrado en mantener su toreo natural. «Si Dios quiere y yo hago lo que tengo que hacer, torearé en Sevilla un Domingo de Resurrección», reflexiona en esta sosegada entrevista con ABC.
ALBERTO GARCÍA REYES
Diario ABC de Sevilla

La mañana es clara en Sevilla. Hay que andar por el Baratillo con los ojos fruncidos para que el sol no duela en las retinas. El torero pasa por delante de la calle Iris, el túnel que da a la puerta de cuadrillas, sin mirar. Pero cuando llega al monumento del Faraón se pone la mano de visera para contemplarlo bien. Curro es su luz. Ese toreo de bronce que iluminó la Maestranza el 10 de mayo de 2019 es el principio del aguadismo...

-Ese día fue soñado. Que se dé la tarde así, ni en los mejores sueños pasa. Se unieron todas las circunstancias y fue algo maravilloso para mí, pero eso acarrea ahora una responsabilidad muy grande para satisfacer las ilusiones de los aficionados, que lógicamente esperan que eso ocurra todas las tardes y eso es muy difícil.

- Usted dice que hasta entonces había toreado para contentar a quienes le estaban ayudando a ser torero, pero que ese día por primera vez en su vida decidió torear sólo para sí mismo.
En la etapa de novillero, uno torea pensando en aprovechar las oportunidades. Y las oportunidades se aprovechan a base de los números de las orejas, eso es lo que se nos inculca, pero hasta que no me destapé de todo eso de torear pensando en satisfacer a los demás a nivel profesional y pensé en torear para mí y en olvidarme de todo, de que hay público de la barrera hacia atrás, no salió ese toreo, que sí me había salido en el campo, donde las preocupaciones de tener que triunfar no están, pero en la plaza me había costado.

- ¿Y por qué ese día? ¿Sabía que podía ser su última gran oportunidad?
Todo viene precedido de la confianza. Más que la preparación y la técnica, torean la cabeza y el corazón. La cabeza para el conocimiento que hay que tener y el corazón para sacarte de dentro lo que tú tienes. La cabeza la tenía en ese momento bien porque las corridas que había tenido antes me habían dado una seguridad grande, me había ido encontrando como yo quería y eso me hizo llegar con una confianza especial en la que sabía que si toreaba para mí podían salir las cosas bien. Y gracias a Dios me salieron dos toros increíbles de Jandilla.

- La afición se volvió loca y le ascendió a figura aquella tarde. Usted dice que se le presentó el espíritu santo.
Es muy difícil que se junten esas circunstancias. Está claro que mientras más trabajas, aunque no me gusta la trabajo en el toreo, mientras más te sacrificas, antes se te aparece el espíritu santo. Todas esas circunstancias, cuando menos te los esperas, te salen. Se tienen que reunir muchas cosas, pero lo primero es que uno esté dispuesto a aprovecharlas.

- ¿Ha soñado muchas veces con aquello? Cuando se está a ese nivel, se entra en un laberinto porque el público espera que vuelva a repetirlo.
Te acuerdas de momentos puntuales de la faena. Cuando estás a gusto con un toro, estás tan mentido en ti, que después se te olvida. Pero quedan sensaciones de relajo de tu cuerpo que sí recuerdas y que son las que me empujan a volver a vestirme de torero.

«En las relaciones con las personas también hay que tener mucha mano izquierda y mucho temple»

«El toro es como las personas, la primera intuición suele fallar poco»

- Ahora hay muchos buenos toreros, pero muchos aficionados reclamaban la aparición de un torero artista. Lo han recibido como una revolución.
Yo agradezco eso, pero creo que no he inventado nada ni he hecho nada que no se hubiera hecho antes. Lo único que he hecho, que a veces escasea, es ser fiel a mí mismo. Eso causó impacto en algunos públicos, pero no he revolucionado nada. He intentado buscar las sencillez y la sencillez nunca es revolucionaria.

- Una semana después de Sevilla provocó usted un silencio histórico en Las Ventas.
Lo de Sevilla fue más perfecto porque salió más redondo, pero lo de Madrid fue igual de importante respecto a lo que yo sentí. Ver esa afición en silencio, con ese pedazo de toro que sale en Madrid a solas en esa plaza tan grande, se me quedará grabado de por vida.

- A pesar de todo eso, no estará el Domingo de Resurrección en Sevilla. ¿Quién manda en el toreo, el toro, el torero o los empresarios?
El toro. Sin el toro no somos nada. El toro es el que pone a todos en su sitio. Al que tiene que estar arriba, lo pone arriba. Al que tiene que estar abajo, lo pone abajo. El toro es el que manda y nosotros lo que tenemos que hacer es intentar compenetrarnos con él lo mejor posible.

- Pero al final esa relación depende de la decisión de un empresario.
Es verdad que hay muchos conflictos de intereses. Cuando se monopolizan las cosas y defiendes intereses opuestos, al final te tienes que decantar por alguno de los dos intereses y eres injusto con el otro, pero nunca me ha gustado echar las culpas a las circunstancias y las situaciones. El toreo actual está así. Pero si tú eres capaz de compenetrarte con el toro y de crear una obra que haga que el público se emocione y que vaya a verte, ahí ya no hay intereses ni injusticias. Por eso digo que al final el toro es el que pone a cada uno en su sitio más allá de empresarios, intereses y competencias.

- ¿Le habría gustado estar en el cartel del Domingo de Resurrección?
Por supuesto, lógicamente. Es una de las fechas que todos soñamos torear y más yo que soy de Sevilla. Desde pequeño he ido ese día a los toros con mi padre a ver a héroes que se vestían de luces. Pensar que yo podía estar ahí anunciado me hacía mucha ilusión, pero como todos sabemos las circunstancias han impedido que esté y no pasa absolutamente nada. Si Dios quiere y si yo me lo merezco, estaré el año que viene.

- ¿El torero tiene derecho a elegir al toro, el toro tiene derecho a elegir al torero…?
El azar es el que nos encuentra. Cuando hablamos de la suerte, ahí es donde está: en que tú te encuentres con el toro idóneo para ti y el torero con el toro idóneo para el toro.

- ¿No cree que el toreo también ha caído en la superficialidad? Hablamos más de las polémicas externas que del propio toreo. En su caso, por ejemplo, últimamente sólo se habla de Garcigrande sí o no.
Le agradezco que me saque el tema porque me sirve para recalcar el reconocimiento que le tengo a Garcigrande como ganadería y a Justo Hernández como ganadero. Lo he hablado con él personalmente. Creo que es una extraordinaria ganadería y no lo digo por cumplir ni por estas circunstancias. Considero de verdad que es una de las mejores ganaderías que hay y él es un genio. Nos lo ha demostrado a todos en la plaza y a mí cuando me ha tenido que dar un consejo al matar sus corridas. ¿Qué pasa? Que cada torero tiene que buscar, sobre todo para los días clave, el toro que más le permita crear la obra según su forma de torear. La materia prima es lo primero y lo que más se tiene que cuidar. El toro que a lo mejor es bueno para uno, no es tan bueno para otro. Eso no quiere decir que sea mejor ni peor.

«A la plaza hay que ir con un vestido de torear, no con un mono de trabajo»

«El miedo y la responsabilidad son una cuerda que se te enrolla en los pies y no te dejan ser tú»

- Ese discurso es totalmente opuesto al famoso bombo de Madrid.
Ya, pero no podríamos juntar a un torero de valor..., no es la palabra, de valor son todos, no podríamos juntar a un torero cuya especialidad son las corridas duras con una ganadería que no sea de esas características y viceversa porque entonces el espectáculo perdería. Cada torero tiene un toro que le va mejor, que no quiere decir que sea más bravo ni más pastueño, simplemente que le va mejor y puede crear una obra, que es lo que tiene que buscar el torero, crear su obra.

- ¿Se busca la comodidad?
Eso se malinterpreta. Hay mucha gente que puede pensar que buscamos la comodidad y no es así. Lo primero que quiere el torero es triunfar. Cuando piensa en una ganadería o en otra lo hace pensando en triunfar. Y el triunfo no es sólo para el torero, también es para el público.

- ¿Los toreros actuales tiene buena relación o hay tensiones?
En el poco tiempo que llevo, no sé si será porque llevo poco, no me he enfrentado con nadie. Me llevo bien con todos los compañeros. Yo no creo en esa idea antigua de que hay que mirarse mal en el patio de caballos y desearle al otro que no le embistan. Veo que todo eso es perder el tiempo. Tienes que pensar en lo que tú tienes que hacer, no en lo que tienen que dejar de hacer los otros. Hay gente que se queja de que hoy en día los toreros nos damos muchos abrazos. ¿Qué hacemos, pegarnos en el patio de caballos? Que los toreros siempre queremos estar mejor que los demás, claro. Pero de ahí a desearle el mal al otro…
«Las orejas simbolizan la emoción que se ha vivido, no pueden convertirse en goles»

«La naturalidad es lo más fácil que hay: consiste en ser tú sin añadir nada»

«La sencillez nunca es revolucionaria»

- Ahora la afición está dividida entre dos jóvenes con conceptos distintos, usted y Roca Rey.
Todo eso es muy bonito y muy bueno para la fiesta. El hecho de que haya partidarios de uno y de otro, que ellos se enfaden o se alegren cuando a uno le va mejor que a otro, todo eso maravilloso para la fiesta, ha sido así toda la historia del toreo y eso crea interés por ir a la plaza y no se debería de acabar.

- ¿Pero la rivalidad se queda en el tendido o llega también a ustedes?
La rivalidad de los toreros se demuestra en la plaza. ¿De qué sirve después llevarse mal con nadie ni desearle el mal a nadie? Lo que pasa es que lógicamente cuando se dan circunstancias en la plaza en las que agradas a unos sí y a otro no, eso puede hacer que salgan roces que te puedan manchar tu vida personal. Pero para que haya rivalidad en la plaza, no tiene por qué haberla fuera de ella.

- Cambio de tercio
Venga.

- ¿El tamaño de los toros actuales perjudica su tipo de toreo?
Se le ha querido dar importancia al toro mediante el tamaño y una vez que se ha conseguido un toro grande y se le ha querido meter un punto de genio, movilidad y falsa bravura, se ha juntado un toro grande con una bravura engañosa que hace que sea muy difícil reducir la embestida y torear despacio. Para poder torear cerca del toro, el toro tiene que caber. Contra la física no puede ir nadie, y los toreros menos todavía. Es difícil con esos tamaños poder reunirse con un toro y que aquello salga limpio. Se da porque existe algo ahí arriba que de vez en cuando surge, pero es muy difícil que en estas circunstancias podamos sacar lo que llevamos dentro.

- ¿Con los toros actuales se pueden torear cien corridas, como hacían algunos antes?
La clave es conocerse a uno mismo. El año pasado tuve la suerte de torear cuarenta corridas, me preguntaba cómo podían aguantar antiguamente esos números. Creo que con esos números te metes en un bucle en el que ya no te pones un vestido de torear, te pones un mono de trabajo. Y la mentalidad para enfrentarte a un toro yendo con ilusión a torear o yendo a cumplir un expediente es muy distinta. Es de ir asustando a ir ilusionado. Es difícil, yo los admiro, torear cien corridas es de quitarse el sombrero. Pero hoy en día, las tecnologías permiten que con cuarenta corridas la gente te vea lo mismo que antes toreando cien. Antes estaban deseando que llegaras al pueblo para verte. Ahora te ven por youtube. Hoy con cien corridas serías un pesado.

- ¿Cómo se conoce al toro, por sabiduría o por instinto?
Es algo muy subjetivo porque no son gestos puntuales del toro los que te decantan su comportamiento. Más que conocimiento, es intuición. Desde que sale el toro, su forma de galopar, de llegar al burladero... No porque haya hecho una cosa quiere decir que después va a hacer esta otra. Es como cuando conoces a una persona. La primera intuición suele fallar poco.

- Defina su concepto del toreo.
El toreo, en general, es algo que todavía no hemos podido definir. Se podría definir como una relación que naturalmente es de vida o muerte, de lucha entre un animal que quiere acabar con tu vida y de un hombre que quiere poderle a ese animal que lo quiere matar. Mi idea es convertir eso en algo bello, en algo bonito, en atemperar esa embestida de un animal que viene a por ti y reducirla hasta acabar convirtiendo una relación de lucha o ataque en una relación de caricias. Porque el toreo es a base de caricias. Es el dominio de un animal bravo para eliminar toda la sensación de riesgo y convertirla en belleza.

- ¿En qué se parece eso a la vida?
Alguien dijo que la vida es una plaza de toros. Eso es así en todo. En el toreo se aplican las leyes de la vida y en la vida se aplican las leyes del toreo. En las relaciones con otras personas hay que tener mucha mano izquierda y mucho temple para salir airoso. Hay algunos por ahí a los que hay que tocarles los costados.

- Y, sin embargo, en esa situación trágica, los toreros siempre están rodeados de gente con muchísima gracia...
A mí me gusta la gente que ante circunstancias tan dramáticas como jugarte la vida tiene la capacidad de reírse. En el toreo hay mucha gente con gracia y se viven cosas de humor en momentos críticos. Me acuerdo en Madrid, toreando la corrida de Montalvo, había un sobrero de mi amiga Aurora Algarra. Ella lo pasa fatal cuando toreo un toro suyo. Y cuando me echaron un toro de Montalvo para atrás, en esas circunstancias de miedo, que tenía que tener la cabeza en no defraudar, en vez de pensar en cómo era el toro siguiente, me puse a reírme pensando que Aurora estaría ya por la Puerta de Alcalá corriendo. Ante el miedo, tu mente busca puertas por las que evadirse. Además, cuando te ríes es cuando más eres tú. El miedo y la responsabilidad son una cuerda que se te enrolla en los pies y no te dejan ser tú.

- ¿Se torea por dinero?
No. Se torea por una vocación interna y buscando encontrarte con ese toro que te hace olvidarte de todo y entrar en un estado en el que tu mente no ve más allá del toro y de tus sentimientos. No cabe duda de que el dinero también es importante, pero no es el motivo principal. A todos nos gusta el dinero, eso es así y quedaría muy bonito que yo dijera lo contrario, pero no es la realidad. Lo que sí digo es que es secundario.

- La verdad es que su evolución ha sido muy rápida en todo. De novillero buscaba otra cosa. ¿La duda es su mejor maestra?
De novillero toreaba muy mal. (Risas). Uno confunde la profundidad con la largura o con la tensión. Es el camino fácil o rápido para conseguir una falsa profundidad, pero la profundidad de verdad… Es que una cosa es profundo y otra cosa largo. Un muletazo puede ser muy profundo y muy corto. Entran muchas más cosas que la distancia desde donde lo enganchas a donde lo sueltas. Entra la velocidad, entra el ritmo, entra la curva que le des al muletazo, entra tu expresión… Todo eso lo metes en una batidora y sale la profundidad. Pero lo fácil, el primer camino que cogemos cuando estamos equivocados, es que vas a conseguir la profundidad porque el muletazo sea largo y despatarrado. Y no es así. Yo caí en ese error lógico y quizás por haber caído tanto, mientras me buscaba a mí mismo salí tantas veces de las plazas con las orejas pero vacío por dentro, me di cuenta de que iba por un camino que no me llenaba.

- ¿Triunfaba para los demás y fracasaba para usted mismo?
Sí, de novillero salí muchas veces vacío, por no decirle el 90 por ciento. Mi mentalidad no era capaz de ser consciente de que sin cortar orejas podía salir contento, pero si había orejas sin satisfacción interior, tampoco. Era una pelea tan dura como necesaria porque me ayudó a encontrarme a mí mismo. Al fin y al cabo, las orejas son algo representativo de la emoción que hay en los tendidos. Lo que no puede ser es que las orejas se conviertan en goles o en puntos de una clasificación.

- Lo dicho: todo superficial. La naturalidad está carísima.
La naturalidad es lo más fácil que hay. Mucha gente se asombra de la naturalidad en el arte, pero consiste sólo en buscar la sencillez, en no añadir nada. Lo difícil es añadir cosas. Lo más sencillo es ser tú mismo sin más planteamientos.

- A estas alturas de la conversación, acaban de anunciar el nombramiento de Curro Romero como hijo predilecto de Andalucía. Los naranjos ya huelen.
Me voy al campo, que tengo que tentar esta tarde

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