JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
Es imposible abstraerse en los toros cuando pasa
lo qué pasa. En mi vida vi nada como esto. Ni he sabido que haya ocurrido
antes. El mundo entero en cuarentena. Nunca, pese a que la historia está
plagada de terribles pandemias, tan gran confinamiento se había impuesto.
La televisión muestra escenas propias de películas
posapocalípticas. Las populosas calles y plazas de las megaciudades en todos los
continentes, desiertas. La fiesta cancelada. El comercio en paro, la vida
detenida, el tiempo congelado. A las pantallas de cada refugio llegan el miedo,
las alarmas, los recuentos de casos, de bajas, de altas, de augurios, de
fronteras tapiadas, de llamados a obediencia, de patrullas vigilando el
vacío...
Ni antes ni después de cuando Colón iniciara la
globalización, trayendo a la vulnerable población indígena de América la gripa,
el sarampión y la viruela, que en corto tiempo, no más al terminar su cuarta
visita (1504), habían exterminado los aborígenes de las islas caribeñas,
mientras que los del continente caían como moscas. Bien lo han contado entre
otros Bartolomé de las Casas en su época y hasta no hace mucho el
médico-historiador Francisco Guerra, españoles ambos.
Tampoco lo logró el cólera, que se llevó un tercio
de la población de Atenas hace dos milenios y medio y ha seguido reapareciendo,
por un lado y por otro, periódica y devastadoramente hasta nuestros días. Ni
las vergonzantes olas de lepra y sífilis “castigos de Dios”, ni la romántica
epidemia de tuberculosis en el siglo XIX. Ni la espantosa bubónica que mató el
40% de la población del Imperio Bizantino en el 542. Ni la peste negra que
dejara 34 millones de víctimas entre 1347 y 1353 y alentara la imaginación de
Chaucer, Bocaccio y Petrarca
Ni la llamada “gripa española” (que no era
española) en 1918, la cual mato 50 millones de personas, el triple de las
ocasionadas por la “Gran Guerra” en cuyo curso apareció. Ni las más recientes:
de SIDA “otro castigo” (1881…) que ha liquidado más de 30 millones dicen, o el
H1N1 (2009-10) con 18.000 decesos , o el Ébola (2014) que se llevó 4.500 vidas
en medio año. Ninguna de estas calamidades pudo encerrarnos tanto como ahora el
coronavirus.
¿Por qué todo el rebaño humano se ha logrado
movilizar, o mejor inmovilizar, con este solo cometido? ¿Por qué como nunca
estamos juntos contra un mismo enemigo y no unos contra otros? ¿Por qué al fin
la humanidad parece haber aceptado una causa común?
Si bien la salud en juego, la velocidad y la
universalidad del contagió dan para ello, su mortalidad, baja comparada con la
de muchas otras desgracias previas y presentes, quizá no tanto.
Por supuesto los medios, con su tecnología,
ubicuidad, información en tiempo real y capacidad de persuasión han sido factor
determinante. Cierto, pero no pueden ser la única explicación, pues no hicieron
igual en las muy recientes aterradoras anteriores en que también se justificaba
y necesitaba. ¿Qué pasó?
No se. Lo que si sé es que terminará. También las
pandemias, nacen, crecen y mueren. El miedo cederá, volveremos a la calle, a
nuestros ritos, a la desunión y a las otras rutinas letales que nos
caracterizan. Seguro, hasta la siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario