El
hermético diestro madrileño ha firmado dos tardes en el Coliseo de Nimes en las
que empleará como teloneros a los rejoneadores Hermoso de Mendoza y Lea Vicens.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
Simón Casas se ha llevado el gato al agua este
año. El locuaz ‘productor’ francés ha logrado contratar a José Tomás por
partida doble para las grandes ferias del coliseo de Nimes: la de Pentecostés,
a finales de mayo, y la Vendimia, en el confín de septiembre. El modelo de
festejo será similar en ambas ocasiones, siguiendo la estela que ya empleó el
diestro madrileño para su único bolo de 2019 en la plaza de Granada: matar
cuatro toros en solitario, recurriendo a un rejoneador para que abra plaza y
parta el espectáculo. Si en la Monumental de Frascuelo el escogido fue Sergio
Galán, en el coliseo nimeño veremos a Hermoso de Mendoza y a Lea Vicens en las
fechas del 31 de mayo y el 20 de septiembre respectivamente. En una y otra
ocasión, ha precisado la empresa en un breve comunicado, se lidiarán reses de
distintas ganaderías.
Casas sucedería así, de alguna manera, al empresario
sevillano José María Garzón –gerente de la empresa Lances de Futuro- como
exclusivista del imprevisible diestro de Galapagar. Garzón lo contrató en
Algeciras en 2018 en el que, a la postre, fue el único bolo del imprevisible y
misterioso diestro de Galapagar. En 2019 volvió a conseguirlo anunciándolo en
el Corpus granadino. En una y otra ocasión vendió todos los abonos disponibles
para toda la feria en muy poco tiempo. Para 2020 se había especulado que José
Tomás podría haber sido uno de los principales activos del propio Garzón para
relanzar la plaza de toros de Los Califas de Córdoba pero visto lo visto, –el
propio empresario matizó esta posibilidad- su presencia se aleja del inmenso e
incierto embudo cordobés.
¿Penúltima oportunidad?
Ya lo hemos escrito en otras ocasiones. El
críptico diestro madrileño José Tomás volvería así a escribir el último
capítulo, por ahora, de su intermitente historia taurina. El penúltimo –y
absolutamente triunfal- fue en esa corrida del Corpus de Granada en la que detentó
el único protagonismo por más que se anunciara con el rejoneador Sergio Galán,
absolutamente eclipsado por la poderosa aura de Tomás. Un año antes se había
asomado a la Feria Real de Algeciras, actuando mano a mano con el matador
extremeño Miguel Ángel Perera, que indultó un gran toro de Jandilla. Entonces
no lo sabíamos pero había sido, hasta ahora, la última vez que alternaba con un
compañero a pie. Las estrategias ahora son otras...
En una y otra ocasión rebrotaba la pregunta en
torno a la última función del torero que, después de cumplir ambos contratos,
volvió a decir basta. No hubo más corridas en 2018 y la de Granada fue también
la única fecha en la que Tomás salió de su zona de confort en 2019. Antes de
Algeciras había actuado por última vez en España en septiembre de 2016, en el
ruedo de Valladolid. Eso año sólo cumplió siete funciones después de dejar 2015
prácticamente en blanco con una única comparecencia en el coso mexicano de
Aguascalientes, el mismo ruedo en el que estuvo a punto de perder la vida en
abril de 2010 abriendo, de paso, la penúltima etapa vital y taurina en su
intransferible carrera.
Pero antes de la brutal cornada del toro
‘Navegante’, que pudo ser su verdugo, José Tomás ya era un torero de culto que
había manejado como nadie los tiempos y hasta una extraña -y efectiva- política
de comunicación basada en no decir nada. Desde entonces es una leyenda viva que
ha espaciado al límite sus comparecencias públicas para seguir convirtiendo
cada una de sus salidas a la palestra en una ocasión única.
Antes y después de ‘Navegante’
Pero hay que seguir dándole a la moviola: José
Tomás reapareció en la Feria de Julio de Valencia de 2011, un año después del
gravísimo percance mexicano, en medio de un clima de impresionante expectación.
Aquella temporada se redujo a nueve funciones y tampoco fue demasiado pródiga
en triunfos. Hay que anotar que la cerró en la clausura de la Monumental de
Barcelona, que permanece cerrada a pesar del estéril recurso ganado en el
Constitucional. El diestro madrileño toreó mucho menos en 2012, tan sólo tres
corridas de toros en las que incluyó la mitificada encerrona nimeña que
marcaría la cumbre de este tramo de su vida torera. 2013 quedó en barbecho y
cuatro fueron las corridas apuntadas en 2014, que se redujeron a una sola en
2015: la nombrada reaparición en Aguascalientes.
Tomás cumplirá este año las Bodas de Plata de una
alternativa que tomó, precisamente, el 10 de diciembre de 1995 en México, su
segunda casa y el lugar en el que ha estado a punto de morir dos veces. Hay que
recordar el cornadón de Autlán de la Grana, en enero de 1996. Aquel brutal
percance -como en Aguascalientes- obligó a hacerle varias transfusiones de
sangre para salvar su vida. Pero aún no se había convertido en la leyenda que
hoy es y la sangre derramada no se rodeó del despliegue literario que siguió a
la cornada de la ciudad hidrocálida. Su totemización había empezado después del
paréntesis que siguió a su marcha en 2002.
La reaparición de 2007
A partir de ese año, la hipotética reaparición de
José Tomás se había convertido en la comidilla de los inviernos hasta que,
sorprendiendo a todos, decidió volver a vestirse de luces un lustro después de
desaparecer de la escena pública. Lo hizo llenando hasta los topes la
Monumental de Barcelona el 17 de junio de 2007 iniciando una nueva etapa de su
trayectoria marcada por la cuidada elección de las plazas, el ganado y los
compañeros y el escaso número de paseíllos cumplidos desde entonces, casi
siempre fuera de los cosos de mayor trascendencia y, siempre, lejos de la
Maestranza sevillana.
Ha pasado el tiempo y cada una de sus actuaciones
es también una menos para el fundido a negro que se producirá cualquier día, en
cualquier plaza y sin anuncio previo. El diestro de Galapagar, que pronto cumplirá
45 años, volverá a enfundarse el vestido de torear en el Coliseo de Nimes.
Llenará la plaza para sí y sus compañeros de feria. Mientras tanto, se seguirá
especulando si el silente diestro de Galapagar está dispuesto a hacer otros
paseíllos. En realidad ni siquiera sabemos cuántos quedan. Una cosa sí es
segura: ya no habrá temporadas al uso. Un día, no sabemos cuándo, llegará el
eclipse definitivo.
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