En
1918 la epidemia que asoló el mundo causó 300.000 muertes sólo en España y 50
millones de fallecidos en todo el mundo.
ÁNGEL
GONZÁLEZ ABAD
Diario ABC
de ZARAGOZA
La misma decisión de suspender las fiestas de las
Fallas de Valencia y la Magdalena de Castellón, incluyendo sus respectivas
ferias taurinas, hubo de tomarse hace poco más de un siglo en Zaragoza por la
epidemia de la denominada «gripe española», que en 1918 asoló el mundo causando
más de cincuenta millones de fallecidos, de los que trescientos mil fueron
españoles.
En el mes de octubre de aquel año, los contagios y
las muertes aumentaban cada día. Las listas de víctimas eran cada vez más
largas. La vida transcurría con la población sumida en el pánico más absoluto y
la lucha de las autoridades contra un enemigo de una virulencia atroz. Si bien
en toda España los espectáculos y celebraciones se sucedieron con una aparente
normalidad durante el año, en la provincia de Zaragoza los datos eran cada día
más angustiosos. Más de un millar de personas murieron solamente en la capital,
que entonces contaba con apenas cien mil habitantes.
Se acercaban las fiestas del Pilar, y, en una
reunión de urgencia, la Comisión de Festejos decidió suspender las fiestas y
aplazarlas al mes de mayo del año siguiente, coincidiendo con los actos del
aniversario de la Reconquista de la ciudad. La intención era que el comercio y
la industria pudieran resarcirse de las pérdidas ocasionadas por la suspensión.
Y para el Pilar, las citas más importantes eran
los actos religiosos y las corridas de toros. Cinco había programadas a partir
del día 13 de octubre, en las que estaban anunciados las máximas figuras.
Joselito y la despedida de la afición zaragozana de su hermano Rafael «El
Gallo», eran los máximos atractivos, en una temporada en la que Belmonte no
pisó los ruedos. Al final, el Gallo volvió a las plazas en 1919, sin importarle
que su madre, la señora Gabriela, le cortara la coleta en la mismísima plaza de
Sevilla.
La Virgen del Pilar no salió en procesión, tampoco
desfiló el Rosario de Cristal, y la Misericordia permaneció cerrada durante los
pilares más tristes, que al menos tuvieron los teatros abiertos.
El anunciado aplazamiento de las fiestas y feria
llegó en el mes de mayo siguiente, pero de forma casi testimonial, pues se
celebraron dos corridas de toros los días 18 y 19, con Belmonte, Gaona y el
«Divino Calvo», que hizo caso omiso al corte de coleta de meses atrás.
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