"La
situación es de ruina total. A ver qué pasa con esas ayudas que anuncia el
Estado", dice José García invocando un rescate para las pymes que giran en
torno al sector y de las que nadie se acuerda.
MARÍA
VALLEJO
@m_vallejo_
Diario EL
MUNDO de Madrid
La epístola pidiendo ayudas a Cultura que firmaron
a una todos los estamentos del mundo del toro ha sido el asunto de los últimos
días. Mientras, el avance incontrolado del virus de la corona continúa asolando
el país. Y esquilmando, como dura enfermedad concomitante, la economía del
sector taurino, que no empieza ni termina en ganaderos, organizadores de
espectáculos, toreros y cuadrillas. El COVID-19 ha dejado en cuadro a muchos
pequeños y medianos empresarios cuyas actividades orbitan en torno al toreo
pero, como los sastres taurinos, no cuentan en las peticiones de ayudas. Como
José García 'El Puyero', al frente de una empresa que presta servicios de
cuadra y nutre de puyas y banderillas a la práctica totalidad de los festejos
taurinos que se celebran en España. Desde la corrida de Illescas del pasado 8
de marzo, "la situación es de cese total de la actividad".
"He tenido que cerrar la empresa. Si no se
dan corridas, ¿para qué otra cosa van a necesitarse caballos de picar, puyas y
banderillas?", dice José, que durante la temporada da empleo a una media
de entre 20 y 30 personas. Ahora, tras el largo y ayuno invierno taurino, su
cuenta de pérdidas crece de forma estratosférica: "Sinceramente, me da
miedo poner este caos en números. No hay ingresos en el horizonte y los gastos
no cesan. La fábrica está cerrada, pero la finca requiere un mantenimiento:
tengo más de 60 caballos que tienen que comer todos los días y tres empleados
dedicados a su cuidado que también tienen que cobrar a final de mes".
Con "Illescas, Valdemorillo y algún festival
suelto" como únicos ingresos las cuentas no salen. Ni siquiera para
compensar la inversión en materiales realizada para afrontar la demanda
habitual del ciclo taurino: "Tengo un stock de 10.000 palés de banderillas
que, si esto no se reactiva pronto, se va a quedar ahí. No puedo recuperarlo. A
diferencia de otro tipo de suministros, que se envían a tienda y se pagan a 90
días, esto se cobra al final del festejo, cuando las banderillas se han utilizado.
Así que no hay forma de cobrarlas".
"La situación es de ruina total. A ver qué
pasa con esas ayudas que anuncia el Estado", dice invocando un rescate en
tierra de nadie. Fuera del listado de actividades que pueden acogerse a la
línea de financiación para Pymes aprobada por el Gobierno, Cultura es el último
cartucho: "La fabricación de puyas y banderillas no deja de ser una
actividad artística y cultural. Hay que tener en cuenta que el destino
exclusivo de lo que estamos fabricando son los espectáculos taurinos, que están
dentro de Cultura".
La mirada al fin del confinamiento, con el bicho
oriental apuntillado, tampoco es precisamente un alud de optimismo: "A ver
quién quiere ir a los toros con el país que esto va a dejarnos. La gente
primero tendrá que comer y después, si sobra, algunos podrán permitirse volver
a las plazas. Espero que, por lo menos, salgamos de esto con salud".
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