“El
toro es como un cóctel de virtudes, la bravura es lo primero, la duración y la
movilidad son muy importantes hoy día también, al igual que la toreabilidad,
que en su versión buena implica bravura, y además debe tener nobleza, pero con
cuidado, porque si se pasa de noble aburre”.
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
La muerte de Borja Domecq Solís ha causado gran y
justificada conmoción. Por quien fue, por cómo fue, por lo que significó en el
mundo del bravo, por el legado ganadero que deja y por las circunstancias tan
dolientes en las que se ha producido. Borja Domecq Solís era en el momento de
su deceso el patriarca ganadero de lo domecq y responsable del hierro
fundacional del encaste, la estrella de David a la que acabó añadiendo
recientemente la estrella de la mercedes (Jandilla y Vegahermosa) y aun así se
me antojan pocas estrellas para tanta categoría ganadera y personal.
Representaba a la tercera generación de los creadores/criadores de un modelo de
toro que ha marcado la tauromaquia contemporánea, con muchas, de eso no hay
duda, muchísimas más luces que sombras por mucho que el fragor de la pasión y
los intereses del día a día le quisieran poner sordina a su obra. En su hoja de
servicios hay que subrayar que recogió el legado familiar de un modelo de toro
que en su origen había sido parteaguas entre dos épocas de la tauromaquia y
frente a la loable tentación de conservarlo aceptó el reto de la evolución y la
adaptación a la demanda de esta sociedad y a fe que lo logró: su toro ha
mantenido como pocos (¿como ningún otro?) el equilibrio entre bravura y la
toreabilidad demandada.
En estas líneas quisiera rescatar los recuerdos y
las ideas que me dejó en mi última visista a Don Tello, la finca extremeña que
convirtió en templo de la bravura actual. Su tez morena y saludable alertaba
entonces de su dedicación campera. Sus lentes quevedianas, escribí, hablaban
sin engaño de un hombre leído; y la acogida que nos dispensó fue la propia de
la mejor cuna mientras que su razonable parecido con Jack Nicholson le daba un
aspecto de lo más cosmopolita. Por todo ello y más era hombre de los que no
pasaban desapercibido.
Hablaba pausado, sopesando, paladeando las
palabras, que buscaba que fuesen las justas; encadenaba ideas sin solución de
continuidad, muy seguro de sí mismo; se mostraba erudito en muy diversas
cuestiones, especialmente en las que concernían al campo y tenía opinión firme
en todos los aconteceres de la vida. Nos sentamos en un salón de la casa. Una
gran cristalera dejaba entrever un bonito jardín. Al fondo un vaquero daba
cuerda a un alazán precioso. Borja lo mismo esgrimía, en lo que fue
prácticamente un monólogo, ideas estrictamente ganaderas, que derivaba hacia
conceptos que eran materia geopolítica de lo más candentes. En aquella charla
insistía, siempre fue un adelantado a los tiempos y a las circunstancias, en la
idea de la reconversión y en la necesidad de hacer viables las novilladas con
picadores y sin picadores que es donde salen novilleros, que son las figuras
del futuro, insistía, pero también los nuevos aficionados y en donde los
ganaderos pueden comenzar a ver los productos antes. Y recalca que hacerlas
viables, significa abaratar los precios de las localidades, para que la gente
pueda acudir porque no se puede esperar a que la gente tenga cuarenta años para
que pueda acceder a una plaza porque para entonces ya es tarde para hacerse
aficionado y sin aficionados no habrá Fiesta.
Me contó cómo eligió Los Quintos y Don Tello, sus
fincas actuales, cuando llegó el momento de dejar Jerez, en concreto la mítica
Jandilla, donde la agricultura o más concretamente el arroz le estaba comiendo
el terreno a la ganadería. Cuando llegó, Extremadura era más una tierra de
futuro que de presente, pero vio su tremendo potencial a la espera de
infraestructuras que la situasen en el mundo y no tuvo dudas en la elección.
Naturalmente hablamos de toros, de la devoción
inmarchita que sentía por su padre, del que heredó el sentimiento y el instinto
innato de los ganaderos de sangre y del que aprendió a ver los toros tapándole la
cabeza con la mano. “Hay que fijarse si es bajo, si es recto de viga, si tiene
riñones, si tiene flexibilidad porque no sea ancho de pecho… cuando le has
visto todo eso puedes decir si tiene buena hechura o una hechura regular o
mala, si es bonito o feo y sólo entonces le quitas la mano, le ves los pitones
y decides si es para una plaza de primera o de segunda o si, como decía mi
padre, es un toro de Peralta por la sencilla razón de que es feo y en su tiempo
esos toros feos eran para Peralta, remachaba refiriéndose a las corridas de
rejones en las que el centauro de La Puebla era el gran protagonista de la
época.
Y con su padre siempre como referente recordaba
que aquel Juan Pedro Domecq y Díez definió la bravura como la capacidad de
lucha hasta la muerte y extraigo un párrafo literal de aquel trabajo.
- Que no deje de embestir nunca, insistía Borja
cuando definía un toro bravo.
- Entiendo.
-Hasta la muerte. La bravura abre la posibilidad
de que un toro tenga treinta o cuarenta arrancadas detrás de la muleta, pero de
verdad, a cogerla, con codicia.
-¿Y la
toreabilidad?
Es distinto. No siempre van de la mano bravura y
toreabilidad. Un animal muy bravo puede ser muy complicado de torear, tener por
tanto poca toreabilidad, pero si a la bravura se le unen cualidades como la
fijeza, la nobleza y una embestida larga, humillada…va creciendo su
toreabilidad de tal manera que la mayor acumulación de unas cualidades y otras,
nos acercaría al toro ideal.
- ¿Ese
ideal es la suma de bravura y toreabilidad?
Sí. Por supuesto.
Y entre las perlas que llevé a las páginas de
Aplausos entonces me quedo con estos titulares:
“El toro es como un cóctel de virtudes, la bravura
es lo primero, la duración y la movilidad son muy importantes hoy día también,
al igual que la toreabilidad, que en su versión buena implica bravura, y además
debe tener nobleza, pero con cuidado, porque si se pasa de noble aburre”
“La tauromaquia está basada en los toreros machos,
en poder a los toros. El toreo de oro de Curro o de Morante se le hace solo al
toro de oro, no se puede hacer a otro; y en esos casos o tienes el don que Dios
les dio a ellos o no se consiente. Sólo cuando un artista es inconmensurable
puede cantar con poca voz. Y el toro es la voz, claro”
“Los tentaderos los hago como mi padre, solo he
cambiado una cosa. Él les pegaba cinco o seis puyazos, yo les doy cuatro como
mucho, pero con una diferencia, yo meto mucha más puya porque es lo que les
hacen a los toros en la plaza actualmente. En el segundo puyazo a las vacas ya
les llega la sangre a la pezuña”
“Para qué he de seleccionar un toro que no van a
lucir ni aprovechar… ¿Quién pone hoy día un toro largo?... Nadie. Por tanto hay
que buscar un toro que después de pegarle un castañazo muy fuerte siga
embistiendo”
Son lecciones ganaderas en píldoras de fácil
entendimiento y de difícil aplicación porque se es ganadero como Borja o... Él
se fue y queda su legado. Convencido estoy de que sus herederos lo mantendrán
en el mismo honesto rumbo.
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