El
sevillano hace lo más rescatable en una descastada corrida de Zalduendo y
Manzanares corta una oreja.
ROSARIO
PÉREZ
@CharoABCToros
Diario ABC
de Madrid
Olivenza era una fiesta con su doble jornada
taurina de domingo. Miles de aficionados se citaron en la tierra de las
murallas abaluartadas desde por la mañana. A las doce se dirimía un mano a mano
entre Emilio de Justo y Ginés Marín, un triunfal duelo entre Cáceres y Badajoz.
Cómo sería la cosa que por la tarde solo se
hablaba de ella (con permiso de la creación de Antonio Ferrera el día
anterior). La decepción se apoderó pronto cuando comenzaron a desfilar
inválidos y descastados para la terna del arte. Solo Manzanares paseó un trofeo
tras un espadazo al mejor toro de la deslucida corrida de Zalduendo, en la que
Pablo Aguado dejó pausadas pinceladas y Morante plasmó lo más meritorio.
Como lo posible lo hace cualquiera, el de La
Puebla se propuso hacer lo imposible. Por partida doble: despertar las
ilusiones muertas en una corrida sin noticias de la casta y sacar faena a un
manso de libro. Todo lo reunía: desde las hechuras a su huida en una
desordenada lidia. Hasta que el sevillano tomó el mando.
Nadie apostaba un euro por el zalduendo cuando
comenzó a perseguirlo. Hasta sus terrenos de chiqueros se marchó a plantear
batalla. Con oficio, gota a gota, compuso derechazos de su sello. Todo lo puso
el genio de La Puebla del Río, con valor por el nada claro pitón zurdo. Un
molinete y el de pecho alegraron los tendidos, maravillados con uno en el que
hasta la lentitud se durmió. Todo «made in Morante», tan personal, con torería
antigua en los remates. La tardanza de la muerte por la estocada tendida frenó
la pañolada, pero recogió una ovación de gala. «Quimera» se llamaba el toro y
una quimera fue la faena de Morante, que hizo de la utopía una realidad en una
jornada en la que la matinal venció.
FICHA DEL FESTEJO
PLAZA
DE TOROS DE OLIVENZA. Última
de feria. Casi lleno. Toros de Zalduendo
(incluido 1º bis), de pobre casta y fuerza; el mejor, el buen 5º.
MORANTE
DE LA PUEBLA, de azul rey y oro.
Dos pinchazos, otro hondo y se echa (silencio). En el cuarto, estocada tendida.
Aviso (saludos).
JOSÉ
MARÍA MANZANARES, de azul noche y
oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el quinto, estoconazo contrario. Aviso
(oreja).
PABLO
AGUADO, de nazareno y oro. Dos
pinchazos y estocada delantera desprendida (saludos). En el sexto, dos pinchazos
y estocada (palmas de despedida).
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