sábado, 6 de octubre de 2012

SEGUNDA CORRIDA – FERIA DE OTOÑO EN MADRID: Pasión y polémica de Fandiño"


Importante corrida de Valdefresno, tres toros de nota, y dos de ellos para el torero de Orduña, generosamente recompensado en su primero e injustamente castigado luego.
BARQUERITO

UNA IMPONENTE Y BELLA corrida de Nicolás Valdefresno y sus hijos. Tan seria de conducta como de hechuras. Variada y de rico fondo: lo propio de una ganadería larga de línea firme. Ganadería de ganaderos. De todas las corridas de sangre Atanasio jugadas en Madrid en la última década, ésta fue de las de sumar más puntos, de las de mejor nota y, en fin, hizo bueno el teorema del “de menos a más” característico de los atanasios legítimos. Con la excepción de un primero de buen aire que se fue a tablas y se rindió a su manera, rezongando; y de un cuarto remolón, encogido, un punto frenado. Pues hasta el sexto, ni sencillo ni imposible, de darse menos que los tres brillantes –segundo, tercero y quinto- cumplió al menos con esa condición de toro que remonta.

Soberbio el escaparate: haciendo excepción de un quinto cornipaso y descarado en exceso, el cuajo propio del encaste pero con armonía. Fue corrida con mucha plaza y de gran trapío. De plaza no solo por la envergadura o el cuajo, sino por la movilidad. Grande pero liviana, no tanto sacudida como en peso –y en tipo-, rondó un promedio de 520 kilos. El único toro que pasó la frontera de los 525, el cuarto de la tarde, fue, sin embargo, el más bajo de cruz de los seis y, por lo que fuera, -tal vez el desgaste en una dura primera vara encajonada o sin salida-, el menos propicio de todos. O uno de tantos. El primero, que buscó la querencia y la huida antes de tiempo, tuvo su son de salida y su docena y media de viajes de provecho.

Fue corrida cumplidora en el caballo –apenas picado el tercero, cambiado con solo una vara- y abundante en todos los sentidos: segundo y tercero se emplearon con ritmo y ganas, y el tercero, con boyantía muy particular porque, apenas sangrado en puyazo justo, repetía casi en tromba. Ese tercero era del hierro de los hermanos Fraile Mazas. Veleto o vuelto de pitones, negros los pitones afiladísimo, recortado de cuartos traseros, fino de cabos, descolgó en cuanto tomó engaño. Y no paró de embestir, Temple tuvo el quinto, por el que solo se atrevió a apostar Iván Fandiño en una faena de méritos singulares y mayores. Bondad por la mano derecha sacó el sexto, que miraba por la izquierda mucho y sin ganas de entrega.

Y fue, en fin, tarde de y para Fandiño, que, antes de esta baza de otoño, llevaba toreados y estoqueados en Madrid este año nueve toros. Y, sin embargo, estuvo más fresco, bravo y entregado que con ninguno con el undécimo y último de esa estadística nada común: ese quinto tan descarado de Valdefresno por el que costaba apostar y cuya nobleza de fondo costó mucho descubrir porque lo difícil fue, de un lado, templar y llegar a asentar al toro, que había adelantado de flojo o frío por las dos manos y pareció por eso frágil; y de otro, asomarse al abismo de aquella cuerna escalofriante y traerse al toro de largo y aguantarlo no una ni dos ni tres ni cuatro sino hasta cinco veces en otras tantas tandas breves, reunidas, ligadas. Y hasta una sexta vez en un cierre de faena en los medios por manoletinas espectaculares abrochadas con un glorioso pase de pecho.

Todo eso hizo Fandiño en una faena firme, sincera y apasionada, de rápidas ideas y bravas decisiones, de una autoridad muy llamativa. Sólo que parte de la pasión fue la manera en que una parte de la gente de sol estuvo reventando o intentando reventar la faena. Con los gritos o silbidos reventones pudo Fandiño también. Solo fue de razón la protesta de una aislada pregunta voz en grito: “¿Y la mano izquierda…?”

Con la izquierda pero ayudándose, le pegó Iván al segundo muletazos embraguetados, tensos, vibrantes. Y con la derecha, excesivamente montada la muleta, tandas de desigual vuelo y ligazón no siempre en pureza. No fue faena redonda, faltó el descaro con que Fandiño suele torear en las grandes ocasiones, la espada cayó trasera, el puntillero levantó al toro, un aviso, un descabello en dos tiempos y una oreja concedida sin contar el palco los pañuelos. No había para nada mayoría, se protestó la oreja con ruido y razones. Y cara salió la oreja porque a Fandiño lo estuvieron esperando en el quinto toro justamente por eso. De oreja de ley habría sido la faena del quinto con mejor remate a espadas.

Si estaba por resolverse el pleito de “los toreros emergentes”Fandiño y David Mora-, lo decantó a su favor el torero de Orduña con notable ventaja. David, lucido y decidido con el capote –también Fandiño en desmedrados quites-, no se acopló con el bravo tercero y, aunque no desbordado, no se templó. Se empezó a ver cada vez más toro, porque así era. Un corito de pitos dictó sentencia a mitad de faena. Con el sexto se empeñó David con denuedo y ganas. No era tan claro el toro, le  aguantó dos paradas no en seco sino de falta de gasolina, y, aunque hubo sueltos muletazos de empaque y gobierno, la faena, de recorrer mucha plaza, no llegó a cobrar aire.

La mayoría estaba con Sergio Aguilar y subrayó con justicia los mejores momentos de una primera faena que tuvo por la mano izquierda momentos de sublime pureza, seriedad, aguante, firmeza y pulso, pero un error de estrategia: precipitarse en el arranque y atacar antes de tiempo y sin templarse. Un somero quite en el sexto fue precioso. Limpio el trabajo con el deslucido cuarto.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Pastel ruso de Bergua, tocino de cielo de Grado, regañás de Estepa, galletaa mariñeiras de Betanzos, rosquillas de Ledesma, empanades de estares y lenguas del diablo, que es como en Toscana llaman a las suelas de masita, anises y mermelada. Todo eso había en el escaparate de la huevería del Mercado de la Paz anteayer. Ayala, 18. Casa Mónica. Lenguas del diablo y muchísimas cosas más.

A buen hambre no hay pan duro.

¡Y sobaos de las más acreditadas marcas, y magdalenas de convento....!

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Nicolás Fraile y sus hijos. Todos, con el hierro de Valdefresno, salvo el tercero, que llevaba el de Hermanos Fraile Mazas. Corrida de hermosas, variadas y serias hechuras, armoniosa y con trapío. Segundo, tercero y quinto, de muy buena nota. Manejables primero y sexto. Apagado y sin voluntad el cuarto.
Sergio Aguilar, de corinto y oro, saludos y silencio. Iván Fandiño, de verdolaga y oro, oreja protestada tras un aviso y vuelta tras un aviso. David Mora, de malva y oro, silencio y silencio tras un aviso.
Sábado, 6 de octubre de 2012. Madrid. 3ª del abono de Otoño. Casi lleno. Templado, veraniego.

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