miércoles, 10 de octubre de 2012

OTRO AÑO DEL ADIOS DE ANTONIO BIENVENIDA


Nelson Hernández Ramírez (*)

Con afecto  que no se borra y con tristeza que disipamos en medio de las actividades diarias,  hemos recordado un nuevo aniversario de la muerte de  ese portento de torero y ciudadano que fue  nuestro paisano venezolano (caraqueño para más señas) Antonio  Mejías  Jiménez (Bienvenida).

Tres décadas y siete años más han transcurrido desde  aquel infausto octubre y desde  aquel  día siete, cuando la tragedia en el campo madrileño pasó  a  ser inmenso dolor por el fallecimiento del  ídolo de la  Plaza  Las Ventas. Antonio Bienvenida dejaba tras de sí un historial repleto  de gloria. Ochocientas veintinueve corridas  de toros. De  ellas el doce por ciento (récord)  en el costo venteño  de la Calle de  Alcalá y un seis por ciento en Barcelona.

En paralelo, su tauromaquia se desplegaba en cientos de festejos dirigidos a la beneficencia, a la solidaridad a la expresión de los mejores sentimientos humanos, lo cual le hizo ascender  a la cúspide  del reconocimiento por encima de las otras figuras  de su tiempo.

No era  difícil  convencerlo, para actuar en un redondel, si se trataba  de una opción para que instituciones, grupos, asociaciones, colegios y otros, pudieran atender sus necesidades, todas vinculadas a mejorar la vida de seres humanos para él desconocidos, pero cercanos a  su bondadoso corazón. Torero si y más, artista de la bondad, pero a eso debemos  sumar sus innatas inclinaciones al sano y recto  ejercicio de la ciudadanía, con un recto comportamiento, una simpatía que no se apagó ni en medio del dolor provocado por el golpe vacuno en la casa ganadera Pérez Tabernero y un proverbial trato educado y cercano a todos los hombres y mujeres del orbe taurino.

Presencié en Venezuela cuando humildes hombres del servicio de plaza, mulilleros o areneros, ser acercaban con respeto para indagarle sobre su origen caraqueño y de inmediato sacar una hoja para guardar el autógrafo. No marcaba distancia y dejaba su firma registrada en la emoción de la persona. Sobraron los que con orgullo le dijeron: Yo también soy caraqueño.

De esa vida corta y cargada de buenas ejecutorias ha quedado un legado imperecedero. Los valores de Antonio Bienvenida se esparcieron en Europa y América, conformando una herencia valiosa para la sociedad, de la cual hemos tomado enseñanza en la Venezuela de su nacimiento y, sin vacilar,  lanzamos a nuestra  afición nacional el reto de conformar grupos para hacer del bienvenidismo  una forma de ser, de agruparnos y de  defender nuestra tauromaquia.

Así honramos de manera permanente su nombre y  el de su muy distinguida familia.

(*) Presidente del Capítulo  Nacional Venezuela, miembro del Directorio de Madrid y Delegado exclusivo para América del  Círculo Taurino Amigos de la  Dinastía Bienvenida.

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