RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Gran consternación
ha suscitado el día de hoy la desaparición física del matador de toros mexicano
Mariano Ramos. En horas de la tarde
se confirmaba su fallecimiento, como consecuencia de una enfermedad renal crónica
que se complicó con una ulcera gástrica, el cual le habían operado este pasado
jueves en el Sanatorio Durango de la capital mexicana.
Sus restos
han sido la noche de este viernes velados en el auditorio "Silverio Pérez" de la Asociación Nacional de Matadores
de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares, localizado en la calle de Atlanta
133, a un costado de la Plaza México.
Tal y como
ha señalado el Dr. Jorge Uribe,
médico de la agrupación al portal taurino www.altoromexico.com, quien así mismo estuvo
a su cargo en las dependencias del Sanatorio Durango, el deceso de Mariano se debió a una falla orgánica
que se presentó alrededor de las 11:00 de la mañana. "El jueves en la noche le
hicimos una endoscopia y controlamos el sangrado que tenía, pero el matador
ingresó al hospital con este sangrado del tubo digestivo que había padecido
durante varios días, lo que había afectado gravemente su estado general de
salud. Además, presentaba una coagulopatía, lo que se le complicó con una
disfunción renal y hepática que provocaron su muerte", señaló.
El doctor Uribe comentó que la familia de Mariano tomó la decisión de
transferirlo este mediodía del Sanatorio Durango de la colonia Roma Norte al
Hospital General de Nutrición, en el sur de la ciudad, donde ingresó al área de
terapia intensiva, que fue el lugar donde falleció.
De la mano
del reconocido periodista Juan Antonio
de Labra he aquí la semblanza de un torero quien así mismo en Venezuela escribió
importante paginas de una dilatada tauromaquia, poderosa y variada, como pocas…
Mariano Ramos Narváez nació el 26 de
octubre de 1952 en la Ciudad de México, y se crió en el barrio de La Viga,
donde se hizo charro antes que torero, de ahí que durante toda su carrera se le
conociera como el torero-charro de La Viga, apodo que reflejaba a la perfección
esta dualidad de dos aficiones que tanto le apasionaron en su vida: la
charrería y el toreo.
Desde su
infancia estuvo vinculado al ganado, debido a que su padre, don Rafael Ramos, era un charro consumado.
Y sus hermanos mayores, Rafael y Pepe, que es veterinario, y también
porque la charrería era algo consustancial a su existencia. De tal forma que no
fue complicado verlo ponerse delante de becerros y becerras, o toros criollos y
cebúes, para dar rienda suelta a su afición taurina que, andando el tiempo,
tomó forma con su debut vestido de luces.
Mariano se presentó como
novillero a finales de los sesentas, y tras sumar algunos pocos festejos
formales, pero ya con una sólida experiencia a cuestas, hizo su primer paseíllo
como novillero en la Plaza México el domingo 18 de julio de 1971, donde actuó
al lado de Arturo Magaña y Mauricio Lavat, en la lidia de
ejemplares de la Viuda de Fernández. Tras la muerte del primer novillo, de
nombre "Pollito", dio una vuelta
al ruedo; y al sexto, llamado "Auditor",
le cortó una oreja.
En el coso
de Insurgentes toreó hasta ocho novilladas en aquella Temporada Chica, con el
corte de varias orejas, y fue así como, en poco tiempo, se ganó una alternativa
de categoría en la plaza "Revolución" de Irapuato, la tarde del 20 de
noviembre de 1971. Su padrino fue Manolo
Martínez, que ya era una figura consagrada, y el testigo, Francisco Rivera "Paquirri", con toros de Santacilia.
Mariano siempre demostró
una gran facilidad para comprender las reacciones de los toros, así como un
oficio natural, fundamentado en el poder de la técnica. Su amplia claridad de
ideas, el conocimiento de los terrenos y las distancias, así como su sólido
valor, fueron los argumentos que caracterizaron a su tauromaquia hasta llevarlo
a ser un virtuoso de la lidia.
El 5 de
diciembre de 1971 confirmó su doctorado en La México, de manos de su padrino de
alternativa: Manolo Martínez, que le
cedió la muerte del toro "Antequerano",
de Tequisquiapan,
en presencia de Antonio Lomelín. Y
fue de esta ganadería, precisamente, el formidable "Azucarero", al que el torero charro realizó una de sus
faenas más importantes en este escenario, realizada el 9 de febrero de 1975.
Aunque tampoco sin dejar de olvidar, por supuesto, al magnífico "Abarrotero", de José Julián Llaguno, al que indultó el
6 de enero de 1974.
En el año de
1974 hizo una extensa temporada española de 27 corridas. Debutó en Castellón,
en la Feria de la Magdalena, donde consiguió un valioso apéndice; y pocos días
después actuó con éxito en Valencia, donde salió por la puerta grande. Su
confirmación de alternativa en la plaza de Las Ventas de Madrid, hecho que tuvo
lugar la tarde del 18 de mayo de aquel año en una corrida donde la empresa
concitó un cartel muy original, pues fue Curro
Romero su padrino, ante el testimonio de Francisco Rivera "Paquirri",
con toros de Baltasar Ibán.
A sus
triunfos en plazas de España y México se sumaron largas campañas en Suramérica,
donde consiguió acreditar su cartel en varias plazas de Venezuela y Colombia,
donde cosechó triunfos apoteósicos y se había convertido en un ídolo. Se
recuerdan con cariño sus faenas en la plaza de "Cañaveralejo", de Cali.
Prueba de
ello, y en el cénit de su carrera, cuajó la inolvidable faena el toro "Timbalero", de Piedras
Negras, en la Plaza México, premiada de manera rácana con una oreja. En
esa corrida del 21 de marzo de 1982 -hace ya treinta años- Mariano se impuso con autoridad y gallardía a la fiereza del toro
de don Raúl González, al que después
de domeñar con un gran conocimiento de causa, metió en la muleta para sacarle
muletazos largos, templados y mandones, en medio de la conmoción del público,
que no daba crédito a lo que estaba viendo.
Y una década
después, el 28 de noviembre de 1992, cuajó una de las tardes más importantes de
su carrera en La México, delante de una corrida cinqueña de José Julián Llaguno con la que le pegó
un repaso al maestro José Mari
Manzanares en aquel improvisado mano a mano, cuando Jorge Gutiérrez, que era el tercer espada del cartel, decidió no
torear esta corrida porque se sentía fatal.
El indulto
del toro "Tocayo", de Garfias,
en la Feria de Aguascalientes de 1993 fue otro de los momentos estelares de su
vida, y ahora mismo faltaría tiempo y horas de estudio para poder describir
tantas y tantas tardes de triunfos... y maestría.
Su dilatada
carrera vio pasar años de gloria y las mil corridas, siendo uno de los toreros
que más paseíllos han hecho en la historia de la Plaza México, escenario donde
le hubiese gustado despedirse con dignidad y que, por azares del destino, fue
una de sus asignaturas pendientes.
Aunque
pensándolo bien, dio la impresión de que no lo buscó con tanto afán, pues Mariano sabía que iba a seguir toreando
en esos pueblos de Dios, donde se sentía a gusto con la gente; donde disfrutaba
una corrida, un festival vestido de charro y un buen pulque al final de la
jornada, en compañía de los lugareños. Torero, al fin y al cabo, murió en
activo, ya que el registro de su última corrida data del reciente 19 de marzo,
en San José del Rincón, Estado de México.
Su
inesperada y triste desaparición deja una estela de torero recio, pundonoroso y
con sabor muy mexicano. Un lidiador de pies a cabeza que fue muy poco castigado
por los toros, ya que sólo tenía una cornada chica en una axila y algunas
fracturas de huesos que no revistieron mayor gravedad.
La afición
de Mariano fue desmedida: todos los
días se paraba antes de que anunciara el alba y se iba a entrenar de manera
incansable, lo mismo ensayando el toreo de salón que con vacas toreadas, en
puntas, que pedía a sus ganaderos amigos. Y ayudó a muchos novilleros, sobre
todo a los que le aguantaban el tirón entrenando, pues a veces, inclusive antes
de una tienta, los ponía a embestir de salón en la placita de cualquier rancho.
Detrás de su
trato -a veces huraño-, se escondía un hombre entregado y noble cuando se
sentía en confianza. Astuto para desenvolverse por la vida y ágil de mente, Mariano Ramos era un torero de los de
antes: de pocas palabras en la calle... y muchas virtudes en la plaza. Adiós,
maestro.
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