Una seria corrida,
un segundo toro de gran calidad, una faena de grandes logros pero desigual de
El Cid, capa cara de Luque y adiós tranquilo de un torero singular.
BARQUERITO
LA DESPEDIDA DE El Fundi, torero
singular. Completo: lidiador poderoso, pero también capaz de templarse en los
estilos clásicos, y de seguro repertorio; banderillero de pies y encaje buenos,
y de historia no magra porque, antes de dejar
de parear, les puso reunidas banderillas a más de cien toros de Miura,
por citar una cifra apabullante, y solo una entre tantas; muletero de carácter,
forjado en el toro de pelea, pero capaz también de muchas sutilezas;
estoqueador excelente.
Y, en fin,
una carrera taurina tan singular como su propio perfil de torero: edad, 45
años, veinticinco de ellos como matador alternativa, y seis más de rodaje con
erales, añojos, y utreros; el ratón indomable de una terna –Bote,
Joselito y El Fundi- que dejó huella y marca de prestigio en la Escuela de
Tauromaquia de Madrid. Torero respetado por tirios y troyanos, admirado y
querido por sus pares, héroe inmaculado del torismo francés, pero tenido en
Sevilla por torero de caro fondo.
Y, sin
embargo, nadie dirá que haya sido profeta en su tierra porque le costó entrar
en Madrid tanto como al que más y en Madrid ha sido donde más se le han
regateado méritos: con un toro de Puerto
de San Lorenzo, con aquel feroz de Dolores Aguirre, con el más bravo pablorromero –ya Partido de Resina- que se
haya jugado en Madrid en los últimos quince años. Larga carrera que tuvo, de
arranque, una feliz faena con un toro de Sayalero y Bandrés –un cuvillo, se
diría ahora- hace más de veinte años. La tarde en que, oreja en mano, El
Fundi le dio intencionadamente la espalda al tendido 7 al pasar por
delante de él en el remate de su primera vuelta al ruedo en Madrid. No se lo
perdonaron. El genio independiente de El Fundi, su fondo, su afición y su
resistencia. Voluntad para superar un año 2009 sembrado de graves percances que
estuvieron a punto de acabar con su carrera antes de tiempo. Y con su vida
también.
La temporada
de 2008 fue la más brillante de su dilatada historia. Fue entonces cuando se
hicieron transparentes sus mejores dimensiones: capa, muleta y espada. Una
tarde fantástica en Barcelona, otra en Sevilla, su magisterio en Vic Fezensac,
Arles, Ceret y Bayona. Etcétera. Y un final más digno que grato: el de este año
2012. En él, y solo el pasado mayo, la imprevista, inopinada anécdota de
escuchar por primera y única vez en su vida los tres avisos. Un toro defensivo
de Guardiola
que se le puso imposible con el descabello. En tarde de aguacero y piso
traicionero.
Esa iba a
haber sido la tarde de la despedida. La empresa de Madrid reparó la afrenta.
Ofrecieron a El Fundi una plaza buena en el abono de Otoño. La corrida del Puerto,
que fue una imponente corrida de toros. El primero de los dos que mató El
Fundi, un «Cubilón» de 610
kilos, uno de los de más hondo cuajo que hayan desfilado este año por las
Ventas, si no el que más. Monumental, lustroso, badanudo. A pesar de su
volumen, toro bien hecho. Manseó: probó, desparramó mucho la mirada, escarbó,
hizo hilo, se acostó por las dos manos, se recostó contra el caballo de pica,
se fue suelto de varas, pretendió refugiarse en tablas y, aunque noble, a la
defensiva. Lo toreó bien El Fundi. Espléndidos los muletazos
cambiados por delante para sacarse al toro hasta los medios, tragarle ahí sin
arrugarse y pegarle pases tapados, templados, muy en serio. Y una estocada
desprendida nada sencilla de cobrar.
Fría
entonces la gente, que solo reaccionó, con cierta tibieza, tras el arrastre de
un cuarto de corrida que, justo de fuerzas, frágil, sin mayor aliento, estuvo
pidiendo la muerte enseguida. Sacaron a saludar al tercio a El
Fundi, que se resistió lo indecible. Cuando El Cid volvió a sacarlo
al tercio para brindarle con sincero gesto de afecto el quinto toro, la ovación
–ahora sí- rompió con fuerza. También Daniel
Luque le brindó entre coro de palmas el sexto toro.
La corrida
del Puerto
trajo un segundo toro de sobresaliente calidad –el son por la mano derecha, en
el estilo Lisardo, fue insuperable, el toro planeaba-, y El
Cid, que lo vio enseguida, se descaró con él en una faena de clásico
concepto: distancia, tandas ligadas a engaño puesto, unidad de terrenos, logros
redondos en muletazos sueltos de vertical encaje, temple tranquilo. Pero una
faena de desigual, no lograda con la mano izquierda, más zumbante el toro por
ahí, o más forzado. Ambiente roto en los pasajes redondos y desilusión cuando El
Cid se atascó con la espada.
Tuvo buen
aire en la muleta un sexto toro de tremendo cuajo –paso de cuerna, frentudo,
rizoso, gran quilla- pero a Daniel Luque, tan fácil siempre, le
costó tirar de él y tragarle en las dos bazas en que el toro le puso a prueba
los nervios. Y, entonces, más el Luque
del arrebato controlado que el verdaderamente suficiente. Protestado por
claudicante, el tercer toro se puso a buscar las tablas cuando Luque quiso ponerse en serio. Seis
lances de saludo a cámara lenta fueron la firma mejor del torero de Gerena en
esta tarde de adiós de El Fundi. Frágil de manos el quinto,
algo descaderado o lunanco, resistió más de lo calculado. Un derribo de caballo
pasó factura. Pelea de El Cid de mucho afán, y casi cuerpo
a cuerpo. Trabajo algo sufrido, muchas manchas de sangre en la taleguilla de un
elegante terno rosa y oro.
POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Otra vez el toro enamorado de la luna.
"...y le puso Campanero el mayoral...". El tercero, que se cayó un
poquito y se rajó otro poco más.
En la calle de Serrano, con su fama señorial,
vino al mundo en junio de 1932 Antonio Chenel Albadalejo, Antoñete. Por detrás
de la que fue Casa de la Moneda se hicieron viviendas modestas para los
monederos. El padre de Chenel era monedero de la Casa pero, además, hacía de
monosabio en la plaza de toros. En la vieja y en la nueva. De las casas de los
monederos nunca más se supo. Las Casas de la Moneda, edifico imponente de
Jareño, cayeron víctimas de la cruel piqueta. Yo las recuerdo. Parece
mentira que un arquitecto de Albacete
-Jareño- se atreviera con esos edificios mastodónticos de resonancia prusiana:
las Casas de la Moneda, el Tribunal de Cuentas, el Museo Arqueológico, la
Biblioteca Nacional.
Otra vez Prosperidad-Salamanca. En una taberna
de la calle (de) Lagasca, un cartel de 1983 en Madrid. El Inclusero mató en
octubre una de Cortijoliva, El Puno, una de Palha. Qué miedo. También esa foto
tan tierna de El Gallo (Rafael) y Gallito (Joselito), de 1913, no sé si en
Cádiz. La torería natural de los dos, tan distinta.
Cansancio: se estropeó el documento de la
crónica y hubo que empezar de nuevo cuando ya llevaba matados tres toros.
Viva El Fundi!
FICHA DEL
FESTEJO
Seis toros de Puerto de San Lorenzo (Lorenzo Fraile), de excelentes
hechuras, impecable presentación y serio cuajo. De muy buena nota el segundo.
De bravo carácter el sexto. No se
emplearon primero ni cuarto. El tercero quiso rajarse y casi. Manejable un
quinto mermado por una pelea con un caballo derribado.
El Fundi,
que se despedía, de escarlata y negro, silencio y saludos. El Cid, de rosa y oro, saludos tras un aviso y silencio tras un
aviso. Daniel Luque, de rosa y oro,
silencio en los dos.
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