JESÚS
BAYORT
@JesusBAYORT
Diario ABC
de Sevilla
Lo tenía todo listo para reaparecer en Ronda:
cintura fina, perfil afilado y mirada penetrante. La fiera ya olía su presa.
Había preparado el corazón para volver a pisar el único terreno que conoce.
Sólo entiende la vida a milímetros de la muerte. Artista vestido de gladiador,
sentía que su alma se diluía encerrado y alejado del único que le comprende: el
toro.
- La
cancelación de la Goyesca ha sido un mazazo.
Sí, es una desilusión para toda la tauromaquia. La
decisión de la Junta de Andalucía de reducir el aforo imposibilita el
espectáculo. No nos dejan más remedio que tener esperar a que lleguen mejores
momentos, que seguro los disfrutaremos aún más.
- ¿Pensaba
que esto podía llegar a ocurrir?
Yo me había preparado como nunca. Era un día muy
importante. Tenía previstas cuatro corridas para esta temporada. Aunque no
fueran muchas, para mí tenían muchísima importancia y el compromiso era total.
Si el destino lo ha querido así, no queda otra que tener que esperar.
- Intuyo
por sus palabras que da la temporada por perdida.
Son momentos en los que hay que tener el respeto
suficiente por lo que está ocurriendo en el mundo. Debemos afrontar esta
pandemia con el compromiso que requiere. La verdad que después de lo que ha
ocurrido, prefiero esperar.
- ¿Cómo
había llevado el confinamiento?
Aquí, en casa. Como todo el mundo. Con
incertidumbre, sin saber si torearía este año. A veces me levantaba con ganas
de torear, otras sin ganas de nada. Sentía que esto era una pesadilla. A veces
cogía la muleta y parecía que no sabía. No tenía ganas. Creo que a todos nos
pasó algo así. Deseábamos que llegara el día que nos abrieran las puertas para
sentirnos libres. Creo que la libertad es una de las mejores cosas que tenemos
en nuestras vidas.
- Cuando se
confirmó lo de Ronda cambiarían los ánimos.
La mente cambia por completo: el hecho de vivir
sin un porqué, sin un sentido; levantarte todas las mañanas sin una meta… Los
toreros estamos acostumbrados a tener un objetivo cada cierto tiempo, corridas
que tenemos a la vista. Cuando no las tenemos, te sientes vacío y todo se
convierte en una rutina. No es bueno ni para el cuerpo, ni para el alma, ni
para uno mismo.
- El cartel
era el más fuerte de toda la temporada.
Todos los carteles tienen algo especial. Sobre
todo cuando es tu reaparición y hace mucho tiempo que no toreas en España. Es
el mismo cartel de Sevilla y quizá por eso generó un poco de morbo entre los
aficionados. Estaba Aguado y estaba yo. Tenía ganas de vivir sensaciones
bonitas. Las presentía y por ello me sigo preparando día a día.
- ¿Hay un
nuevo Roca Rey por ver?
Las cosas cambian con el tiempo, para bien y para
mal. Siempre hay cambios. Tanto la persona como el artista o torero. Me
preocupo para que esos cambios sean para bien y que el nivel siempre suba,
aunque haya pasado por momentos difíciles: la lesión, el confinamiento, la
incertidumbre, muchas dudas… Es bonito cuando la fecha se aproxima.
- ¿Se
evoluciona durante un parón?
Piensas mucho, ves vídeos y aprecias cosas que
antes no valorabas. Esos pequeños detalles son los que después terminan
redondeando las grandes faenas.
- ¿Podemos
destacar alguno?
Torear más despacio. Cuando tienes un toro delante
y quieres hacerlo todo, hay que arrollar la razón. Esas ganas de triunfo te
llevan a acelerarte por momentos. Con el tiempo y la experiencia dominas ese
ímpetu. Y consigues una técnica que te hace imprimir el ritmo que
verdaderamente quieres. Llevar al toro a la velocidad que deseas. Es lo que más
me preocupa día a día: que los toros cojan la muleta y que no se vayan, sino
que se deslicen. Obviamente, eso requiere un plus de concentración y estar
dispuesto a que en cualquier momento el toro te pueda girar la cara. Es ahí,
con el toro pasando despacio, cuando realmente cuesta trabajo torear.
- ¿Y lo ha
conseguido realizar durante esta preparación?
En cuanto te centras y concentras, y con una
preparación más a fondo, notas como vuelves a comprometerte con el animal.
Notas que vuelves a pisar ese terreno del toro que tanto pesa. Y más después de
tanto tiempo. Aunque el mayor peso que he tenido fue el hecho de no ponerme
delante de un toro. Tenía incertidumbre y me decía a mí mismo: «a ver si ya no
voy a ser capaz de estar dispuesto a morir». Realmente lo estaba, pero sin
mentalización ni toro por delante no podía comprobarlo. Lo intentaba imaginar
muchas mañanas, muchas tardes… hasta toreando de salón me pensaba que tenía un
toro de verdad. Después de volver a probarlo, recobras esas sensaciones que tanto
te alimentan el alma. Te vuelves a sentir tranquilo y feliz.
- ¿De
verdad se puede estar tranquilo con esa presión?
Es que a mí me pasa justo lo contrario: cuando
debía estar relajado, sin miedo ni presión, estaba con la mayor incertidumbre
de mi vida. Y ahora mismo, pasando miedo en el campo y haciendo esfuerzos
diarios por mantener una disciplina, me encuentro con la mayor tranquilidad.
Esta es mi vida, la que he soñado siempre y la que me hace feliz.
- ¿Y cómo
es esa rutina cuando ya sólo tienes un único objetivo en tu mente?
Empiezo por la mañana con un preparador físico que
viene a diario. También tengo un nutricionista y voy 2-3 días en semana al
fisioterapeuta por todas las lesiones que llevo. Por las tardes siempre toreo
de salón. Me gusta acabar el día con lo que más me gusta. Aunque todo cambia si
hay tentadero: ese día no hago ejercicio ni entreno de salón. Prefiero
reservarme para poder hacer un esfuerzo al cien por cien. Intento tomármelo
como un día de corrida. Me va bien y siempre lo hago así.
- ¿No cabe
tiempo para una distracción?
La distracción no es buena. Existe una gran
diferencia entre la distracción y el relajo. Distraerte de tu día a día es
malo, sobre todo en una profesión en la que te estás jugando la vida. Pero
después de hacer esfuerzos, tras meses de entrenamiento, o después de una
corrida con tanta presión acumulada, es importante tener momentos de
tranquilidad. Porque el cuerpo así lo siente, tu alma lo nota y tu cabeza
revienta. Momentos que puedes compartir con tu familia, seres queridos o como
los quieras tomar. Los sacrificios deben tener una recompensa sí o sí. Si no,
no te motivas.
- ¿No le
pesa cargar con la responsabilidad de la fiesta?
Creo que todos tenemos parte de responsabilidad en
lo que vaya a pasar de aquí en adelante. Aunque no puedo negar que es bonito
cuando el peso recae un poco sobre ti. Es motivador saber que todo por lo que
has soñado y por lo que has luchado va teniendo su recompensa. Y es importante
que esa responsabilidad no se convierta en presión y te pueda. Que sea siempre
mayor la motivación porque estás consiguiendo ese sueño.
- ¿Se
mantiene la misma admiración por ciertos toreros cuando compartes tantas tardes
con ellos?
No. Dejas de admirar algunas cosas porque ya las
ves normales, pero empiezas a admirar otras mucho más grandes porque tú las
estás sintiendo. Y te das cuenta de lo que han conseguido ellos. Esos momentos
tan duros o bonitos por los que tú estás pasando y que sabes que ellos ya los
han pasado. Digamos que es una admiración más grande. Y es bonito torear con
ellos, por esa entrega y pasión. Por esas cosas es una profesión que no se
puede comparar.
- Me
gustaría que se mojara: ¿cuál es el cartel que más le motiva?
Es que no lo sé. Me vas a decir que no me quiero
mojar, pero es como yo lo siento. A mí me motiva mucho más que para anunciarme
me den a elegir una ganadería antes que un cartel. Al fin y al cabo, con el
toro estás tú solo. A los compañeros los respetas por igual. Cada uno torea a
su forma y lo hace bien a su manera. Pero ya te digo, a mí me motiva muchísimo
más la ganadería, que sea una que transmita, de esas que las ves en el campo o
en fotos y dices: «esta corrida va a tener lo que la gente quiere ver, esa
emoción y ganas de coger la muleta. Es lo que me motiva y en lo que pienso.
Cuando estoy armando la muleta delante de un toro no pienso en «Juanito Pérez».
Pienso en él, en el toro. Antes que preocuparme por ciertos toreros prefiero
pensar en cómo me puede embestir esa ganadería, como puede salir a la plaza, si
es grande o chica, si tiene los cuernos muy grandes, si me va a dar miedo…
- Ha tenido
un recuerdo en redes sociales para el Rey Juan Carlos.
Siempre he tenido mucho respeto y cariño por la
Casa Real. Han asistido a muchas tardes en las que he toreado. Creo que es un
hombre inteligente, y si él ha tomado esa decisión, pues tiene todo el derecho
de hacer lo que crea conveniente para su vida, su salud y su familia.
- ¿Dónde se
imagina su futuro: España o Perú?
En los dos sitios, si se puede. Ambos me gustan.
España me acogió como nunca pude imaginar y me enorgullece tener la doble
nacionalidad.
- Maestro,
ídolo e ilusión de la tauromaquia con veintidós años
La reaparición de la máxima figura del momento
tendrá que esperar. Trece meses sin pisar un ruedo español, desde que cortara
su temporada 2019 por Sanfermines. Empezaba ahí la pandemia taurina: la
cancelación de su campaña tuvo un durísimo impacto económico. Las taquillas se
desplomaron tras aquel varapalo. Llevaba diecisiete corridas de toros y rozó el
pleno: dieciséis tardes en las que se colgó el cartel de «no hay billetes».
Toda la responsabilidad a la espalda de un maestro que no esconde su DNI: 22
años. Hace cuatro que llegó a la cúspide y desde entonces despierta tanta
admiración como recelo. No es nada nuevo, ya lo recogía el crítico de ABC
Gregorio Corrochano en su libro «¿Qué es torear?», en el que reflexionaba sobre
las exigencias de los públicos de hace un siglo: «Esta clase de toreros son los
que polarizan toda la responsabilidad. Parece que los demás no tienen nada que
ver con nada. En la época de Guerrita, todas las antipatías son para Guerrita.
En la época de Gallito, éste era el responsable de todo».
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