Los
medios de entretenimiento practican un gincana diario en busca de audiencia
caiga quien caiga, sin miedo al ridículo ni a la vergüenza ajena. Por un
espectador, por un clic, por un punto en las encuestas matan a riesgo de
infantilizar o idiotizar a la sociedad…
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
@JLBenlloch
Redacción APLAUSOS
¡Y la prensa habló de toros!... ¡albricias! O no
tanto, porque en realidad más que de toros habló de toreros. O de sus
circunstancias personales. Me refiero a la prensa generalista en general, si me
permiten el enredo fonético para hacer distinciones porque a nadie escapa que
entre los de ese grupo hay cabeceras (afortunadamente) con conciencia taurina y
respeto que hablan de toros y opinan con normalidad, frecuencia y tino como
siempre se entendió que era escribir de toros, con unos gustos o con otros pero
de toros y toreros. No es la tónica general, la mayoría de ese grupo se
acuerdan de los toros solo cuando truena -bodas, divorcios, cornadas,
escándalos y amoríos varios- y luego están además los del entretenimiento que
también tienen, o se supone, responsabilidades con la calidad informativa y con
la sociedad en su conjunto, que con frecuencia se pasan por el forro, son
medios que practican un gincana diaria en busca de audiencia caiga quien caiga,
sin miedo al ridículo ni a la vergüenza ajena, ya se sabe que por un
espectador, por un clic, por un punto en las encuestas matan a riesgo de
infantilizar o idiotizar a la sociedad y exponer al ridículo a su propia gente
en interminables guardias domiciliarias y persecuciones.
Pues con ser chungo, si me permiten la expresión,
lo de idiotizar a la audiencia o llevar al ridículo a los chicos/as de las
esperas con preguntas obvias, más triste es que muchos protagonistas del toro
se pirren por esos medios a los que buscan febrilmente, ellos y sus gabinetes
de prensa, ignorando a los medios especializados e incluso al grupo de aquellos
generalistas que tratan el toreo desde la óptica del toreo. Para más inri esa
devoción no suele tener un final feliz y los que consiguen entrar en ese
círculo de amarillismo acaban quejándose de las incomodidades que les generan.
Pero aun sabiéndolo hay lista de espera.
Posdata.- Más allá de esa ensoñación por el cuché,
luego, cuando llega el invierno artístico a la espera de que las figuras se
casen, se divorcien, sufran una cornada y/o tengan un desliz…, quien se ocupa
de los chicos, de los festejos menores o de las tardes de feria en las que no
truena el corazón son los medios de siempre. Tenía que decirlo. Eso sin olvidar
que los primeros que se quejan si en El Puerto, pongo por caso, ha habido mucho
público o menos público son esos mismos medios por los que se pirran las
figuras.
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