El
torero de Gerena triunfó en la corrida «Magallánica» de Sanlúcar de Barrameda,
que sirvió para homenajear el quinto centenario de la primera circunnavegación
y el 120 aniversario del coso
JESÚS
BAYORT
@JesusBAYORT
Diario ABC
de Sevilla
SANLÚCAR DE BARRAMEDA (CÁDIZ).- Una preciosa
alfombra de sal recubría el albero de la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda.
¡Cuánto mimo para homenajear el quinto centenario de la primera
circunnavegación! Era éste el de mayor pasión de cuantos llevamos celebrados
durante el último año: seis pavorosos toros que pusieron tanta emoción en el
ruedo como peligro para los toreros. La familia Miura no defraudó en su
reencuentro con la plaza de El Pino, 120 años después de inaugurarla. Y de
Sevilla habían partido en esta ocasión tres «navíos» de estimable envergadura:
Manuel Escribano, Daniel Luque y Pepe Moral. Tres héroes de nuestros tiempos
capaces de afrontar una épica de este calibre, como si se trataran de Fernando
de Magallanes y Juan Sebastián Elcano.
Sería Daniel Luque nuestro particular Juan
Sebastián Elcano. Él encabezó el final de la expedición con un incontestable triunfo.
No le han pesado los seis meses de parón. Y continúa en un estado de plenitud
como si llevara una larga y triunfal temporada. Ya no se deja escapar ni una
oportunidad. Conforme más difícil se le ponen las cosas, más capacidad
demuestra. Se dispuso a torear a la verónica a los toros de la «A» con asas
como si llevaran un hierro más… ¿dulce? Así ocurrió con el segundo de la tarde:
el mérito suplía cualquier carencia de estética. Sin psicosis y con dinamismo.
Lo sacó hasta los medios por lances, hasta cederle el protagonismo a un torero
a caballo: Juan de Dios Quinta. Otra baza a su favor. ¡Qué picador de toros!
Con aires camperos e imponiéndose a cualquier regate de los que le pegó el
colorado. Luque, entre puyazo y puyazo (hasta tres), lo lidiaba como el que
está en una retienta. Sin desbordarse: nunca le verán llegarle el agua al
cuello. Cuando inició el trasteo parecía hasta pequeña la muleta frente a tanto
toro. Le fue consintiendo con la franela retrasada y abriéndole la embestida
hasta encontrar el momento óptimo para asentar las plantas y torearlo con total
pasión. Se tiró con la espada y brilló con el único uso del verduguillo.
Cayeron ahí las primeras dos orejas.
Y otras dos le arrancó al quinto, único del
encierro que bajó de los seiscientos kilos. Rápido vislumbró su condición: tras
un desarme inicial le recetó la mejor dosis para su aspereza: capa baja sin
perderle terreno. Y tampoco le dio opciones para que pensara en el último
tercio: toque pronto y muleta adelantada para conseguir la ligazón y el ritmo.
Sólo tuvo un fallo en su pletórica tarde: el uso de los aceros en este último.
Ni el pinchazo previo ni la siguiente media estocada frenaron el fervor popular
con «Elcano de Gerena».
La cara de Escribano lo decía todo cuando vio
asomar al primero de la tarde. El grandullón cárdeno estaba preparado para
plazas de mayor relieve. Es lo habitual en esta distópica temporada: los
ganaderos envían la cabeza de sus camadas a los únicos compromisos que les
surgen. Ya de salida recordó el porqué del famoso pleito de los Miura que
iniciara Ricardo Torres «Bombita»: estos animales tienen mucha tela que tejer y
merecen un plus de reconocimiento. ¡Qué duro se lo puso al de Gerena! Tanto que
desistió usar los palitroques. Hizo una voluntariosa faena, cimentada en su
oficio y fondo físico, que no pasó a mayores.
Salió más arreado en el cuarto tras los triunfos
de sus compañeros, recibiendo con una larga cambiada de rodillas y continuando
con un interesante inicio a la verónica. Volvió a brillar otro varilarguero:
Juan Francisco Peña. Picadores de la vieja escuela, de los que echan el palo.
La desclasada embestida del animal iba diluyendo el interés por la faena. No
logró conectar con los tendidos, pese a que lo intentó en un largo trasteo. La
falta de triunfo de Escribano fue proporcional a la ausencia de oportunidades
que le ofreció su lote.
Cortó una oreja Pepe Moral al tercero de la
corrida. Estuvo con soltura a la verónica y lo fue rompiendo hacia adelante con
la muleta. Le abrió los caminos en los momentos iniciales y eso le permitió
gustarse en varios lambreazos. Tenía mejor inicio que final el de Miura y por
eso no llegó a redondearse la faena. Lo mató sensacionalmente bien y nadie dudó
en concederle el trofeo. Poca opciones le dio el último de esta corrida
magallánica, con el que decidió abreviar.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Miura, muy bien presentados. Complicado el 1º. Encastado el 2º, de
nombre «Africano», nº 97, de pelo colorado ojo de perdiz, de 630 kilos y nacido
en 02/16, que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Noble y
enclasado el 3º. Noble pero sin emplearse el 4º. Interesante el 5º. Bravo,
encastado y humillador el 6º.
Manuel
Escribano, ovación con saludos y
ovación con saludos tras aviso.
Daniel
Luque, dos orejas y dos orejas.
Pepe
Moral, oreja y silencio.
Entrada: Lleno en el aforo permitido
(sobre 980 personas). *** Saludó Raúl Caricol tras parear al quinto. *** Después del paseíllo se guardó un
minuto de silencio en memoria de las víctimas de la Covid-19 y, a continuación,
sonó el Himno Nacional y la terna de toreros fue invitada a saludar. *** Joaquín Lara ha diseñado la alfombra de 25.000 kilos de sal que
cubre el ruedo del coso de El Pino, que en este 2020 cumple 120 años de vida. *** Junto al aniversario de la plaza,
el lema de la alfombra está dedicado a los 500 años de la gesta de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano en torno al
primer viaje de cirunnavegación de la tierra. *** Toreros y personal de plaza visten a la usanza de la época de
Magallanes y Elcano.
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), sábado 22 de
agosto de 2020. II Corrida Magallánica.
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