Es el
año de la resurrección de los valientes y los olvidados, de los que quieren
demostrar que valen para llevar las grandes ferias
MANOLO
MOLÉS
@ManoloMoles
Redacción
APLAUSOS
Septiembre nos puede dejar un dulce sabor en el
corazón de los aficionados siempre que un rebrote no se lleve por delante
tantas ilusiones. Mal que bien vamos lidiando una temporada atípica sobre el
alambre de la incertidumbre. De cuando en cuando sale el sol, pero el año está
signado por las dudas, los miedos y el “paso atrás” de los grandes. Grandes del
toreo y grandes de las empresas. Es el año de la resurrección de los valientes
y los olvidados, de los que quieren demostrar que valen para llevar las grandes
ferias y los que se han quitado de en medio con un paso atrás, que ahora mismo
es lo fácil, y no sé si también lo aconsejable.
Es el
año de la resurrección de los valientes y los olvidados, de los que quieren
demostrar que valen para llevar las grandes ferias
Todas las empresas grandes se quedaron tras la
cortina a ver si escampa. Los más poderosos cerraron sus palacios desde el
primer momento y dieron por seguro que este año ya te puedes olvidar de los
toros. Y se cerraron a cal y canto los grandes templos de la tauromaquia:
Bilbao, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Salamanca, Madrid está en el alambre
y tantas más. La tauromaquia, hay que dejarlo muy claro, no feneció porque un
grupo de empresarios con mucha afición, con apetito de crecer y llegar a las
grandes ferias se la jugaron de verdad. El dinerito y la salud. Son bastantes
por fortuna. Y hay un dueto que disfruta con el curro: el dúo de los García,
aunque cada cual va por su vereda. Carmelo es incansable y Alberto no pierde
ninguna oportunidad. Es un crecimiento constante a base de dedicarle 24 horas
al día a la Fiesta.
Por ellos y por otros muchos que se la juegan por
dar una, dos o tres corridas, este barco de la temporada no se ha hundido. Por
eso mi homenaje a “la segunda fila” que no solo logró que la temporada no fuera
un fiasco, un páramo, sino que dieron luz y hasta lujo a una feria hecha más
que con dinero a ganar, una feria de sueños, ilusiones y realidad. Si ese
ejército que estaba en la segunda y hasta en la tercera fila ha logrado que el
año más duro no sea un solemne desastre y un motivo para que la afición se
aburra y se borre. Manolito Martínez Erice -el hijo de José Antonio Chopera-,
Manolito Amador y tantos que se han tirado, por amor a la Fiesta, al ruedo de
dar toros.
Por
ellos y por otros muchos que se la juegan por dar una, dos o tres corridas,
este barco de la temporada no se ha hundido. Por eso mi homenaje a “la segunda
fila” que no solo logró que la temporada no fuera un fiasco, un páramo, sino
que dieron luz y hasta lujo
Al año del desastre y dolor le han puesto música y
flores los empresarios no dominantes. Es curioso. Ellos han salvado el año
aquí. En Francia son los grandes empresarios con, atención, el apoyo de los
alcaldes de Dax, Nimes y Arles los que han facilitado que el año taurino no
falleciera de soledad en el rincón del olvido.
El año deja muchos interrogantes. ¿Qué falló? ¿Qué
se hizo bien? Los abandonados pueblos y un ejército de taurinos con hambre,
afición, valor romántico, soñador y echado para adelante han salvado los
muebles de un año en que todos sufrieron. Pero quienes más necesitan apoyo y
respeto y más han perdido son los ganaderos. A ellos hay que cuidar y dar las
gracias. Son la clave.
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