JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
Cualquier avance, cualquier conquista del toreo,
encuentra inmediata respuesta de los enemigos de la Fiesta. Cada paso adelante
desata el fuego graneado de toda su soldadesca. Sin miramientos ni principios,
como les es propio. Lo último ha sido la reacción al éxito de organización y
comportamiento de la corrida de El Puerto. Monedero al frente de sus medios
afines, todos sacaron su bilis y todavía no se han detenido. La persistencia en
la agresión debe hacernos reaccionar. Siempre se dijo con la mejor intención
que el toreo no debe politizarse pero la realidad imperante, es decir ellos,
los enemigos de la Fiesta, incluyo a los anti y hasta a los propios políticos,
lo han politizado. Interesadamente, claro, con el fin irrenunciable de sacar
rédito político (electoral) de la jugada. No debe extrañar porque la vida misma
es política y ahora más que nunca. Política adobada de un tacticismo
descarnado, un caiga quien caiga, sea verdad o sea mentira. Así que aun
entendiendo la buena intención de la teoría de mantenerse al margen de esas
lidias, el mundo del toro tiene que bajarse de su asepsia y cabalgar la ola que
nos ahoga.
O nos hacemos notar como grupo electoral, o conseguimos
demostrar que contamos en esa guerra de intereses que supone la batalla
política, o estamos perdidos. Politizarnos no es adscribirse a unas siglas,
politizarnos es poner en valor nuestra opinión, que sepan que ignorarnos y/o
pisotearnos tendrá un coste
Eso no significa otra cosa que aceptar el reto de
la politización. Es una cuestión vital de defensa propia. Es más: o lo
politizamos o estamos irremediablemente perdidos. Politizarlo no tiene por qué
suponer la adscripción a unas siglas concretas como pretenden para
estigmatizarnos los enemigos de la tauromaquia, nada de eso. Politizarnos es
defendernos en una sociedad vorazmente politizada en la que te defiendes o te
fagocitan. O juegas sus armas o estás listo de papeles. En términos coloquiales
te suben por encima de la montera, te jalan, te comen y ya nos han jalado
muchas cosas, en muchos casos hasta la autoestima. En ese tercio me duele ver
aficionados de siempre tapados o acobardados, dando la batalla por perdida
cuando no señalando a sus propios correligionarios taurinos en nombre de un
puritanismo extremo y no es momento para esos rigores.
Politizarse significa organizarnos, dejarnos notar
como un grupo electoral. Demostrar que contamos en esa guerra de intereses que
supone la batalla política. Que nos tienen en cuenta o de lo contrario lo
notarán el día de las elecciones. Insisto, politizarnos no es adscribirse a
unas siglas a las que, por cierto, cada cual es muy libre de adscribirse o no;
politizarnos es poner en valor nuestra opinión, que sepan que contamos en las
urnas, que lo que están haciendo además de injusto es ilegal, y lo fundamental,
lo único que entienden, hay que hacerles comprender que ignorarnos y/o
pisotearnos tiene un coste.
Cada paso adelante del toreo desata el fuego graneado de toda
la soldadesca antitaurina. Sin miramientos ni principios, como les es propio.
Lo último ha sido la reacción al éxito de organización y comportamiento de la
corrida de El Puerto
No somos los primeros que han pasado por una
situación semejante. Recientemente remitían un comentario al Instagram de
Aplausos, habribamos firmaba, en el que insistía en esa idea y apuntaba
“debemos agruparnos y demostrar una tendencia electoral unánime, solo así
salvaremos la Fiesta” y ponía varios ejemplos “el voto negro es una tendencia,
decía, el voto católico es una tendencia, el voto latino es una tendencia. Y
los políticos respetan los espacios sensibles que esas tendencias defienden”… y
en España no es muy diferente, hay grupos minoritarios que los partidos tienen
en cuenta, muy en cuenta por ese mismo motivo, que tienen sin duda mucho menos
peso electoral que tendría el toreo organizado. Con eso nos bastaría, con que
nos tuviesen en cuenta, viniendo de donde venimos sería un logro que frenaría
su vandalismo cultural e ideológico.
Posdata.- Espero que se haya entendido el titular.
Naturalmente este artículo no tiene ninguna intención de hacer proselitismo
para nadie más que para el toreo que desde siempre quedó claro que era un
sentimiento transversal por mucho que hayan querido ignorarlo o directamente
expulsarnos de la sociedad.
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