martes, 11 de agosto de 2020

EL TENDIDO DE LOS SASTRES - Alarmas encendidas

Cuando menos se lo esperaban los guardianes de la moral y proselitistas del pensamiento único, el toreo, al que ya creían a punto de la puntilla vía virus, se alza, maltrecho, sí, pero bravo.
PACO MARCH
@franciscomarch9 

Osuna,  Estepona, Huelva, El Puerto de Santa María. Ha bastado que estas cuatro plazas de toros andaluzas (también algunas más de otros territorios) dieran corridas de toros para que se encendieran las alarmas, las de quienes tienen las corridas de toros  como depositarias de todos los males del mundo mundial. Tal vez porque - cito, de nuevo y siempre a Bergamín- “son un espectáculo inmoral y, por consiguiente, educador de la inteligencia”.

Resulta que en todas ellas el público colmó – o casi-  los tendidos en el porcentaje, 50 por ciento, permitido por la normativa sanitaria de la Junta de Andalucía. Y resulta también que inmediatamente las redes sociales y los medios de comunicación difundieron imágenes en las que el gentío no parecía respetar las normas de distancia y algunos tampoco el uso obligatorio de mascarilla.

Algunos de “los nuestros”, más papistas que el Papa, se echaron las manos a la cabeza, mientras “los otros” desplegaron todo su arsenal de denuncias, con el eco correspondiente en los medios de comunicación.

Gentes conocidas (considerarles artistas les viene grande) del cine o la canción destilaron su bilis; algún que otro escritor de guardia se sumó al coro; tertulianos del rosa al amarillo mostraron su obscena ignorancia y, claro, los “neo progres” palmeros de ese vicepresidente okupa del Gobierno que mientras España vive una tragedia homérica se dedica a recomendar series televisivas y lucir su moño, no perdieron la ocasión para seguir su cruzada contra la tauromaquia con el argumentario (sic) habitual, en el que toros, España y facha van de la mano. Aunque, hay que reconocerlo, cierta munición para ello se les suministra.

Pero hay otro motivo, quizá “el motivo”.

No es otro que cuando quien más quien menos ya daba la temporada taurina por perdida, algún empresario echó la patalante. Carteles atractivos (con Enrique Ponce omnipresente) y- decíamos- gran respuesta del público. Árnica para tanta congoja de las gentes y alivio para los profesionales que se vistieron de luces, a la espera de que las legítimas reivindicaciones del colectivo sean atendidas por quien corresponde. Que no parece, de momento.

Cuando menos se lo esperaban los guardianes de la moral y proselitistas del pensamiento único, el toreo, al que ya creían a punto de la puntilla vía virus, se alza, maltrecho, sí, pero bravo como corresponde a su estirpe. Y tocan arrebato.

Para las próximas semanas ya se anuncian festejos aquí y allí (con las grandes plazas cerradas, eso sí), más ganaderos que pasan del llanto de llevar los toros al matadero a la gloria del ruedo y más profesionales que ingresan un dinero que mitiga tanta penuria. Y los aficionados, que repartidos por toda la geografía, van a la plaza si les cae a mano o esperan, como está ocurriendo,  que alguna televisión les lleve la corrida a casa. Al respecto, ahí sigue la posibilidad de que el canal de pago organice un determinado números de festejos. Veremos.

Veremos o, tal vez, ya no veamos. Al menos en Andalucía donde, al rebufo de la antes comentada (y, por supuesto, groseramente manipulada) polémica sobre incumplimiento de medidas sanitarias en las corridas mencionadas y las denuncias ( la denuncia, la delación, otra de las cosas que parece que desgraciadamente ha llegado para quedarse y que amenazan nuestra libertad) al respecto, va el Consejero de Presidencia de la Junta y anuncia que lo del metro y medio entre espectadores será condición sin equa non para dar toros, porcentajes al margen. El consejero Bendodo, miembro de un Gobierno tripartito de derechas- no se olvide- ya amenazó hace unos días con un frase que está haciendo fortuna en estos tiempos oscuros entre muchos de sus colegas:  “No me temblará el pulso”, dijo. Eso mismo decía el Caudillo, pese al párkinson, cuando firmaba sentencias de muerte.

Si la pulsión autoritaria de los gobernantes andaluces, esos que lucen banderita rojigualda en la pulsera y se ufanan en proclamar su amor al toro y olé, se convierte en un nuevo y decisivo epígrafe de la normativa, todo lo que estaba por venir, anunciado o no, se va al traste.

Como por ejemplo Linares y Ronda, entre otras.

Nada es casual. No podían permitir que el toreo siguiera en pie.

Puede que se hayan cometido torpezas, algún abuso tal vez, pero el castigo sería tan arbitrario como demoledor.

Y, como siempre, si miramos a Francia vemos que hubo toros en Saintes Maries de la Mer y que habrá en Beziers y Arles (chapó, una vez más, Juan Bautista) y, tal vez, en Nimes. En el imponente Coliseo arlesiano, se pondrán a la venta 5000 localidades, mitad del aforo.

 Lo mismo que ocurrió en Huelva, en el Puerto…

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