lunes, 3 de agosto de 2020

FERIA DE LAS COLOMBINAS – SEGUNDA CORRIDA: Un desastre ganadero frente a la voluntad de toreros y público

El escaso fondo de los toros impidió grandes faenas, aunque el público premió a los toreros con cuatro orejas 
David de Miranda
JESÚS BAYORT
@JesusBAYORT
Diario ABC de Sevilla
Fotos: Arjona
HUELVA

El destino quiso que 528 años después, Huelva sólo tuviera un modo de homenajear la partida de Cristóbal Colón: con una corrida de toros. Y en vez de tres navíos tuvo cuatro: dos toreros locales y dos forasteros. Un ambiente festivo que se apoderó de los tendidos de La Merced, cuyas ansias de ver triunfos superaron a la realidad. Recibieron con palmas por Huelva a sus dos promesas más firmes, Andrés Romero y David de Miranda, y obsequiaron con trofeos cada acierto con los aceros, pese al desastre ganadero.

Los focos estaban puestos en la presencia de Enrique Ponce, el torero del verano. Cinco meses sin torear y en tres días lleva más corridas que el resto del escalafón. Y hoy trenzará su cuarto paseíllo seguido (Plasencia). Que está en un momento pletórico nadie lo duda. Hay un aforismo taurino que supera a la antología de Hipócrates: «Enamorado se torea mejor». No sabemos qué de cierto hay en ello, pero sí se le vio cómodo por el ruedo y con sed de triunfo.
Toreó con especial regusto en el recibo capotero al burraquito primero, una pintura de animal que embistió con mucha clase de salida. Intercaló pasajes a la verónica, a pies juntos, chicuelinas y revolera. Animó el ambiente Abraham Neiro «El Algabeño», que se lo dejó llegar en banderillas y se recreó en la suerte. Cambió el «juampedro» en el último tercio. Sus embestidas se iban descomponiendo conforme Ponce lo pasaba de muleta. Este «Tendero» rápido se despojó de su ritmo y clase inicial. Y el diestro sólo pudo enjaretarlo con el jarabe de las alturas. Persistió durante toda la faena y le dejó una estocada casi entera, que fue suficiente.

Apostó y aprovechó la boyantía inicial de su segundo, con el que había vuelto a reafirmarse a la verónica y en un quite por delantales. No esperó a que sonara el cambio de tercio y ya tenía la muleta montada. Se plantó ante «Nebli» y lo sometió por doblones sin enmendarse. Se movió el toro, pero no terminó de entregarse. La voluntad de Ponce se ahogó en un pozo sin fondo.

Sebastián Castella «debutaba» tras el confinamiento. Y fue soltándose conforme despachaba a su primero. Le aprovechó la inercia inicial para caldear los tendidos con un estático inicio de muleta, a pies juntos. Aunque rápido se aburrió el toro y se esfumaron los ánimos del público. Ya más destensado, vació varios naturales en el extremo de su cintura. Hubo naturalidad durante esos pasajes. Le cayó baja la espada y el público premió con una oreja la celeridad en tronar. Poco o nada le ayudó el sexto, que pronto se defendió y acuso su altura de cruz. Lo sentenció con una extraordinaria estocada.
Le aguantó David de Miranda un parón a escasos centímetros durante un quite por saltilleras. Sonaron al unísono los dientes recién apretados de sus paisanos. Esta «nueva normalidad» no le ha restado aplomo al torero de Trigueros, que sigue consintiendo y aguantándole a los toros hasta límites insospechados. Está cómodo en los terrenos próximos a los pitones. Y así lo demostró. Rápido enmendó el pinchazo inicial, con una estocada en toda la yema que le sirvió para cortar la oreja.

Insistió por el mismo palo en el último toro de la corrida. El octavo. Sin sobreros y pasadas las 23 horas. El público le agradeció su esfuerzo y le premió con otra oreja que no le sirvió para salir a hombros por las medidas sanitarias actuales.
Puso toda la carne en el asador el rejoneador de Escacena del Campo Andrés Romero. Lo recibió metido en el mismísimo túnel de toriles. Sin rejón, y con el marsellés como único apoyo. Intentó encelar con la chaqueta al de San Pelayo, pero cantó pronto la gallina. El toro blandeó de manos y adoleció de celo. Estuvo voluntarioso a lomos de «Caimán», «Guajiro» y «Chamán», con el que dejó un rejón de muerte entero que lo tumbó patas arriba. Sus paisanos le pidieron con insistencia las orejas y el presidente le concedió la primera de la tarde. Brindó su segundo a Miguel Ángel Perera, presente en los tendidos. Y tuvo momentos de especial interés a lomos de «Kabul», «Jerjes» y «Guajiro». Tuvo que hacer uso del descabello y eso le privó de obtener nuevamente premio.

FICHA DEL FESTEJO
Se lidiaron toros de SAN PELAYO (Capea) para rejones, correctos de presentación y de juego desigual, y de JUAN PEDRO DOMECQ para la lidia a pie, armónicos y con escaso fondo para los tercios finales.
ANDRÉS ROMERO, chaquetilla en terciopelo azul: oreja y ovación.
ENRIQUE PONCE, de blanco y azabache: ovación tras un aviso y ovación.
SEBASTIÁN CASTELLA, de lila y oro: oreja y ovación.
DAVID DE MIRANDA, de verde hoja y oro: oreja y oreja.
Se desmonteró José Chacón.
Plaza de La Merced de Huelva.

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