Redacción
APLAUSOS
Ya han pasado 35 años desde que la plaza de toros
de Colmenar Viejo pasara a formar parte de la historia trágica del toreo. Como
Talavera, Manzanares, Linares, Pozoblanco, Teruel, Aire-sur-l'Adour... En ella,
un 30 de agosto de 1985, dejó de latir el corazón de José Cubero “Yiyo” porque
un toro, “Burlero”, se lo había partido en dos. Aquel Príncipe del Toreo murió
en la batalla por un reinado que empezaba a tener en sus manos. El recuerdo de
Yiyo sigue muy vivo y no sólo el de aquella fatídica tarde, sino el de tantas y
tantas en las que dejó marcado el sello de un torero clásico, puro y alegre,
tal y como fue él como persona.
AQUELLA TARDE
Yiyo entró en el cartel por la vía de la
sustitución, ocupando la vacante dejada por Curro Romero. La terna la
completaban Antoñete y José Luis Palomar con toros de Marcos Núñez. La crónica
de aquel festejo la firmó José Antonio del Moral y decía sobre la actuación del
torero del barrio madrileño de Canillejas: "Estuvo muy decidido y valiente
en el tercer toro de la tarde, aguantando tarascadas de un toro que tuvo mucho
genio. Los buenos aficionados le aplaudieron pero el resto de la plaza no le
reconoció su meritoria labor".
"El sexto de la tarde -prosigue-,
"Burlero" de nombre, fue un animal bravo, noble y muy encastado que
hizo una pelea positiva yendo siempre a más. Yiyo lo cuidó muy bien en los
primeros tercios, incluso pidió los cambios del tercio a la presidencia. La
faena de muleta fue larga y muy intensa. Desde luego, la mejor que yo le he
visto a Yiyo en toda su vida. Yiyo quería demostrar a las puertas de Madrid que
había sido una enorme injusticia dejarle fuera en muchísimos carteles de
distintas ferias. Y desde luego consiguió en este toro que toda la plaza le
prestara atención y que todos los aficionados se pusieran de acuerdo en
aplaudirlo y jalearlo a lo largo de una faena que estuvo presidida por la
entrega del torero al mismo tiempo que por su serenidad y temple".
"Las series de muletazos sobre ambas manos fueron muy largas -continúa-,
incluso llegó a dar cuatro redondos seguidos ligados al de pecho sin enmendarse
ni un milímetro. Se rebozó de toro en los pases de pecho que daba con deleite
codilleando a propósito para que resultaran más y más ceñidos. Pienso que se
pasó de faena. Su mismo padre le hacía, desde el callejón, señas evidentes de
que entrara a matar. Pero Yiyo, emborrachado de su propia obra, la prosiguió
hasta que el toro no tenía ya más arrancada. Entró a matar y pinchó. Y volvió a
matar dejando una estocada en todo lo alto, quedando el torero por los
adentros. El toro se le arrancó y aunque Yiyo trató con la muleta de desviar la
embestida certera del toro, no lo logró porque los toros en esas arrancadas
finales de la muerte suelen embestir a ciegas".
"Cayó Yiyo a la arena y giró cuatro veces
sobre sí mismo tratando de que el toro no volviera a recogerlo. Pero el animal
lo siguió alcanzándole de lleno en el costado y propinándole una cornada mortal
que le partió el corazón instantáneamente. El toro levantó a Yiyo del suelo y
la impresión que nos dio a algunos es que la cornada había sido gravísima.
Inmediatamente observamos los gestos de estupor de sus banderilleros. Cuando lo
llevaron por el callejón hacia la enfermería nos asomamos para ver su cara y el
gesto del torero era absolutamente cadavérico. Los ojos abiertos y extraviados,
y el color de la tez, amarillento. Aunque pensamos que iba muerto, no queríamos
creerlo".
La crónica de Del Moral seguía así: "Corrimos
hacia la enfermería y al llegar al patio de caballos, vimos cómo salían del
ruedo José Luis Palomar y Antoñete, destrozados y llorando. Antoñete,
principalmente, salía completamente desmadejado. No cesaba de llorar. Esta situación
en los propios toreros nos hizo pensar lo peor. Pero inmediatamente corrieron
las voces de que Yiyo aún no había muerto, que tenía un hálito de vida y que
aún era posible salvarlo. Todos los que estábamos allí nos agarrábamos a ese
rumor como un clavo ardiente. Sin embargo, algunos de los presentes tenían ya
la certeza de la muerte del torero".
No hay comentarios:
Publicar un comentario