El
mes que debía ser el más taurino del año encara su final mientras el toreo se
inmola en la hoguera de Caín y se endurecen las medidas sanitarias para
celebrar festejos
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
Es obligado volver al asunto. Porque ya no hay
dudas. La guerra fría de los interiores del toreo se ha convertido en un
conflicto abierto. El tema es de calado y trasciende de esa puntual caza de
brujas que les contamos de pe a pa en el Observatorio Taurino de la pasada
semana. El empresario sevillano José María Garzón podría ser un dinámico verso
suelto en medio del monolítico inmovilismo que hoy liga a los pesos pesados de
ANOET. Pero el asunto va más allá: se trata de mantener cierto 'statu quo'; que
nadie se mueva en la foto; que las cosas se queden como están... ¿Y cómo están
las cosas? Ya lo dijo el poeta: "Miré los muros de la patria mía, si un
tiempo fuertes ya desmoronados..."
El toreo, hay que repetirlo hasta la saciedad
volviendo a parafrasear a Ortega, es hijo del tiempo que le toca vivir en cada
momento. Su historia camina paralela a la de la propia piel de toro que vive
momentos tan malos -más allá de la incidencia de la pandemia- en manos de los
peores posibles. Sí, no se puede entender la historia de España sin perder de
vista las corridas de toros. Y estos tiempos bárbaros de pan llevar no son una
excepción.
De la trinchera a la avanzadilla
Pero resulta llamativo, en cualquier caso, que las
grandes firmas del empresariado taurino se hayan instalado en el más absoluto
de los conservadurismos dejando pasar fechas y más fechas, lamentando lo
irremediable cuando el endurecimiento de las medidas de prevención hace
imposible el negocio, tal y como ha pasado en Andalucía. Frente a esa guerra de
trincheras, hay un grupo de empresarios de la segunda a línea que han salido en
avanzadilla. No queda otra...
En realidad no se trata de salir al paso de este
año nefasto sino de ensayar soluciones para un tiempo de excepción que aún no
tiene fecha de vuelta. A partir de ahí cabe seguir haciendo preguntas que
seguramente no tienen respuestas: ¿Qué pasará con las Fallas, la Feria de Abril
y San Isidro en 2021? ¿Qué será de las ferias del cereal y la vendimia? El
panorama que dibujan los distintos rebrotes invita a pensar en una nueva
realidad -nada de normalidad- que demanda valentía, apuesta, capacidad de
cesión y altura de miras. Es difícil ponerle el cascabel a ese gato. A estas
alturas no se trata de que nadie gane dinero. Tampoco de que lo pierda. La
historia pasa por garantizar la supervivencia de este mundo maravilloso que,
como la propia España, atraviesa una noche oscura.
Algunos brotes verdes
Pero la vida sigue... Y aún se dan toros. El
pasado sábado, sin ir más lejos, se pudo celebrar la llamada corrida
magallánica de Sanlúcar de Barrameda. Dejando aparte el tema indumentario -no
está el patio para gracietas- hay que alabar el esfuerzo de la empresa que
comanda Carmelo García y de los propios actuantes -con la ayuda inestimable de
Canal Toros- para echar para delante el espectáculo. Se lidió un corridón de
Miura que ha vuelto a revelar el excelente momento de Daniel Luque, ese camarón
dormido que ha sabido escaparse de la corriente. Luque ya prepara una
trascendental encerrona en la plaza de Aranjuez que podrá beneficiarse de ese
75% de aforo máximo permitido que aún rige en la comunidad de Madrid. Son los mismos
porcentajes que se barajan en Extremadura. La plaza de Mérida, sin ir más
lejos, será el primer escenario que pisen El Juli y Manzanares -con Morante por
delante, que ya se dejó ver en El Puerto- y bajo la batuta de la casa Matilla,
que tendrá muchas más dificultades de las previstas para rescatar la feria de
Jerez en torno al puente de octubre a tenor de las traídas y llevadas medidas
revisadas por la Junta de Andalucía después de la polémica corrida de El
Puerto, convertida en percha de guantadas que no merecía.
Pero andábamos siguiendo el hilo que presta el
tema de la televisión, único consuelo de muchos aficionados. Se había hablado
en público -pero más en privado- de ese largo combo de corridas de cuatro toros
preparadas para ser televisadas. A estas alturas del invento, y a punto de
estrenar el mes de septiembre, nada se sabe de esa iniciativa que pretendía
combinar figuras con toreros más o menos emergentes. Llegados a este punto cabe
cuestionar hasta que punto debe meterse la Fundación del Toro de Lidia en
ciertos charcos. La iniciativa es loable pero las corridas deben montarlas los
empresarios. Esa acción de recuperación debe volcarse en los escalafones
menores, con un mercado que roza la desaparición. Por eso hay que felicitarse
de que la misma FTL haya montado ese circuito de novilladas picadas que, además
de dar sitio a nueve novilleros de toda la geografía andaluza, permitirán abrir
las puertas de cuatro coquetas plazas de ese olvidado y fundamental mercado
rural. El proyecto, mutilado por el covid-19, era más amplio e incluía una gran
final en la mismísima plaza de la Maestranza. No sabemos que deparará el año
que viene pero ése es el camino...
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