Tras
la batalla de El Puerto, el toreo profesional se aleja de Andalucía y se
refugia en Castilla, La Mancha… y Francia. Las televisiones que retransmiten
los festejos dan las máximas audiencias y se agotan los aforos permitidos como
prueba de su arraigo
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
@JLBenlloch
@JLBenlloch
Redacción
APLAUSOS
La temporada taurina resiste las embestidas del
virus y de los anti, que le tienen ganada la mano a la clase política que les
secunda y frecuentemente actúa como tal. Se programan festejos en cuentagotas,
lejos de las grandes plazas, en una campaña más que vigilada prisionera de un
marcaje inquisitorial -ni el de Mangriñán a Di Stéfano- que no aplica a otros
espectáculos. Sucede cada día más alejada de tierras andaluzas donde se presuponía
la complicidad de una administración autonómica que se manifestaba protaurina y
que a las primeras de cambio, en lo que se podía denominar como la batalla de
El Puerto por lo que se ha guerreado (era la gran prueba) se puso de lado y se
sacudió los ropajes de un apoyo que a la postre no ha sido mucho más que
postureo.
Se
programan festejos en cuentagotas, lejos de las grandes plazas, en una campaña
más que vigilada prisionera de un marcaje inquisitorial -ni el de Mangriñán a
Di Stéfano- que no aplica a otros espectáculos
Si hubiese que delimitar el territorio actual de
este batallar del toreo profesional es fácil convenir que la resistencia tiene
lugar de Despeñaperros p’arriba, que curiosamente es la frontera natural en la
que los clásicos decían que el toreo dejaba de ser arte para convertirse en
trabajo -eso decían- y coge fuerza en las últimas horas sobre todo passé des
Pyrénées -pasados los Pirineos- donde el toreo deja de ser arte arcaico o facha
para ser fuente de inspiración para la modernidad y los diseñadores. Como
demostración de ese vigor, Simón Casas ha programado en Nimes la Feria de la
Vendimia como si nada estuviese pasando y algo parecido o casi ha hecho Juan
Bautista en Arles en la conocida Feria del Arroz, en ambos casos con la complacencia
de las autoridades locales. A diferencia de los grandes cosos españoles que
permanecen cerrados a cal y canto, otras plazas galas de primera categoría como
Dax también anuncian carteles de lujo este septiembre.
Frenazo en El Puerto
Los empresarios taurinos en España habían
encontrado un resquicio en la normativa vigente que autorizaba festejos con el
cincuenta por ciento de aforo y las medidas sanitarias habituales en estos
casos, toma de temperatura, geles, distancia… y se apresuraron a programar
corridas con la complicidad comprensiva de toreros y ganaderos que se avinieron
a rebajar honorarios, pero en el primer intento realizado con gran éxito de
público en El Puerto de Santa María, llegó el frenazo. Se acusó al empresario
de haber vendido más localidades de las permitidas, los medios anti orquestaron
una campaña de descrédito y señalamiento que dio pie a la apertura de una
investigación que ha confirmado que no se vendieron más localidades de las
permitidas –en realidad se vendió menos de la mitad del aforo- aunque al
parecer sí hubo más concentración de público en una parte de la plaza que en
otra, imagen que se utilizó para ejercer un furibundo ataque.
En El
Puerto se acusó al empresario de haber vendido más localidades de las
permitidas, los medios anti orquestaron una campaña de descrédito y
señalamiento que dio pie a la apertura de una investigación que ha confirmado
que no se vendieron más localidades de las permitidas
Los efectos fueron ruinosos, los propios de una
batalla clave perdida, y aunque no hubo ningún contagio (no cabe pensar que
hubiese ocurrido en caso contrario) la Junta de Andalucía reaccionó con
presteza y estableció que los espectadores de las plazas a partir de ese
momento deberían guardar una distancia de metro y medio entre ellos, lo que
definitivamente hacía inviable la celebración de grandes espectáculos al
reducir los aforos a la mínima expresión. La norma frenó nuevas programaciones
y llevó a la suspensión de varias corridas ya programadas. En la Comunidad
Valenciana, donde en algún momento se especuló con cierta apertura, se
mantienen los aforos imposibles tanto para los toros de plaza como los de
calle.
Ruina económica
La situación ha llevado al sector a un estado
económico terrible. Los ganaderos están sacrificando en los mataderos a precio
de carne -hasta cincuenta veces más baratos- los ejemplares que habían criado
para ser lidiados en las grandes ferias; las cuadrillas se han encontrado con
que los subsidios establecidos para los trabajadores de la industria cultural
no se les tramitan por orden de la ministra de Trabajo aunque su colega de
Cultura dice que sí tienen derecho; los matadores menos reconocidos se quedaron
en las puertas de una temporada que debería ser crucial para ellos, compuestos
y sin ahorros tras el duro invierno; y las figuras, con honrosas excepciones
que han considerado que es crucial mantener viva la llama de la temporada, han
adoptado una posición conservadora a la espera de mejores momentos si es que
llegan.
A
Algunos empresarios se les ha exigido los alquileres de las plazas aunque no
haya toros, caso de Castellón
Los empresarios no escapan de esta situación: no
pueden programar además de que en algunos casos se les ha exigido los
alquileres de las plazas aunque no haya toros, caso de Castellón, y en otros la
suspensión de las ferias les pilló con gran parte de los costos de producción
desembolsados, casos del mismo Castellón, Valencia o Sevilla. El público, por
su parte, ha respondido generosamente. En la gran mayoría de los casos ha agotado
los aforos permitidos y las televisiones principalmente las autonómicas -Canal
Sur y Castilla-La Mancha Media- que retransmiten los festejos y los hacen
viables económicamente -al menos cubren gastos- y baten récords de audiencia.
Nada que por ahora haya llevado a la autoridad a suavizar las normas. Sigue el
estado de resistencia.
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