El matador de toros extremeño
recibe el galardón más prestigiado de la Tauromaquia de manos de Cristina
Cifuentes y protagoniza la gran gala del toreo, patrocinada por Telefónica y
CaixaBank.
La presidenta de la Comunidad de
Madrid anunció que "no va a permitir que se pierda la Escuela Taurina
Marcial Lalanda".
LUCAS PÉREZ
Madrid
@lucasperezest
Diario ELMUNDO de Madrid
Con la misma seguridad que acostumbra frente al toro, Miguel
Ángel Perera se hizo presente anoche en el Hotel Ritz para recoger el IX Premio
Paquiro de Toros, otorgado por El Cultural de EL MUNDO y copatrocinado por
Telefónica y CaixaBank.
Precisamente la firmeza, la profundidad y la pureza de su
toreo fueron las bases sobre las que cimentó el doble triunfo de su glorioso e
inolvidable San Isidro 2014: dos paseíllos, cinco orejas y dos históricas
salidas a hombros por la Puerta Grande fueron los argumentos que hicieron de su
gesto una gesta y que despejó las dudas al jurado presidido por Felipe Lafita,
como recordó en su discurso Zabala de la Serna, jefe de la sección de Toros de
EL MUNDO: "Tuvo la unanimidad propia del hito que había marcado, porque es
el hito de la temporada lo que el Paquiro premia desde su fundación".
La de anoche era una cita muy especial para Miguel Ángel
Perera. Una noche de contrastes. Por un lado, el saborear las mieles triunfo
como vencedor a ley del galardón más prestigiado de la Tauromaquia. Por otro,
el recuerdo del drama, pues ayer reaparecía en público tras la gravísima
cornada sufrida el 15 de septiembre en Salamanca, donde un toro le atravesó el
abdomen.
A esta vuelta a la vida se refirió el extremeño cuando tomó
la palabra tras recoger el galardón de manos de la presidenta de la Comunidad
de Madrid, Cristina Cifuentes. "Me siento un privilegiado por todo lo que
el toro me está dando y tengo asumido que también hay un precio que pagar por
ello", dijo antes de recordar su triunfo en Madrid. "Sabía lo que era
salir en hombros, pero nunca hasta entonces había podido sentir tantas
sensaciones con la naturalidad que la de mi primera tarde", afirmó en
referencia a su éxito de tres orejas del 23 de mayo.
Diez días después, repetía la cumbre. "Pienso que Dios
premió mi fe y mi convencimiento" para terminar definiendo al toreo como
"un ejercicio de verdad, de vida y de entrega".Cristina Cifuentes fue
la otra gran protagonista de la noche.
Ante la decisión del Ayuntamiento de Manuela Carmena de
eliminar la aportación económica a la Escuela Taurina Marcial Lalanda y el
peligro de su continuidad en las instalaciones de El Batan, la presidenta de la
Comunidad de Madrid tomó la palabra. "Este anuncio dio lugar a la
incertidumbre y a la alarma. Han creado un conflicto donde no lo había. Y
nuestra obligación es solucionar problemas, no crearlos. Confiamos en que la
alcaldesa reconsidere esta decisión y muestre su apoyo a la Escuela",
dijo, y aprovechó para renovar el compromiso de la Comunidad con la Fiesta.
"Los toros no son patrimonio de partidos políticos. Son patrimonio de
todos. No podemos permitir que unos pocos nos la quieran arrebatar. Apoyamos la
Fiesta y actuamos en consecuencia. No vamos a permitir tampoco que la Escuela
Marcial Lalanda desaparezca y trabajaremos para que Madrid siga siendo la
capital mundial del toreo".
La gala del Paquiro volvió congregar a ilustres nombres del
mundo del toro, de la política y de la sociedad. El torero extremeño fue
recibido por el director de EL MUNDO, David Jiménez, junto al presidente de
Unidad Editorial, Antonio Fernández-Galiano, y la directora y el presidente de
El Cultural, Blanca Berasategui y Luis María Anson, alma máter del galardón.
Y no faltaron tampoco a la cita maestros como César Rincón,
Ortega Cano o personalidades como Carmen Martínez-Bordiú, Cayetano Martínez de
Irujo, Esperanza Aguirre o el consejero de Presidencia de la CAM, Ángel
Garrido.
Al recoger la escultura de Víctor Ochoa, Perera pasa formar
parte del listado de ganadores del Paquiro que forman Castella, José Tomás -en
cuatro ocasiones-, Morante, Mario Vargas Llosa junto a Pere Gimferrer y Enrique
Ponce con la Comisión Taurina de la Junta Administrativa de la plaza Vista
Alegre de Bilbao.
Perera anunció el destino benéfico de la dotación económica
del Paquiro, que se repartirá entre la Fundación Hospital y Santa Casa de
Misericordia, Aprosuba, la Asociación Sonríe Olivenza y Aspaceba.
DISCURSO - Perera: 'El toreo no es otra cosa
que verdad, vida y entrega'
Buenas noches, señoras y señores; señora presidenta de la
Comunidad de Madrid, señor presidente de Unidad Editorial, señor director de El
Mundo y demás personalidades e invitados.
Gracias, en primer lugar, Vicente y Felipe, por vuestras
palabras. Es un honor escucharlas en un día como hoy, en el que sólo tengo
palabras de agradecimiento.
Quisiera agradecer también especialmente a CaixaBank y
Telefónica su apoyo durante estos años a Unidad Editorial y en particular a El
Cultural de El Mundo, ya que, con su respaldo, el toreo es reconocido en el
ámbito nacional con un premio de gran relevancia. Y, por supuesto y de manera
particular, quiero agradecer a Don Luis Mª Ansón y a Doña Blanca Berasátegui,
presidente y directora de El Cultural de El Mundo, una de las publicaciones de
referencia en el sector artístico español, que decidieran apostar por la
tauromaquia con la creación y consolidación de este Premio Paquiro.
Aún convaleciente y dolorido del percance de Salamanca, pero
con gran orgullo y plenamente satisfecho, he querido que mi primera aparición
pública tras salir del hospital fuese precisamente aquí, para recoger el premio
Paquiro, "al acontecimiento taurino del año", en su ya novena edición
y que reconoce mi actuación en la feria más importante del mundo durante
2014.Vivir lo que pude vivir en el San Isidro de 2014 está solo al alcance de
muy pocos, elegidos o privilegiados; no sé en cuál de los dos grupos estoy yo,
pero hoy me considero ambas cosas. Creo que todas las temporadas tienen
connotaciones muy personales y muy diferentes y la de 2014 no iba ser menos.
Arrancaba el año precedido de una temporada 2013 muy buena:
ya en aquel San Isidro a punto estuve de salir a hombros con la corrida de
Alcurrucén. Llegaban las primeras ferias de 2014 y, por unos motivos u otros,
no terminaba de alcanzar el gran triunfo rotundo que buscaba. Pasaron Olivenza,
Castellón, Valencia y, ausente en Sevilla, me jugaba mucho en San Isidro.
Además celebraba mi décimo año de alternativa, así que quería hacer algo
diferente, conmemorar este aniversario de manera especial.
Después de las negociaciones lógicas con la empresa,
finalmente mi contratación en Madrid se cerró en dos corridas: Victoriano del
Río y Adolfo Martín (esta última, una ganadería nada habitual en mis
temporadas, pero con muchísimo cartel en Madrid y que me daba mucha confianza
para hacer un gesto diferente).
Las semanas previas a los compromisos isidriles las viví con
la misma intensidad, incertidumbre, dudas, ilusiones y sueños que lo había
hecho años atrás. La verdad es que no hice nada diferente, me tomé todo con la
misma calma que siempre, sin hacer nada extraordinario ni forzar ningún tipo de
preparación. Me centré en la primera tarde, uno de los carteles estrella de San
Isidro, en la que toreaba con El Juli y Manzanares la corrida de Victoriano del
Río. Y esa era la tarde que tenía guardada el destino para mí.
Las circunstancias se me pusieron de cara y yo las
aproveché. Bravucón I y Bravucón II estaban en el lote que me permitiría
sentirme y expresarme en Madrid como no lo había hecho hasta sea fecha. Sabía
lo que era salir en hombros, pero nunca hasta entonces había podido sentir
tantas y tantas sensaciones con la naturalidad que viví ese día. Después de
cortar las dos orejas al primer toro, como podéis imaginar, la felicidad y la
satisfacción me inundaban, pero a la vez la ambición y el amor propio me hacían
pensar que aún me queda un toro más para superar esa barrera de las dos orejas
y hacer de una tarde importante una tarde extraordinaria, como así sucedió:
tres orejas en Madrid.
Pasado el primer compromiso me sentía en una nube, sentía
que había realizado uno de mis sueños. Pasaban los días y me movía entre la
satisfacción y la incertidumbre, la ilusión y el temor, la confianza y las
dudas... Pero siempre, siempre, siempre después de todos estos pensamientos
aparecía la convicción de que si un toro de Adolfo tenía 15 o 20 muletazos se
los iba a pegar como yo siento el toreo: plantas asentadas, muleta adelantada,
sutileza en los toques, longitud y profundidad en el muletazo... Y así fue;
sinceramente, pienso que Dios premió esa fe y ese convencimiento.
Cuando, vencida la tarde, parecía que ya nada podía pasar,
salió Revoltoso, número 46, con 590 kilos. Después de una lidia poco lucida e
irrelevante lo brindé al público. Diez minutos después estaba de nuevo dando la
vuelta al ruedo en Madrid con las dos orejas de aquel toro en la mano. Diez
días después volvía a salir a hombros de la plaza de los sueños. Diez años
después conmemoraba mi alternativa de la mejor manera que podía hacerlo. Había
sido capaz de hacer de mi gesto una gesta.
Espero que con estas palabras hayan podido sentir, de algún
modo, esa felicidad y esa sensación de plenitud que yo viví las dos tardes que
me hicieron merecedor del noveno premio Paquiro. Me siento un privilegiado por
todo lo que el toro me está dando, aunque evidentemente tengo asumido que
también hay un precio que pagar por ello y mi último percance es la última
muestra de ello.
Pero si emocionante es el reconocimiento que se me hace, lo
realmente relevante para mí no es el premio que se me otorga, sino que, gracias
al gran esfuerzo de los organizadores y patrocinadores, el mundo del toro hoy
vuelve a ser ejemplo de grandeza y generosidad hacia los más necesitados.
Hoy, igual que antes hicieron otros compañeros, yo también
quiero donar el importe de este premio a las personas que cada día de su vida
se enfrentan con valor y entereza a la enfermedad, a la soledad, a la
desigualdad, a tantos y tantos miedos que dejan en su alma cicatrices tan
intensas como las que recorren el cuerpo de los toreros después de tantas
cornadas.
Por eso quiero destinar el noveno premio Paquiro, en su
totalidad, a las entidades que a continuación os detallo: Fundación Hospital y
Santa Casa de Misericordia, que presta un servicio indispensable en la
asistencia geriátrica. Aprosuba, Asociación Protectora de Personas con
Minusvalía Psíquica de la comarca de Olivenza, que trabaja por la creación de
centros e instituciones de carácter pedagógico y científico. Asociación Sonríe
Olivenza, que ayuda física y psicológicamente a mujeres que padecen cáncer de
pecho a través de la elaboración de sus cojines solidarios y que recientemente
han comenzado también a elaborar gorritos para niños con leucemia.
A través de la Fundación Inocente Inocente, con la que
llevamos colaborando en diferentes proyectos desde 2008, ayudaremos también a
Aspaceba, Asociación de Parálisis Cerebral de Badajoz.
Ellos y tantos otros niños, mayores, personas con
discapacidades y enfermos, héroes silenciosos ante los envites de la vida, han
tenido siempre tendida la mano del toreo. Porque el toreo no es otra cosa que
verdad, vida y entrega.
Muchas gracias.
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