viernes, 2 de octubre de 2015

PREMIO DE "EL CULTURAL" DE EL MUNDO - Perera: El Paquiro y la vida

El matador de toros extremeño recibe el galardón más prestigiado de la Tauromaquia de manos de Cristina Cifuentes y protagoniza la gran gala del toreo, patrocinada por Telefónica y CaixaBank.
La presidenta de la Comunidad de Madrid anunció que "no va a permitir que se pierda la Escuela Taurina Marcial Lalanda".

LUCAS PÉREZ
Madrid
@lucasperezest
Diario ELMUNDO de Madrid

Con la misma seguridad que acostumbra frente al toro, Miguel Ángel Perera se hizo presente anoche en el Hotel Ritz para recoger el IX Premio Paquiro de Toros, otorgado por El Cultural de EL MUNDO y copatrocinado por Telefónica y CaixaBank.

Precisamente la firmeza, la profundidad y la pureza de su toreo fueron las bases sobre las que cimentó el doble triunfo de su glorioso e inolvidable San Isidro 2014: dos paseíllos, cinco orejas y dos históricas salidas a hombros por la Puerta Grande fueron los argumentos que hicieron de su gesto una gesta y que despejó las dudas al jurado presidido por Felipe Lafita, como recordó en su discurso Zabala de la Serna, jefe de la sección de Toros de EL MUNDO: "Tuvo la unanimidad propia del hito que había marcado, porque es el hito de la temporada lo que el Paquiro premia desde su fundación".

La de anoche era una cita muy especial para Miguel Ángel Perera. Una noche de contrastes. Por un lado, el saborear las mieles triunfo como vencedor a ley del galardón más prestigiado de la Tauromaquia. Por otro, el recuerdo del drama, pues ayer reaparecía en público tras la gravísima cornada sufrida el 15 de septiembre en Salamanca, donde un toro le atravesó el abdomen.

A esta vuelta a la vida se refirió el extremeño cuando tomó la palabra tras recoger el galardón de manos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. "Me siento un privilegiado por todo lo que el toro me está dando y tengo asumido que también hay un precio que pagar por ello", dijo antes de recordar su triunfo en Madrid. "Sabía lo que era salir en hombros, pero nunca hasta entonces había podido sentir tantas sensaciones con la naturalidad que la de mi primera tarde", afirmó en referencia a su éxito de tres orejas del 23 de mayo.

Diez días después, repetía la cumbre. "Pienso que Dios premió mi fe y mi convencimiento" para terminar definiendo al toreo como "un ejercicio de verdad, de vida y de entrega".Cristina Cifuentes fue la otra gran protagonista de la noche.

Ante la decisión del Ayuntamiento de Manuela Carmena de eliminar la aportación económica a la Escuela Taurina Marcial Lalanda y el peligro de su continuidad en las instalaciones de El Batan, la presidenta de la Comunidad de Madrid tomó la palabra. "Este anuncio dio lugar a la incertidumbre y a la alarma. Han creado un conflicto donde no lo había. Y nuestra obligación es solucionar problemas, no crearlos. Confiamos en que la alcaldesa reconsidere esta decisión y muestre su apoyo a la Escuela", dijo, y aprovechó para renovar el compromiso de la Comunidad con la Fiesta. "Los toros no son patrimonio de partidos políticos. Son patrimonio de todos. No podemos permitir que unos pocos nos la quieran arrebatar. Apoyamos la Fiesta y actuamos en consecuencia. No vamos a permitir tampoco que la Escuela Marcial Lalanda desaparezca y trabajaremos para que Madrid siga siendo la capital mundial del toreo".

La gala del Paquiro volvió congregar a ilustres nombres del mundo del toro, de la política y de la sociedad. El torero extremeño fue recibido por el director de EL MUNDO, David Jiménez, junto al presidente de Unidad Editorial, Antonio Fernández-Galiano, y la directora y el presidente de El Cultural, Blanca Berasategui y Luis María Anson, alma máter del galardón.

Y no faltaron tampoco a la cita maestros como César Rincón, Ortega Cano o personalidades como Carmen Martínez-Bordiú, Cayetano Martínez de Irujo, Esperanza Aguirre o el consejero de Presidencia de la CAM, Ángel Garrido.

Al recoger la escultura de Víctor Ochoa, Perera pasa formar parte del listado de ganadores del Paquiro que forman Castella, José Tomás -en cuatro ocasiones-, Morante, Mario Vargas Llosa junto a Pere Gimferrer y Enrique Ponce con la Comisión Taurina de la Junta Administrativa de la plaza Vista Alegre de Bilbao.

Perera anunció el destino benéfico de la dotación económica del Paquiro, que se repartirá entre la Fundación Hospital y Santa Casa de Misericordia, Aprosuba, la Asociación Sonríe Olivenza y Aspaceba.

DISCURSO - Perera: 'El toreo no es otra cosa que verdad, vida y entrega'

Buenas noches, señoras y señores; señora presidenta de la Comunidad de Madrid, señor presidente de Unidad Editorial, señor director de El Mundo y demás personalidades e invitados.

Gracias, en primer lugar, Vicente y Felipe, por vuestras palabras. Es un honor escucharlas en un día como hoy, en el que sólo tengo palabras de agradecimiento.

Quisiera agradecer también especialmente a CaixaBank y Telefónica su apoyo durante estos años a Unidad Editorial y en particular a El Cultural de El Mundo, ya que, con su respaldo, el toreo es reconocido en el ámbito nacional con un premio de gran relevancia. Y, por supuesto y de manera particular, quiero agradecer a Don Luis Mª Ansón y a Doña Blanca Berasátegui, presidente y directora de El Cultural de El Mundo, una de las publicaciones de referencia en el sector artístico español, que decidieran apostar por la tauromaquia con la creación y consolidación de este Premio Paquiro.

Aún convaleciente y dolorido del percance de Salamanca, pero con gran orgullo y plenamente satisfecho, he querido que mi primera aparición pública tras salir del hospital fuese precisamente aquí, para recoger el premio Paquiro, "al acontecimiento taurino del año", en su ya novena edición y que reconoce mi actuación en la feria más importante del mundo durante 2014.Vivir lo que pude vivir en el San Isidro de 2014 está solo al alcance de muy pocos, elegidos o privilegiados; no sé en cuál de los dos grupos estoy yo, pero hoy me considero ambas cosas. Creo que todas las temporadas tienen connotaciones muy personales y muy diferentes y la de 2014 no iba ser menos.

Arrancaba el año precedido de una temporada 2013 muy buena: ya en aquel San Isidro a punto estuve de salir a hombros con la corrida de Alcurrucén. Llegaban las primeras ferias de 2014 y, por unos motivos u otros, no terminaba de alcanzar el gran triunfo rotundo que buscaba. Pasaron Olivenza, Castellón, Valencia y, ausente en Sevilla, me jugaba mucho en San Isidro. Además celebraba mi décimo año de alternativa, así que quería hacer algo diferente, conmemorar este aniversario de manera especial.

Después de las negociaciones lógicas con la empresa, finalmente mi contratación en Madrid se cerró en dos corridas: Victoriano del Río y Adolfo Martín (esta última, una ganadería nada habitual en mis temporadas, pero con muchísimo cartel en Madrid y que me daba mucha confianza para hacer un gesto diferente).

Las semanas previas a los compromisos isidriles las viví con la misma intensidad, incertidumbre, dudas, ilusiones y sueños que lo había hecho años atrás. La verdad es que no hice nada diferente, me tomé todo con la misma calma que siempre, sin hacer nada extraordinario ni forzar ningún tipo de preparación. Me centré en la primera tarde, uno de los carteles estrella de San Isidro, en la que toreaba con El Juli y Manzanares la corrida de Victoriano del Río. Y esa era la tarde que tenía guardada el destino para mí.

Las circunstancias se me pusieron de cara y yo las aproveché. Bravucón I y Bravucón II estaban en el lote que me permitiría sentirme y expresarme en Madrid como no lo había hecho hasta sea fecha. Sabía lo que era salir en hombros, pero nunca hasta entonces había podido sentir tantas y tantas sensaciones con la naturalidad que viví ese día. Después de cortar las dos orejas al primer toro, como podéis imaginar, la felicidad y la satisfacción me inundaban, pero a la vez la ambición y el amor propio me hacían pensar que aún me queda un toro más para superar esa barrera de las dos orejas y hacer de una tarde importante una tarde extraordinaria, como así sucedió: tres orejas en Madrid.

Pasado el primer compromiso me sentía en una nube, sentía que había realizado uno de mis sueños. Pasaban los días y me movía entre la satisfacción y la incertidumbre, la ilusión y el temor, la confianza y las dudas... Pero siempre, siempre, siempre después de todos estos pensamientos aparecía la convicción de que si un toro de Adolfo tenía 15 o 20 muletazos se los iba a pegar como yo siento el toreo: plantas asentadas, muleta adelantada, sutileza en los toques, longitud y profundidad en el muletazo... Y así fue; sinceramente, pienso que Dios premió esa fe y ese convencimiento.

Cuando, vencida la tarde, parecía que ya nada podía pasar, salió Revoltoso, número 46, con 590 kilos. Después de una lidia poco lucida e irrelevante lo brindé al público. Diez minutos después estaba de nuevo dando la vuelta al ruedo en Madrid con las dos orejas de aquel toro en la mano. Diez días después volvía a salir a hombros de la plaza de los sueños. Diez años después conmemoraba mi alternativa de la mejor manera que podía hacerlo. Había sido capaz de hacer de mi gesto una gesta.

Espero que con estas palabras hayan podido sentir, de algún modo, esa felicidad y esa sensación de plenitud que yo viví las dos tardes que me hicieron merecedor del noveno premio Paquiro. Me siento un privilegiado por todo lo que el toro me está dando, aunque evidentemente tengo asumido que también hay un precio que pagar por ello y mi último percance es la última muestra de ello.

Pero si emocionante es el reconocimiento que se me hace, lo realmente relevante para mí no es el premio que se me otorga, sino que, gracias al gran esfuerzo de los organizadores y patrocinadores, el mundo del toro hoy vuelve a ser ejemplo de grandeza y generosidad hacia los más necesitados.

Hoy, igual que antes hicieron otros compañeros, yo también quiero donar el importe de este premio a las personas que cada día de su vida se enfrentan con valor y entereza a la enfermedad, a la soledad, a la desigualdad, a tantos y tantos miedos que dejan en su alma cicatrices tan intensas como las que recorren el cuerpo de los toreros después de tantas cornadas.

Por eso quiero destinar el noveno premio Paquiro, en su totalidad, a las entidades que a continuación os detallo: Fundación Hospital y Santa Casa de Misericordia, que presta un servicio indispensable en la asistencia geriátrica. Aprosuba, Asociación Protectora de Personas con Minusvalía Psíquica de la comarca de Olivenza, que trabaja por la creación de centros e instituciones de carácter pedagógico y científico. Asociación Sonríe Olivenza, que ayuda física y psicológicamente a mujeres que padecen cáncer de pecho a través de la elaboración de sus cojines solidarios y que recientemente han comenzado también a elaborar gorritos para niños con leucemia.

A través de la Fundación Inocente Inocente, con la que llevamos colaborando en diferentes proyectos desde 2008, ayudaremos también a Aspaceba, Asociación de Parálisis Cerebral de Badajoz.

Ellos y tantos otros niños, mayores, personas con discapacidades y enfermos, héroes silenciosos ante los envites de la vida, han tenido siempre tendida la mano del toreo. Porque el toreo no es otra cosa que verdad, vida y entrega.

Muchas gracias.

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