El
torero de Torrejón de Ardoz se convierte en matador de toros con asombroso
desparpajo con una enorme bueyada de Vellosino y cosecha la simpatía y las
ovaciones de Madrid; Eugenio de Mora estropea con el acero una inteligente
faena; Uceda Leal ejecuta dos perfectos volapiés.
ZABALA DE LA SERNA
Madrid
@zabaladelaserna
Fotos: EFE
Hubo
un tiempo en el que el pliego de condiciones de Las Ventas exigía a un torero
del mismo grupo o similar categoría para sustituir a otro matador. A Gonzalo
Caballero le ofrecieron de un día para otro el sitio de López Simón y ¡la
alternativa! Caballero ni se lo pensó con la misma filosofía atlética de su
amigo Simón. Y el tipo, a falta de credenciales que le avalasen las exigencias
de los viejos pliegos, le echó valor a paladas para tapar bocas. A Taurodelta
independientemente ya le había salido redonda la cosa a tenor de la escasa
devolución y el diferencial de caché. Como para que José Luis Blanco se compre
una corbata sin lamparones.
Gonzalo
se doctoró con Cerillero II, un toro de casi seis años, colorado encendido,
casi retinto, y de una altura de agujas que hacía la recortada estatura del
toricantano así como de la Tierra Media. De Vellosino el hierro, la divisa y la
abueyada embestida. De salida dormida, despistada, ausente. Espabiló en
banderillas cuando tuvo a tiro de lejos a los peones. Curioso. Entretanto,
había surgido la primera demostración de redaños de Caballero en un ceñido
quite con el capote a la espalda y una airosa revolera. La prontitud de
hipermetropía del vellosino casi estropea la ceremonia alternativa.
Gonzalo Caballero |
Por
estatuarios impertérritos prologó Gonzalo Caballero, que soltó la izquierda en
un bonito pase del desprecio y una trincherillerilla bella. Interpretó bien la
distancia, se encajó y toreó con fluidez con la mano derecha aquellas
embestidas boyanconas que humillaban hasta donde la propia morfología del toro
permitía. Suelto y resuelto el nuevo matador, ligado y asentado en los de
pecho. Al natural quedó la colocación de ganar el pitón contrario con esos
pasitos de procesión que tanto gustan en Madrid. El cierre rodilla en tierra
hacia tablas tuvo su aquél y la despedida definitiva por bernadinas, una
sinceridad acongojante. El brazo de Gonzalo, como el de mítico Minuto, no daba
más de sí ante la brutalidad de la alzada. A la hora de matar acusó más la
diferencia de escalas, pero la fuerte ovación reconoció la entrega.
A
Uceda Leal y Eugenio de Mora -revival de los 90- les tocaron consecutivamente
Colombino I y Colombino II, dos toros que no había por donde cogerlos, ni por
dentro ni por fuera con su trémula mansedumbre y su escaso remate. El segundo
de los colombinos se prestó algo más en la muleta de Mora, que algún pasaje
robó; el primero murió de una estocada cabal de Uceda Leal. Todavía la superó
el perfecto volapié con el cinqueño cuarto, un tío carifosco, cuajado y con la
misma casta de las vacas sagradas de la India. Uceda ha sido el más depurado
estoqueador de los últimos 25 años.
Uceda Leal |
El
Vellosino siguió su recital de bueyes con el grandón y zancudo quinto, que
causó algún atragantón entre los hombres de plata. Como la veteranía es un
grado, resolvió El Puchi el mal rato de Víctor Cañas, vestido de un barquillo amarillo
como para destintarlo.
Eugenio
de Mora lo entendió perfectamente de terrenos y alturas, entre las rayas y
dejándole a su aire por el pitón derecho de intensos viajes. Desde el inicio de
rodillas esa fue la mano, que por el lado contrario arrollaba. Tandas
castellanas de limpieza nítida. La espada se interpuso en el camino de una
recompensa mayor.La alegría regresó con el inesperado Gonzalo Caballero y sus
verónicas al cuajado sexto, rematadas de rodillas. Uceda pintó en el que
llamaban quite del perdón una torera media. Curro Robles se desmonteró por la
espectacularidad de sus pares. El tranco chochón del vellosino más hechurado le
valió a Caballero para arrancar la faena por la espalda. Pero aquella nobleza
frágil se apagó a la velocidad de la luz y se impuso otra vez la actitud de un
chaval que se convirtió en matador con un desparpajo de asombro. La ovación de
despedida sonó a bienvenida a Madrid. A saber qué pensaría Simón en el lecho
del dolor de la bueyada que le habían preparado cariñosamente.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Sábado, 3 de
octubre de 2015. Tercera de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Vellosino, grandotes de desiguales remates y seriedades, más
cuajados los tres últimos; mansos y bueyunos; 1º y 5º se prestaron por el
derecho.
Uceda
Leal, de tabaco y oro. Estocada
(silencio). En el cuarto, gran volapié y dos descabellos (silencio).
Eugenio
de Mora, de coral y oro. Dos pinchazos y
estocada (silencio). En el quinto, pinchazo, estocada y dos descabellos
(ovación).
Gonzalo
Caballero, de blanco y plata. Pinchazo,
estocada desprendida y descabello. Aviso (saludos). En el sexto, pinchazo y
estocada. Aviso (gran ovación de despedida y saludos).
Eugenio de Mora |
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