miércoles, 7 de octubre de 2015

FERIA DE OTOÑO – SEGUNDA CORRIDA: El sincero valor de Gonzalo Caballero entre bueyes

El torero de Torrejón de Ardoz se convierte en matador de toros con asombroso desparpajo con una enorme bueyada de Vellosino y cosecha la simpatía y las ovaciones de Madrid; Eugenio de Mora estropea con el acero una inteligente faena; Uceda Leal ejecuta dos perfectos volapiés.
Alternativa de Gonzalo Caballero de manos de Uceda Leal
ZABALA DE LA SERNA
Madrid
@zabaladelaserna
Fotos: EFE

Hubo un tiempo en el que el pliego de condiciones de Las Ventas exigía a un torero del mismo grupo o similar categoría para sustituir a otro matador. A Gonzalo Caballero le ofrecieron de un día para otro el sitio de López Simón y ¡la alternativa! Caballero ni se lo pensó con la misma filosofía atlética de su amigo Simón. Y el tipo, a falta de credenciales que le avalasen las exigencias de los viejos pliegos, le echó valor a paladas para tapar bocas. A Taurodelta independientemente ya le había salido redonda la cosa a tenor de la escasa devolución y el diferencial de caché. Como para que José Luis Blanco se compre una corbata sin lamparones.

Gonzalo se doctoró con Cerillero II, un toro de casi seis años, colorado encendido, casi retinto, y de una altura de agujas que hacía la recortada estatura del toricantano así como de la Tierra Media. De Vellosino el hierro, la divisa y la abueyada embestida. De salida dormida, despistada, ausente. Espabiló en banderillas cuando tuvo a tiro de lejos a los peones. Curioso. Entretanto, había surgido la primera demostración de redaños de Caballero en un ceñido quite con el capote a la espalda y una airosa revolera. La prontitud de hipermetropía del vellosino casi estropea la ceremonia alternativa.
Gonzalo Caballero
Por estatuarios impertérritos prologó Gonzalo Caballero, que soltó la izquierda en un bonito pase del desprecio y una trincherillerilla bella. Interpretó bien la distancia, se encajó y toreó con fluidez con la mano derecha aquellas embestidas boyanconas que humillaban hasta donde la propia morfología del toro permitía. Suelto y resuelto el nuevo matador, ligado y asentado en los de pecho. Al natural quedó la colocación de ganar el pitón contrario con esos pasitos de procesión que tanto gustan en Madrid. El cierre rodilla en tierra hacia tablas tuvo su aquél y la despedida definitiva por bernadinas, una sinceridad acongojante. El brazo de Gonzalo, como el de mítico Minuto, no daba más de sí ante la brutalidad de la alzada. A la hora de matar acusó más la diferencia de escalas, pero la fuerte ovación reconoció la entrega.

A Uceda Leal y Eugenio de Mora -revival de los 90- les tocaron consecutivamente Colombino I y Colombino II, dos toros que no había por donde cogerlos, ni por dentro ni por fuera con su trémula mansedumbre y su escaso remate. El segundo de los colombinos se prestó algo más en la muleta de Mora, que algún pasaje robó; el primero murió de una estocada cabal de Uceda Leal. Todavía la superó el perfecto volapié con el cinqueño cuarto, un tío carifosco, cuajado y con la misma casta de las vacas sagradas de la India. Uceda ha sido el más depurado estoqueador de los últimos 25 años.
Uceda Leal
El Vellosino siguió su recital de bueyes con el grandón y zancudo quinto, que causó algún atragantón entre los hombres de plata. Como la veteranía es un grado, resolvió El Puchi el mal rato de Víctor Cañas, vestido de un barquillo amarillo como para destintarlo.

Eugenio de Mora lo entendió perfectamente de terrenos y alturas, entre las rayas y dejándole a su aire por el pitón derecho de intensos viajes. Desde el inicio de rodillas esa fue la mano, que por el lado contrario arrollaba. Tandas castellanas de limpieza nítida. La espada se interpuso en el camino de una recompensa mayor.La alegría regresó con el inesperado Gonzalo Caballero y sus verónicas al cuajado sexto, rematadas de rodillas. Uceda pintó en el que llamaban quite del perdón una torera media. Curro Robles se desmonteró por la espectacularidad de sus pares. El tranco chochón del vellosino más hechurado le valió a Caballero para arrancar la faena por la espalda. Pero aquella nobleza frágil se apagó a la velocidad de la luz y se impuso otra vez la actitud de un chaval que se convirtió en matador con un desparpajo de asombro. La ovación de despedida sonó a bienvenida a Madrid. A saber qué pensaría Simón en el lecho del dolor de la bueyada que le habían preparado cariñosamente.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Sábado, 3 de octubre de 2015. Tercera de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Vellosino, grandotes de desiguales remates y seriedades, más cuajados los tres últimos; mansos y bueyunos; 1º y 5º se prestaron por el derecho.
Uceda Leal, de tabaco y oro. Estocada (silencio). En el cuarto, gran volapié y dos descabellos (silencio).
Eugenio de Mora, de coral y oro. Dos pinchazos y estocada (silencio). En el quinto, pinchazo, estocada y dos descabellos (ovación).
Gonzalo Caballero, de blanco y plata. Pinchazo, estocada desprendida y descabello. Aviso (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada. Aviso (gran ovación de despedida y saludos).
Eugenio de Mora

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