lunes, 12 de octubre de 2015

FERIA DE EL PILAR EN ZARAGOZA - Talavante se lleva la tarde con permiso de Urdiales

El torero extremeño desoreja al mejor toro de una desigual corrida de escaso fondo y poder de Núñez del Cuvillo; el matador de Logroño corta una oreja; pinceladas sin suerte de Morante.

ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de Madrid

Los cuatro gatos antitaurinos maullaban a las puertas de La Misericordia que se rebosaba por la cubierta de Arturo Beltrán. Las pancartas de "Cataluña y Baleares taurinas" incendiaron un trueno de ovación, gritos de "¡libertad, libertad, libertad!". Cojonudo. Pero eso en las urnas del 20-D contra los partidos no comprometidos con la Tauromaquia, la mayor industria cultural de España sin contar el fútbol como Cultura: 12.000 a 200. Esa era ayer, y es, la proporción: el cartel de "no hay billetes". Háganse valer donde les duele.

Como las trincheras poderosas de Diego Urdiales con el manso topador de Cuvillo, cornalón, bizco y estrecho. La izquierda la vio Urdiales. Clara, a su aire, enfrontilado y torero. Tandas cortas al vuelo y el de pecho a la hombrera contraria, aunque tocase al vaciar, fuera de todas las querencias que camelaba el bicho por arreones en banderillas. La plaza con Urdiales encajado y el toro más con la plaza que con Diego. Así de distraído y a veces remontado. Para doblarse con él cuando arrollaba al ataque por la derecha. Por los costaos, como si fuera la CUP. El tramito de faena que prolongó lo arregló fulminante por el rincón de Ronda. Otra oreja de ley en coso de peso. Pignatelli rendido.

Y siguió entregado con Alejandro Talavante con un cuvillo descolgado, cornidelantero y liviano. Desde el capote a la verónica pasando por el soberbio quite por chicuelinas de Morante a la réplica por Chicuelo y Villalta de Talavante. Sustituía a Ponce el torero extremeño, que mondó lo que quedó de toro con la distancia precisa y la exigencia oportuna. Por una y otra mano hasta que se requirió pronto la quietud de las luquecinas, como en la obertura por estatuarios había sido. Bramaban los tendidos en los cambios de mano por detrás, por delante, en la arrucina, la espaldina, en la suerte tancredista, tan campera y original. Contada la faena de tiempo. Exacta como la estocada. La estocada y las orejas de una tacada. Un golpe de fantasía en la mesa para reivindicar su septiembre ausente y doliente.

Morante como entremés, una vez más, y van mil, sorteó lo menos agradecido. Un toro melocotón de hechuras armónicas, redondo y sin poder ni fondo y un cuarto castaño, basto y abueyado. Las pinceladas de la Marisma, el querer en las líneas naturales, al hilo sino a la pala del pitón, el apunte aquel de Ruano y el de aquí de Casero... Lápices de carboncillo que el viento borra y la memoria de los peces recordó con una ovación.

Otro toro que apenas podía con la penca del rabo sería el quinto con sus calidades, la clase de la impotencia. Diego Urdiales trató de mimarlo en su altura, en su recta, en su tacto, pero finalmente con demasiada insistencia cuando no había nada que rascar. El personal reconoció su estar y su mano.

El toro de la jota realmente era para cantarle una nana. Sin picar se lo dejó Alejandro Talavante, que había jugado los brazos a la verónica con más soltura que embroque; para embroque las poquitas de Morante y las escasas de Urdiales. Talavante en ayudados por alto de suerte cargada se sintió y por la derecha, que era la mano, desarrolló el molde que le explicó Curro Vázquez. La reunión. La vida se acababa y por la zurda no halló el empleo. No lo había. Y menos sin espada. Suyo había sido el lote. Suya la tarde. Con permiso de Urdiales.

Postdata: En tarde de figuras de plata, un sombrero para el capote de Carretero y otro para los palos de Trujillo. Y yendo con el oro de la sabiduría de Pepe Teruel y saludando al hijo de Michelín los hilos de argenta del toreo se valoran más. Por su historia.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Misericordia. Domingo, 11 de octubre de 2015. Primera de feria. No hay billetes.
Toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de hechuras, remates y seriedades; muy bueno el 3º sin duración; humillador sin fuerza ni fondo el 1º; topador, remontado y con viaje a su aire por el izquierdo el 2º; basto y boyancón el 4º; derrengado el 5º; bondadoso y de escasa vida el 6º.
Morante de la Puebla, de nazareno y oro. Dos pinchazos y media estocada (silencio). En el cuarto, estocada honda desprendida (saludos).
Diego Urdiales, de rioja y oro. Estocada rinconera (oreja). En el quinto, estocada honda ladeada (saludos).
Alejandro Talavante, de gris tórtola y oro. Estocada (dos orejas). En el sexto, media estocada pasada y tendida y varios descabellos (ovación de despedida). Salió a hombros.

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