El
matador de Lorca pincha el triunfo con el mejor toro de una durísima, morucha y
desigual corrida de Adolfo Martín; superior lección lidiadora y de
profesionalidad de Rafaelillo con un lote de pedernal.
Paco Ureña |
ZABALA DE LA SERNA
Madrid
@zabaladelaserna
Fotos: EFE
La
corrida discurría como si fuese un documental de National Geographic, un safari
de toreros. Los toros de despeje de plaza de Adolfo Martín se movían como
depredadores frente a una manada de gacelas. Ese sigilo de pantera, el sónar
activado. A últimas vino a saltar un adolfo que habría de convertirse en el
mejor no sólo de la corrida -una amalgama de cruzas y ninguna brava-, sino de
esta Feria de mansos y bueyes.
De
la enfermería regresó Paco Ureña con la muñeca resentida de la paliza en el
ecuador de la tarde. Esperaba ese sexto que sería por la izquierda un tacazo.
Murciano se llamaba. Como aquel victorino de 2002 al que aún se recuerda por su
torrencial bravura. Otra manera de embestir este Murciano.
Y otra forma de
torear respecto a otras tardes la de este otro murciano de Lorca, más encajado
y roto. Enfrontilado y a pies juntos la versión más pura. Tanto se sintió Ureña
que rompió a llorar. El alma castigada como el cuerpo por otra voltereta que
había sufrido despatarrado en derechazos larguísimos. Se precipitó al entrar a
matar con la plaza en el corazón. Otro pitonazo. Y un sablazo que daba al
traste con las orejas presentidas tal y como respiraba Madrid. La vuelta al
ruedo fue premio de consolación. Como Murciano, tapadera para la durísima y
mala corrida; claro que para peñazos los de Vellosino y del Puerto de San
Lorenzo. Pero quietos ahí: que aquello fuera así no significa que los adolfos
fueran la pura casta de Albaserrada, no jodamos.
Lo
de Rafael fue de muy tío y torero curtido con un manso rematado y fuerte que
desde el principio estuvo con él. Los doblones de poderío y apertura parieron
un sensacional cambio de mano por la izquierda, que sería el flanco por donde
de vez en cuando poder escapar. Porque sobre la derecha aquello se convertía en
la cacería del hombre, viejo lidiador sobre las piernas. El taponazo que encajó
el matador de Murcia con la espada lo libró de milagro; el siguiente volapié
alumbró un formidable espadazo. La ovación lo empujó hasta la boca de riego.
Chapó. Y más registros que habría de inventarse en la chistera con el cinqueño
cuarto que lo quería atrapar por las axilas... Tarde de gran profesional.
Fernando
Robleño pasó también las de Caín con un bajo cárdeno oscuro de armada testa que
se ponía directamente por delante. Fijeza de carnicero. No pasaba. Ni modo. Lo
más efectivo que pudo hacer fue darle mulé. Como al noblón y sosasemente
dormido quinto, que al menos le permitía colocarse.
Antes
del éxtasis del murciano Ureña y el Murciano adolfo, el cornipaso tercero
pareció recién desembarcado de la sabana africana por su enjuta anatomía. Paco
Ureña voló el capote con buen juego de brazos. Humillaba el adolfo con su
conformación de pitones, pero de fuerza y recorrido andaba tan cortito como de
carnes. Y rebañaba cuando no se quedaba por debajo. Ureña realizó un esfuerzo
de quietud como si estuviera con una vaca vieja. Cobró más que una estera.
Quiso hacer la suerte de recibir en la misma boca de riego, que hubiera sido
mucha suerte si le sale...
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Domingo, 4
de octubre de 2015. Última de feria. Tres cuartos largos de entrada.
Toros de Adolfo Martín, muy desiguales en su seriedad; bajó el cornipaso y
enjuto 3º; destacó el 6º especialmente por el izquierdo en un conjunto morucho
y complicadisísimo; el soso 5º se dejó.
Rafaelillo,
de habano y oro. Pinchazo y espadazo (saludos en los medios). En el cuarto,
pinchazo y estocada honda (saludos).
Fernando
Robleño, de blanco y plata. Pinchazo y
estocada rinconera (silencio). En el quinto, estocada atravesada y fulminante
(silencio).
Paco
Ureña, de rosa chicle y oro. Pinchazo en la
suerte de recibir y estocada pasada y rinconera (saludos). En el sexto,
pinchazo, estocada en los bajos que hilvana y asoma y estocada. Aviso (vuelta
al ruedo).
PARTE
MÉDICO: Parte Paco Ureña: Contusión
antebrazo izquierdo y muñeca derecha, donde, según el doctor García Padrós,
"padecía una rotura de escafoides anterior de la que estaba
infiltrado". Pronóstico leve que no le impide continuar la lidia. Tras finalizar
el festejo, vuelve a pasar a la enfermería, donde le recomiendan que acuda al
Hospital San Francisco de Asís para que le escayolen la muñeca derecha por la
citada rotura. Se descarta cornada en gemelo derecho. Varetazo con fuerte
inflamación.
Rafaelillo |
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