lunes, 14 de mayo de 2012

TERCERA CORRIDA DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO: Progresa Juan del Álamo


El desacierto con la espada y el descabello deja sin recompensa una valerosa y hermosa faena del torero de Ciudad Rodrigo a un descarado y noble toro de Valdefresno.
BARQUERITO

LOS DOS TOROS DE la corrida fueron los dos más descarados: un primero de anchísimo balcón y un punto paso de pitones, y un tercero igual de serio por delante pero no tan ofensivo. Bajos de agujas los dos, ni cortos ni largos, el cabezón propio del toro atanasio, los cuellos despapados, cierto lustre, porque, pese no dar mucho más de los 500 kilos, estaban bien comidos

Con ninguno de esos dos toros se contaba, pero en el reconocimiento hubo escabechina de la corrida anunciada de Vellosino, sólo sobrevivieron dos de seis –y cada uno de ellos fue, por cierto, de su padre y de su padre- y entraron de reemplazo cuatro atanasios de Nicolás Valdefresno.

Los atanasios fueron protagonistas en el reparto de toros, porque el primero de los vellosinos jugados –segundo de corrida- altísimo pero sin cuello, de irregular codicia, cortó viajes y al echar la cara arriba pareció defenderse aunque aparentara atacar; y el otro vellosino –cuarto-, mole de 625 kilos, toraco tremendo, como el dragón, sólo que no echaba fuego por la boca, se empotró en un caballo de pica y ahí se debió sentir a gusto, cobró un volatín completo y fue como si temblaran los cimientos de las Ventas y, siempre a su aire y su modo, cabalgó sin fijeza ni empleo. Miguel Tendero hizo ingrato esfuerzo con el toro sin cuello; Tejela tiró con el otro por la calle de en medio.

El primero de los valdefresnos de son, el que rompió plaza, se empleó pronto y con alegría. Llamativa la movilidad; la fijeza también. Un problema no menor: si se le bajaba la cara, tendía a perder las manos. El toro se había lidiado con desconfianza y sin criterio. Y esa cuestión técnica se quedó sin resolver. Tejela vio claro el toro a pesar de lo que costaba cuadrar en la muleta semejante arboladura, pero pecó de acelerarse. Hubo pasajes bellos. Amigo de siempre de los trasteos breves, Tejela se fue esta vez de largo y hasta acabó poniéndose en los medios, y al toro le costó. Una estocada casi entera, un descabello. Tendría que haber pasado algo más.

Pasó con el otro valdefresno bueno, que de salida gateó pero estuvo enseguida en marcha; Juan del Álamo se estiró en lances de más firmeza que compás, estuvo a punto de ser arrollado en el penúltimo, abrochó en la boca de riego y remato el saludo con autoridad. Bravo en un primer puyazo certero, medido en una segunda vara igual de buena, el toro confirmó lo apuntado. Sin la calidad del primero, sin tanto motor ni la misma manera de humillar, pero con nobleza sobresaliente. Un punto tardo, pero cuando iba, lo hacía sin regates.

Estuvo entero, templado, sereno y firmísimo con el toro Juan del Álamo. Calmoso para ponerse, fino para soltarse y encajarse –la firmeza de la faena fue formidable-, listo para abrirle pausas al toro cuando fue preciso, y generoso porque el trasteo fue pródigo. Con las dos manos: más rematado con la izquierda, más baja la mano. En los de pecho se dejó ir con conmovedora verdad. Hubo un desplante –ya soltado el toro- de elocuente gallardía. Costó volcar el ambiente, pues lo frieron no poco unos enemigos que tiene en Madrid de antiguo. Pero se volcó el ambiente. El torero de Ciudad Rodrigo eligió para atacar con la espada mal terreno: el tercio y haciendo al toro venirse cuesta arriba en la perpendicular, y la estocada, cobrada no sin fe, entró atravesadísima y asomó más de una cuarta. No descubrió el toro a la hora del descabello. Siete intentos. Un aviso. Y así voló la que habría sido primera oreja cabal de la feria de a pie. Y hasta la posible sustitución de Ángel Teruel el 15 de mayo. El destino.

Con el sexto, negro salpicado, muy astifino y armado, brusco, renegado, penosamente lidiado. En Madrid se va moviendo el caballo en sentido contrario al de las agujas del reloj sin el toro se vuelve, pero nadie reparó en tan elemental idea. Duro de pelar el toro, que pegó gañafones primero, fue de muy reservón temperamento y no se dejaba convencer. Otra vez valeroso, Juan del Álamo se puso por las dos manos, tragó paquete, y no cedió ni un paso aunque el toro punteaba y al tercer viaje tomaba las medidas. Desacertado con la espada –el brazo encogido., cuatro pinchazos y hasta la próxima. Dejó Juan alto el pabellón.

Sacudido y un punto zancudo, dos velas imponentes, el quinto valdefresno fue el garbanzo negro de la casa. De genio fiero, violento y huido, no cejó hasta cumplir su empeño de irse a las tablas rajado. Tendero estuvo digno y dispuesto, no volvió la cara, no se afligió. Un lote malo en su única tarde de San Isidro. O sea, mala suerte. Pero una buena estocada, algún lance hermoso, ese componer vertical tan suyo, que es original y tal vez sea un tesoro oculto.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- El trece de mayo/ la Virgen María/ bajó de los cielos/ a Cova d'Iria. (Canción de mi infancia. La Virgen de Fátima, el 13 mayo)

Ya habian dejado de matarse a estoque en Portugal los toros cuando bajó la Virgen y se apareció a tres pastorcillos de la Beira Baja. Lucía, Jacinta y Francisco. Por eso, y cambio, los forcados. Y las fundas.

Valencia-Madrid en hora y media en tren este mediodía. Estaban preparando en la calle de San Vicente Mártir las sillas para la procesón. La Virgen de los Desamparados. Y pasado mañana San Isidro. Mañana, Conchi Ríos.

FICHA DEL FESTEJO
Dos toros de Vellosino -2º y 4º- , destartalados, mansurrones, y cuatro de Valdefresno (Nicolás Fraile), variados de líneas, muy astifinos, jugados por cuatro rechazados de Vellosino. Primero y tercero de Valdefresno dieron buen juego. El quinto, perverso. El sexto, reservón.
Matías Tejela, de guinda y azabache, silencio en los dos. Miguel Tendero, de azul cobalto y oro, silencio en los dos. Juan del Álamo, de blanco y plata, saludos tras un aviso y silencio.
Buenos puyazos de Óscar Bernal y Luciano Briceño.
Domingo, 13 de mayo de 2012. Madrid. 4ª de San Isidro. Casi lleno. Veraniego.

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