En
la corrida del jueves de farolillos de la Feria de Abril, la corrida de Cuvillo
se vino abajo y los diestros cumplieron con desigual fortuna. Oreja y cogida
para López Simón en su alternativa, aplausos para Manzanares y pitos para
Morante.
CARLOS CRIVELL
Reventón
en la Maestranza para ser testigos de algo imposible. La gente estaba
convencida de que todos los días puede haber un indulto. Incluso creía que Manzanares puede cortar cuatro orejas
todas las tardes. También los había que estaban convencidos de que Morante haría temblar los cimientos de
la Maestranza. A mi lado me preguntó uno que quién era el muchacho vestido de
blanco.
La
imaginación funcionó, pero nada de lo soñado ocurrió. Los toros de Cuvillo
no fueron bravos ni estuvieron sobrados de casta. Ninguno de los lidiados
habría sabido por boca de «Arrojado» que,
si embestía con bravura muchas veces, podría volver vivo a la dehesa.
Por
mucho que el tendido empujara con alegría y desconocimiento, Manzanares no pudo reeditar sus
triunfos. Ni siquiera con la bula que tiene en esta plaza pudo saborear las
mieles de un triunfo.
Sevilla
siempre espera a toreros del corte de Morante,
a los que es capaz de perdonar una mala tarde por un quite, como les ocurrió en
otro tiempo a los míticos toreros de Sevilla. Pero un quite, por muy bello que
sea, ya no puede justificar una tarde con tres toros.
A
fin de cuentas, la corrida comenzó con alegría por la entonada labor del nuevo
doctor López Simón. Es matador de
toros con un solo astado lidiado. Fue cogido en la suerte suprema del toro de
la ceremonia y no pudo enfrentarse al sexto. El toro del doctorado que fue el
sobrero, no el precioso e inválido melocotón anunciado.
López Simón estuvo en novillero arrebatado. Casi
no ha tomado la alternativa aún. Lanceó con ganas al titular y al sobrero. Este
toro sustituto fue noble. El madrileño hizo una faena de corte notable por el
pitón derecho. Los pases más que de calidad fueron de entrega y rabia torera.
Fue una faena de joven que lo tiene todo por aprender, comenzada con espaldinas
y rodillazos y rematada con manoletinas, todo muy en la línea del toreo
despersonalizado de nuestros días.
Fue
cogido y herido en la pierna derecha al matar al astado. La oreja tuvo de todo:
premio a su labor, recompensa a su actitud y arrebato ante la sangre que tenía
en la blanca taleguilla. A López Simón hay que esperarlo. Tiempo al tiempo.
Queda
la esperanza de ver otro día una corrida de Cuvillo más encastada y brava. De
la del año pasado a la de este año hay un largo trecho.
También
nos queda la esperanza de ver mejor a Manzanares en fechas futuras. La plaza le
cree a pies juntillas y se valora como grande todo lo que hace. Ayer ha sido un
día con freno y marcha atrás para el alicantino, que fue coreado porque la masa
acudió a verlo en estado de gracia sin calibrar sus logros. El tercero, primero
de su lote, tenía mejor faena que la realizada. Fue una labor de retazos
sueltos, apenas dos pases mejores por cada tanda, siempre por la derecha y
huérfana de toreo al natural. Quedó en el aire la impresión de que era posible
otro trasteo.
Después
de concierto magistral de Trujillo y Curro Javier en el quinto, el toro quedó
perfecto para una gran obra. Fue buena la primera tanda, embarullada la
segunda, mejor una por naturales ya con la música sonando, pero allí faltó más
rotundidad, o quizás torear para adentro o rematar por abajo. En el colmo de
una tarde con menos brillo, marró en su primera entrada en la suerte suprema.
Para ver a Manzanares en plenitud siempre está abierta la puerta de la
esperanza.
A
Morante siempre hay que esperarlo. La plaza rugió de satisfacción por un quite
por chicuelinas en el sexto que fue lo mejor de la tarde. Había un precedente
por el mismo lance de Manzanares en el quinto. Morante acabó con el cuadro con
tres lances perfectos y dos medias de cartel. Es lo que en tiempos se llamó el
quite del perdón. En este caso el perdón podía tener indulgencia plenaria si
Morante cuaja a ese sexto, que parecía bueno, pero que no tenía ni alma ni
vida. Tampoco corazón. La faena del torero de La Puebla fueron unos apuntes
preciosos, bellísimos, casi como un suspiro. Fue lo más para algunos y muy poco
para muchos. El de Cuvillo se encerró en sus manos para no tener el privilegio
de ser toreado por Morante. El animalito se lo perdió. En el reino de los toros
de lidia sólo podrá contar que fue parte de las chicuelinas de un genio.
Ese
genio no estuvo afortunado en sus dos toros anteriores. Entre las pocas fuerzas
de las reses y sus precauciones, todo quedó en faenas cortas mal rematadas con
la espada. Pero a Morante siempre hay que esperarlo. Como a Cuvillo, a
Manzanares y al chavalito López Simón. Ayer no pasó casi nada, pero de estos
toros y toreros se puede esperar todo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de la Maestranza. Jueves, 26 de
abril de 2012. Décimo cuarta de feria. Llleno de "no hay billetes".
Toros de Núñez del Cuvillo, incluido
el buen sobrero (1º bis) del mismo hierro, desiguales. Saludaron en banderilla Trujillo, Curro Javier y Luis Blázquez.
Morante
de la Puebla, de tabaco y oro. Media estocada
atravesada (silencio). En el cuarto, media estocada (silencio). En el sexto,
pinchazo y estocada corta (silencio).
José
María Manzanares, de azul marino y oro. Pinchazo y
estocada corta (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada baja (saludos).
López
Simón, de blanco y oro. Estocada corta
atravesada. Aviso (oreja).
Parte
médico: El torero madrileño pasó por la
enfermería después de dar muerte al toro de la alternativa para ser intervenido
de una "herida por asta de toro en cara anterior de muslo derecho tercio
medio, que interesa musculatura de vasto interno. Presentando una trayectoria
ascendente de 7 cm. Se hace limpieza de tejidos, hemostasia y sutura".
Pronóstico: Leve. El parte facultativo está firmado por el Dr. Octavio Mulet Zayas.
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