Pero sin
particular fortuna: dos toros de bastante buen aire, el de la confirmación de
Nazaré y el primero de Leandro, pero San Isidro se abre sin mayor realce.
BARQUERITO
FUE UNA BELÍSIMA CORRIDA cinqueña. Variada de hechuras y pintas y, sin embargo, pareja. En
el tipo del encaste de procedencia: Núñez-Rincón. Astifina, cuajadita, de
sobrado trapío. Los toros remangados y más ofensivos estaban reunidos, o
tocados, o apuntados de pitones. Con la seriedad correspondiente y debida. Por
tanto, corrida con plaza y digna de ver y admirar.
Y, sin
embargo, se fue la corrida igual que vino. Con un tercer toro colorado más
terciado que cualquiera de los otros cinco pero con son bastante más vivo; y
con un quinto muy pastueño siempre y sólo a su aire, de ir y venir con
desmayada nobleza y ese aire franciscano que linda por fuera con la bravura
pajuna; y un primero de golosa pinta –negro lucero y girón, que ahora escasean-
que sacó el célebre tranco de más del encaste y de cualquiera de las tres
ganaderías de la familia Lozano que son, de tronco y raíz, una sola.
Tal vez la
fiereza se deje notar más y mejor en el tercer hierro, el de Alcurrucén, que es
el primero y matriz. Lo que no tuvo ninguno de estos otros cinco cinqueños de
El Cortijillo fue precisamente fiereza. Sólo el sexto protestó con genio en una
tercera vara. El toro del hierro de Lozano Hermanos, el cuarto, único cuatreño
delenvío, ensillado, chorreado, bello de verdad, tuvo un prometedor galope que vino a quedarse en nada porque antes de
lo previsto buscó su querencia.
Picados a
destiempo: casi todos quisieron irse al portón de cuadrillas y caballos según
se abría, y en la puerta tomaron prácticamente las mismas varas que en la
contraquerencia reglamentaria, y no solo las mismas, sino más duras también. Se
contaba con la corrida saliera de partida fría y distraidona, y con que se
soltara tanto de los caballos como lo hizo. No se contaba con que fuera a
lidiarse y picarse con tan poco tino y tan escaso acierto.
Fue tarde casi
de verano, a plomo la bandera del palo mayor, ni una brizna de viento. Esta vez
no se interpusieron los elementos. Nobleza general, elasticidad suficiente, no
tanta entrega. El lote más propicio, para Leandro, porque en él iba ese tercero
colorado que fue como la guinda de la tarta. Un toro encampanadito de partida
–gran estilo- que tomó engaños arreando y frenándose a la vez, que galopó en
banderillas y repitió en la muleta con franqueza. Buena mano derecha –solo que
había que abrirlo-, más pegajosa la izquierda por donde se revolvió al
principio. Y una faena caligráfica de Leandro que tuvo precioso arranque: el
hilván de seis muletazos variados sobre la chispa de las embestidas primeras;
un tramo más plano de dos tandas sobre las dos manos; el fogonazo de un
maravilloso pase de las flores, de escuela lasernista, ligado a la vuelta con
un derechazo a pies juntos y un final desafortunado con la espada.
Con la
suavidad del toro quinto, tan sin celo, la caligrafía sola no bastó para
enredarse. El toro se dio, en el fondo, muy poco, y ahora acertó Leandro con la
espadaa la primera solo que de estocada perpendicular y delantera.
Todo afán fue
Antonio Nazaré en su confirmación de alternativa con el lindo toro lucero que
inauguró San Isidro y que se prestó a más cosas de las que se dejó. Sólo que
había que sujetarlo y medirlo, porque, sin sujetar, tendía a soltarse y para
sujetar era preciso torear hacia adentro, y, sin medir, se rebrincaba a veces.
Buen son por la mano izquierda. Distracciones al no ir empapado en engaño. Y
cabalgada final no de huir de la pelea sino de ajeno al combate. Con el sexto,
excesivamente sangrado, expuso Nazaré con firmeza. A toro encogido, se atrevió
a echarle el engaño al hocico y a tirar de é. Y a ponerse demasiado encima.
Más de vuelta
que de ida, Abellán no tuvo ni particular suerte –apagado el segundo de
corrida, cuyo pitón más potable tardó en descubrir, y el cuarto se fue de
suertes en cuanto sintió que no le obligaban-, ni particular acierto –era su
reaparición en Madrid tras la tremenda
cornada en la boca de hace once meses y no invitaba a gesta el recuerdo-, ni
más fortuna que la de salir ileso de un tropezón en la cara del cuarto toro al
pasar en falso con la espada.
FICHA DEL FESTEJO
Cinco toros de El
Cortijillo (Hermanos Lozano Martín)
y uno -4º- del hierro de los propios Hermanos
Lozano. Corrida de excelente y armónicas hechuras, en tipo, de impecable
presentación. Primero y tercero dieron buen juego. Manejables todos los demás.
Miguel Abellán, de blanco y plata,
silencio en los dos. Leandro Marcos
“Leandro”, de púrpura y oro, silencio tras un aviso en los dos. Antonio Nazaré, de lila y oro, que
confirmó la alternativa, silencio en los dos.
Jueves, 10 de mayo de 2012. Madrid: 1ª de la Feria
de San Isidro. Casi lleno. Caluroso, casi veraniego.
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