El viento y
una complicada novillada de diversos hierros probaron el oficio de Sergio
Flores, el valor de Javier Jiménez y la mala suerte de Fernando Adrián
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
En peso
salieron los utreros, por encima de la media tonelada promedio. Variados de
pintas y caras; el cornicorto, el medio bizco, el playerito, el abrochado y
hasta uno medio gacho, como para qué no faltara nada. Los cuatro de Fuente
Ymbro y el sobrero de Espartaco echaron casta en el último
tercio, no tanto en las varas, y no toda de la buena, porque algo de genio
traían. El tercero se pasó, fue un marrajo, y el cuarto que tomó bien el
capote, se fracturó. Tampoco les sobró fuerza, ni fondo. El quinto, de Navalrosal
tuvo clase y el sexto salió grogui del peto.
De los tres,
el mexicano Sergio Flores fue quien
se mostró más hecho. El primero abanto, no quiso capotes se salió del peto y se
coló, desarmó y persiguió. Luego se revolvió y blandeó. Parecía que no, pero
sí. La muleta le fue capturando en tanditas que cada vez dominaban más y a la
cuarta, surgieron ligados los mejores naturales de la corrida, cargados, en
redondo y ligaditos hasta el forzado que hizo juego.
De haber sido
una figura, estaríamos diciendo que "se
inventó el toro", pero como no lo es (aun), simplemente digamos que
cumplió uno de los preceptos básicos del toreo; imponer la voluntad sobre las
embestidas indóciles, corregirla, templarlas y ligarlas con donaire. Fue uno de
los mejores momentos de la tarde, como una epifanía irrepetible, de allí en
adelante sin perder corrección la faena que continuó con predominio natural no
tuvo el mismo nivel y desembocó en manoletinas y tres cuartos de espada
delanteritos que bastaron para una leve petición y un saludo unánime.
Al cuarto bis
le abundó a la verónica y con la muleta en las primeras tandas, la segunda tuvo
siete derechas ligadas y el remate. Pero en el momento que uno de los que
torean desde la grada le gritaba ¡crúzáte!
fue cogido duró y buscado en el suelo. Ya se le había colado un par de veces y
desarmado una. Con el rostro tinto en sangre volvió a la brega que siguió sin
mucha coherencia. Enfrontilado en el volapié, salió rebotado dejando el estoque
tendido, para luego extraviarse en descabellos repetidos.
Eran las 8:52
de la tarde cuando Javier Jiménez,
grana y oro, que había estado más valiente que otra cosa, citó a «Santero» de Navalrosal, bajó la mano
y zurció, uno con otro, cinco derechazo, casi circulares, despaciosos, con
media muleta por el suelo, y animal embarcado y humillado. Cinco pases de gran
factura que confluyeron rimados en uno apretado de pecho y una gran ovación.
Era el ápice de la corrida. Fue como la otra epifanía, el otro momento fugaz de
lucidez, porque igual que ocurrió con los naturales de Flores al primero, no fueron refrendados por el resto de la lidia,
y menos por los tres pinchazos, el aviso y el aleve apuntillamiento del novillo
que se acostó sin ser estoqueado. Pero ahí queda eso.
Fernando Adrián,
también fue atropellado feo de comienzo, por el tercero, un pregonao que se
dedicó a cazarlo y ante el cual no pudo hacer otra cosa que la legítima
defensa. Los intentos por hacerlo eran inútiles y al final ilógicos. Dos
fallos, una estocada delantera escupida y el descabello no fueron avisados por
la brevedad de la pelea que no faena. Saludó tal vez como consolación del peligro
que corrió. El sexto, con plaza, no sobrevivió a las varas y los esfuerzos del
madrileño fueron estériles. Dos buenos pares de Raúl Adrada y un arrimón final en que metió el cuerpo entre los
pitones quedaron como testimonio.
Novillada con
todos los ingredientes típicos, arrojo, ganas, inexperiencia, pinchazos, avisos
y cogidas. Los cuatro primeros novillos voltearon a sus respectivos espadas,
con aparato pero por fortuna sin lesiones.
La tarde no
fue tediosa y seguramente dio a los aficionados, que son los que vienen a esto,
mucho tema para las tertulias que ahora deben estar tomando vuelo y en las que
seguramente aquellas dos epifanías, la natural del tlaxcalteca y la derecha del
de Espartinas, estarán siendo revividas con emoción.
FICHA DEL FESTEJO
Siete utreros, cuatro de Fuente Ymbro, 5º y 6º de Navalrosal
y un sobrero 4º bis de Juan Antonio Ruiz,
de diversa presencia y juego.
Sergio Flores, saludo y palmas tras
aviso. Javier Jiménez, saludo tras
aviso y silencio tras aviso. Fernando
Adrián, saludo y silencio. Saludaron montera en mano José Luis López "Lipi" tras parear al 5º, y Raúl Adrada tras parear 6º.
Viernes, 25 de mayo de 2012. MADRID. Plaza de toros
de Las Ventas. 16ª de San Isidro. Sol, calor y viento. Tres cuartos de aforo.
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