En
la decimoquinta de Feria cortó una oreja David Mora de un buen toro de Moisés
Fraile, dentro de un lote de El Pilar apto para cortarles las orejas. El Cid y
Luque acabaron la Feria de vacío.
CARLOS CRIVELL
Una
oreja se antoja un balance pobre para una corrida tan noble como la de El
Pilar. Hasta el quinto, la tarde era grisácea en el cielo y el ruedo. Era un
gris de conformismo, como si en el fondo no se esperara mucho del festejo.
Craso error. Los toros de El Pilar tenían todos los ingredientes para facilitar
una buena tarde.
Altos
y largos, con las caras lavadas y recién ‘planchás’, el encierro de Moisés
Fraile reunió nobleza y mansedumbre. Gracias a esa condición mansa en los
primeros tercios, la corrida se lidió completa sin que ninguno tomara el camino
de los corrales. Al no emplearse, casi ninguno se derrumbó. Y cuando alguno lo
hizo, como el segundo, el palco se mostró menos activo que otras tardes para
sacar el pañuelo verde.
En
resumen, una corrida con mucha nobleza en la muleta, algunos con clase, como el
quinto, mientras otros embistieron con la cara alta. Por supuesto, una corrida
para andar con ella a gorrazos, porque ninguno molestó a los lidiadores.
De
este conjunto de toros nobles, sólo una oreja cortada por David Mora en el
quinto por una faena vibrante en la que aprovechó que el toro repitió y el
torero ligó con buen estilo. Una solitaria oreja es un balance pobre para este
encierro. En cualquiera otra época del toreo se les cortan cuatro o cinco
trofeos. El análisis de los motivos por los que no se cortaron más orejas
demuestra que la terna no estuvo a la altura deseada.
Los
pitones de los toros también exigen algún comentario. El trapío, que existe,
necesita armonía y conjunto de las hechuras. No vale un toro escuálido con
muchos pitones, como tampoco es admisible un toro grande con seiscientos kilos
con dos pitoncitos mínimos. La de El Pilar se inscribe en este último grupo:
toros grandes y altos sin pitones. Por tanto, fue una corrida sin trapío de
plaza de primera. La báscula, es decir los kilos, no marcan a un toro como
digno para Sevilla.
La
oreja se la llevó David Mora, que, igual que sus compañeros, despedía una feria
en las que sus expectativas no se habían cumplido. Mora venía de matar la de
Victorino sin eco alguno y superado por su rival Fandiño. El toro quinto
embistió mucho y Mora estuvo a la altura en tandas por ambos pitones con
largura, templanza y ligazón. En el toreo moderno es necesario ligar, como en
tantas facetas de la vida. Si no se enlazan los pases, el tendido permanece
impasible. El madrileño toreó bien, a veces algo acelerado, otras algo
encorvado, pero bien. Como salsa definitiva, el toro lo cogió en un descuido.
Fue el picante que precisaba su faena, que tras el remate de una estocada
trasera fue premiada con la oreja.
El
mismo Mora fue un diestro tozudo en el primero de su lote. El animal no se
tenía en pie y, además de brindarlo a la plaza, se puso reiterativo y pesado en
una faena en la que apenas le prestaron atención, sencillamente porque faltaba
un toro de verdad por delante. Se comprenden las ganas de triunfo, que es
Sevilla, que es la última tarde, pero hay que ser más listo y no empeñarse en
sacar partido de un animal inútil.
No
hubo más orejas. El Cid remató su Feria menos brillante desde que es un torero
predilecto de la afición sevillana. El primero fue manso. Manuel Jesús lo
intentó sin acoplarse a una embestida algo irregular pero más que potable. El
cuarto sangró mucho tras el tercio de varas. Tenía pocas fuerzas y se le arreó
estopa en el caballo. A la muleta llegó con la cara alta pero con nobleza. El
Cid toreó mucho por la derecha sin poder entenderse con un animal que no quería
muleta alta, pero al que era complicado bajársela.
El
Cid cumplió su tercera corrida sin nada que llevarse al esportón. Conforme ha
avanzado la Feria se le ha visto presionado, lo que ha dificultado mucho que se
mostrara relajado en la plaza. No está acostumbrado el de Salteras a completar
una Feria tan hueca.
También
la finalizó Daniel Luque y se va de vacío, aunque la lectura es distinta. El
torero de Gerena está todavía tomando impulso en su carrera torera. El
grandísimo tercero, sin pitones, tenía pocas fuerzas pero llegó a la muleta
embistiendo mucho. Lo quería todo por abajo. Daniel no encontró el temple y en
la mitad de las tandas resultó enganchado.
El
sexto le permitió una faena larguísima, en algunos momentos de gran belleza,
preñada de adorno maravillosos, pero el conjunto estuvo por debajo de lo
esperado. Tardó mucho en acoplarse al animal. Le avisaron antes de entrar a
matar y faltó poco para que se fuera vivo a los corrales. Sus pases son muy
hermosos, pero debe mejorar mucho como torero.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de la Maestranza. Viernes, 27 de
abril de 2012. Decimoquinta de feria. Tres cuartos de entrada. Toros de El Pilar y uno (5º) con el hierro de Moisés Fraile.
El
Cid, de verde y oro. Estocada muy trasera y tendida y seis
descabellos (silencio). En el cuarto, estocada desprendida (silencio).
David
Mora, de azul marino y oro. Estocada
(silencio). En el quinto, estocada rinconera (oreja).
Daniel
Luque, de avellana y oro. Estocada trasera
y atravesada y cuatro descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo, media
estocada tendida y varios descabellos. Dos avisos (ovación de despedida).
Parte
médico de David Mora: Pasó por la enfermería después de
dar muerte al quinto toro de la tarde para ser atendido de un "varetazo
corrido en la cara interna del muslo izquierdo". Pronóstico: Leve. El
parte facultativo está firmado por el Dr. Octavio
Mulet Zayas.
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