Arranca el
abono taurino de Madrid bajo el signo de la escasísima presencia de toreros
punteros pero con la esperanza de que, abierto el abanico ganadero, salten
toros de nota
BARQUERITO
EL ABONO TAURINO de
mayo en Madrid, que se abre en jueves –el 10 de mayo- y cierra en sábado –el 2
de junio- es de partida una incógnita. Se cumple preceptivamente con las
condiciones que la Comunidad de Madrid impone a los empresarios de las Ventas.
Diecinueve corridas de toros, dos festejos de rejones y tres novilladas.
Números y no nombres. Veinticuatro tardes de toros. Tres semanas y media sin interrupción.
El contenido
del abono es más raro de lo habitual. No se ha cerrado negocio con El
Juli –desencuentro o encontronazo económico-, Ponce ha renunciado –y eso no es novedad-, a José Tomás no se le espera y los dos toreros de más tirón en Madrid
entre los anunciados, Morante y Manzanares, se han contratado a solamente una tarde. De manera que
puede decirse que la oferta del abono cojea sonoramente: chirría.
Parece
inexplicable que de las cincuenta y siete plazas del abono de Madrid para
matador de toros solamente dos las cubran Manzanares
y Morante.
Un puesto cada uno. Ciento catorce toros en juego: dos mata Morante,
dos Manzanares. Ese punto sintetiza
una situación absurda. En Sevilla acaban de torear uno y otro tres tardes de
abono. Igual que El Cid, Sebastián Castella, Alejandro Talavante y Daniel Luque.
Si se estiman
proporciones –fechas, aforo de plaza, población estable y flotante-, resulta
que la ratio o razón de Madrid es ínfima. La rareza del abono de Madrid se
sostiene sobre una sinrazón: se prescinde de las figuras del toreo. Y
viceversa: a Morante, Manzanares y Talavante no les importa prescindir de
Madrid.
Tres tardes de
San Isidro torea Sebastián Castella.
Más que nadie. Y, sin embargo, nadie dirá que corre con el peso de la feria. Dos
tardes sumarán Miguel Abellán, Uceda
Leal, Matías Tejela, Julio Aparicio, Juan Bautista, Rubén Pinar, El Cid, Miguel
Ángel Perera y Javier Castaño. Y una torea, como Morante y Manzanares, Alejandro Talavante, que fue tenido por muchos como triunfador particular
de San Isidro hace un año.
La extensa
nómina de matadores anunciados a solo una corrida es, por orden de aparición en
el reparto, la siguiente: Leandro,
Antonio Nazaré, David Mora, Esaú Fernández, Miguel Tendero, Juan del Álamo,
Curro Díaz, Ángel Teruel, Arturo Saldívar, Víctor Barrio, Octavio García “El
Payo”, El Fundi, Eulalio López “Zotoluco”, Morenito de Aranda, Cayetano Rivera
Ordóñez, Juan Pablo Sánchez, Daniel Luque, Diego Silveti, Fermín Spínola,
Serafín Marín, El Fandi, Carlos Frascuelo, Ignacio Garibay, Domingo López
Chaves, Fernando Robleño, José María Lázaro, Rafaelillo, Luis Bolívar, José
Luis Moreno e Iván Fandiño.
Camuflada
dentro de la feria pero fuera del abono se anuncia la llamada Corrida de la
Prensa, que aporta al elenco de la feria el nombre de César Jiménez. Fuera del abono pero adosada a él, se ofrece al
rebufo de San Isidro y en el calendario inmediato una serie de siete festejos
más. Una pomposamente bautizada Feria del Arte y la Cultura Taurina 2012. Entre
esos siete, la Corrida de la Beneficencia; la siempre esperada corrida de Victorino,
que lleva dos años sin lidiar en Madrid;
dos corridas de Salamanca de encaste Lisardo-Atanasio, que han pasado a
ser una rareza; un cartel con El Cordobés, Rivera Ordóñez y El
Fandi, que está sorprendiendo por su tirón; y dos de rejones.
No puede
decirse que los carteles tengan gancho ni mayor misterio. No se precisan
encuestas para sostener que el ambiente de preferia en Madrid es de notable
indiferencia. Las gargantas profundas de la reventa, tan castigada por la
crisis como la mayoría de las taquillas oficiales, sostienen que entre los
veinticuatro carteles de abono y los siete de la subferia de junio sólo tres o
cuatro van a ser de papel al alza.
San Isidro se
divide, según regla secreta, en cuatro partes: una preferia ligera y ambigua,
una semana igual de ambigua pero propiamente ferial –que va del 15 al 22 de
mayo-, un tránsito de mero relleno pero aliñado con la sal de hasta ocho
matadores mexicanos –de todos los cuales tan solo Juan Pablo Sánchez es nuevo en rigor- y un remate de tres o cuatro
corridas del gusto torista.
El crítico Ricardo Díaz Manresa ha bautizado como “abono cautivo” el sistema impuesto,
alentado, consentido o no corregido por la Comunidad de Madrid. Un sistema que
excluye del abono pero no de la feria carteles de peso –el de la Beneficencia,
por ejemplo- o el de Victorino, y que prima de paso carteles impropios.
La manera de
escamotear nombres de toreros de tirón en el calendario viene a ser la prueba
manifiesta de que el sistema de explotación de las Ventas está caduco,
pervertido y obsoleto porque en realidad lleva treinta años sin plantearse su
reforma. El inmovilismo de Madrid se traduce en la perpetuación de carteles y
en la repesca permanente y mayoritaria de toreros con diez años de alternativa
o más.
Entre los más
modernos del escalafón son los nombres
de Miguel Ángel Perera, Iván Fandiño
y David Mora los que parecen de
partida contar más. Sin olvido del mexicano Juan Pablo Sánchez, que es torero de arte a cámara lenta y acaba de
hacer una distinguida temporada en su patria.
En año de
caída de funciones –ya el cuarto consecutivo de una crisis taurina en cascada-
los ganaderos que lidian en Madrid dispondrán de fondo sobrado donde elegir. No
tanto los clásicos de ganaderías largas –Alcurrucén, Juan Pedro Domecq, Núñez del
Cuvillo, que lidia dos tardes, Victoriano del Río, Torrestrella-
como los criadores de vacadas de menor tamaño. Los tres domingos de mayo se
lidian toros de tres ganaderías unidas por el hilo común de Baltasar
Ibán: la propia de los herederos de Ibán, una de Peñajara
y otra de Vellosino, formada en su día con reses de Antonio Arribas de pura procedencia Ibán. Provoca curiosidad
esa apuesta.
En Sevilla no
han funcionado los hierros torista pero es de prever que en Madrid sí lo hagan:
Escolar,
Cuadri y Adolfo Martín cierran abono con ambiente a favor. Hay presencia
de cuatro hierros de encaste Núñez (El Cortijillo, Alcurrucén, Manolo
González y Carriquiri), reaparece en San Isidro uno de los clásicos vivos
de Salamanca –Montalvo, con su ganado de procedencia Jandilla-, la cuota de
derivados de Domecq sigue alta (El Ventorrillo, El Montecillo, Las Ramblas,
Bañuelos) y se da por sentado que saldrá sin antifaz y con todos sus
atributos el llamado toro de Madrid, que es grande y ofensivo.
El nombre del
novillero zamorano Alberto Durán,
que ha sorprendido muy gratamente en las Ventas ya dos veces este curso- está
en boca de la minoría de aficionados fieles y fijos. El duelo directo de Pablo Hermoso y Diego Ventura, en la de rejones del 26 de mayo, promete gran
intriga.
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