jueves, 31 de mayo de 2012

VIGESIMOPRIMER FESTEJO DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO 2012... Robleño, corazón de héroe, cabeza de torero


Dos difíciles trabajos del torero de San Fernando con el lote más complejo de una dura corrida de José Escolar. Un cuarto toro de espectaculares hechuras y notable son
 
BARQUERITO
Fotos: EFE

LA CORRIDA DE José Escolar tuvo no poco de ruleta rusa. La bala envenenada fue un quinto toro cornalón. No todos los cornalones lo son de la misma manera. Éste, corto de tronco, zancudo y sacudido, lo parecía más de lo normal justamente por eso. Como si tuviera los cuernos más largos que los remos. Hocico de rata pero cara alargada, las palas y los pitones por delante, astifino desde la cepa. Un poco canijo. Era, la verdad, un toro muy feo.

Una prenda. De carácter violento, indispuesto después de pelearse con genio en una primera vara, más entregado en una segunda y a cabezazos en una tercera de la que salió suelto, escamado, desparramando la mirada y poniéndose por delante o revolviéndose celoso. Cundió la alarma en la tropa. Después de banderillas, se fue por su cuenta el toro de la zona del tiroteo. Señal de manso.

Habían saltado por delante un primero de corrida elástico pero mirón y terriblemente pegajoso; un segundo tobillero, escarbador, agresivo y revoltoso pero de mucha vida; un tercero que no hizo más que frenarse y no darse; y una auténtica maravilla, el cuarto, que fue tal vez el toro más bello de toda la feria.

En el canon clásico de Saltillo esa belleza singular que no es común en los toros degollados –sin barbilla ni papada- pero el encaje de cabeza, cuello y tronco era muy armonioso. El más fino de cabos de los seis de envío. Tan lustroso que la pinta cárdena parecía niquelada. Listón, y la raya separaba a tizón los plateados lomos. Se podía acariciar con la mirada el toro.

«Corredor», número 39. Más astifino imposible. Vuelto de cuerna, casi remangado. Salió, además, galopando. La presencia primera fue como la de una aparición. Pronto, con fijeza más que suficiente, un punto tardo a partir de cierto momento de faena, muy noble. De calidad en las embestidas humilladas, que fueron de planear por la mano derecha, y no tanto por la izquierda aunque por ella tuvo también largo y franco el viaje. Se relamió dos veces en plena faena. Sutil detalle. Unos pocos aplaudieron al toro de salida. ¡Qué menos…! Fueron muchos los que lo ovacionaron en el arrastre.

Así que después de tanta bonanza –brava y no mansa- se hizo doblemente sórdido y duro el trago de acíbar del quinto. Se fue a buscar al toro Fernando Robleño a tablas de sol y a contraquerencia pegó el toro un arreón de bólido. Pareció no venir a engaño. Robleño se dobló con él en breve faena de castigo poderosa: certeros los toques a los costados. Habría bastado. Eso, montar la espada y liquidar.

Después del castigo, el toro sacaba la antena antes de entrar en suerte. Robleño le aguantó sin miedo, cambió de espada sin que nadie se diera ni cuenta y en la suerte contraria y muy pegado a tablas –justo donde el toro se había ido en el primer arreón- enterró una estocada de soberbio oficio. Levantaron al toro. Hubo que descabellar. A la primera.

El toro que se jugó después, montado, largo y bien armado, de buen porte, fue, después del gran cuarto, el de mejor son. Codicioso, cuello de gaita con el que descolgaba pero que le servía para encampanarse estirado antes del viaje de vuelta. Aunque es torero de escuela y con oficio, no terminó José María Lázaro de cogerle el aire al toro. Sí en una primera tanda sin cata previa, en distancia, paralelo a tablas, con la diestra, ligada. Un poco de viento, distancias acortadas, y entonces el toro se volvía y amenazaba con echarse encima, pausas que parecían de desmayado ánimo. Una estocada.

López Chaves no pareció estar a punto para la ocasión: ni para San Isidro ni para una corrida como la de Escolar que de antemano se anunciaba como dura de roer. Se atragantó con su primer toro, que se venía al pasito y le tomó el número de matrícula enseguida, y no llegó a acoplarse ni a decidirse con el hermoso cuarto. A los dos los toreó de salida de capa con enjundia, a suerte cargada y sin ceder terreno. Lázaro anduvo suelto y decidido con el toro que se frenaba a mitad de viaje, y entonces escocía.

Lo más emocionante lo hizo Fernando Robleño con el segundo de la tarde. Veleto, descarado y cornipaso, escarbador, de muy desigual ritmo y rarísimo estilo. Peleón, toro no tanto de ruleta como de montaña rusa, que en un viaje se estiraba con brío pero en el siguiente se metía por debajo con estilo predador. No dejó nunca de defender su territorio. Instinto, por tanto, defensivo. Pero estaba el descaro seguro de Robleño, torero de corazón. Y cabeza: su serenidad, su paciencia y su ciencia; su aguante impávido para no perderle la cara al toro cuando escarbaba con agresividad y como si tomara carrerilla para lanzarse sobre la presa; su resolución para cambiar de terrenos una y otra vez sin dejarse al toro orientarse; su agilidad para esgrimir los regates del toro cuando los hubo pero sin recurrir al toreo de piernas siquiera; su técnica para enganchar por delante y esperar tapado la vuelta del toro y bajarle los humos. O desmoralizarlo, que fue lo que pasó. Y una estocada excelente que tiró sin puntilla a ese primer «Palomito» de lote. Porque «Palomito» se llamaba la fiera. El torvo quinto, «Cariñoso». No lo fue.

Sitúan el origen del toreo en el siglo XII


MADRID.- El escritor español Gonzalo Santonja ha presentado hoy su último libro "Por los albores del toreo a pie", en el que demuestra que en el siglo XII existían ganaderos de reses bravas y, en consecuencia, por ese tiempo ya se daba la corrida de toros.

"Hay pinturas y tablas taurómacas, con representaciones de toreros, encierros, picadores, incluso la suerte de la estocada, practicada como ahora, esto es, en corto y por derecho", explicó Santonja en el acto de presentación de la obra, en la "Fundación Diario de Madrid", en la capital española.

El libro, cuyo subtítulo clarifica su contenido, "imágenes y textos de los siglos XII-XVII", es una aportación de relieve sobre la historia de la Tauromaquia y, en general, de la cultura española porque presenta textos y fotografías, dudas, códices y sillerías catedralicias, fundamentalmente de Castilla y León y Extremadura.

En opinión de Juan Manuel Albendea, presidente de la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, en el libro se dan la mano "una gran labor investigadora y la galanura literaria que caracteriza al autor".

El matador de toros en activo Enrique Ponce confirmó después de leer el libro que "es de una magnífica calidad literaria y se nota que está escrito por un espectador de afición diaria, que acude a la plaza a ver torear y en busca del porqué del toreo". Ponce precisó que "conociendo los nuevos orígenes del toreo que ha descubierto Santonja se entenderá mejor la tauromaquia actual".

Dado que en el libro se describen escenas de osos y jabalíes de aquel tiempo, que siguen siendo los mismos que ahora, y sin embargo el toro de entonces no se parece en nada al actual, Ponce advirtió que "el toro bravo es el que verdaderamente ha ido cambiado, para ir acomodándose a las normas del toreo, cuya evolución va buscando la perfección".

"Está claro -reafirmó Ponce- que el toro bravo es un animal único que podemos disfrutar, muy distinto al que está en esos capiteles del siglo XII". Y otra reflexión del torero acerca del libro es que "en aquellos siglos había ya una base técnica para ponerse delante del toro".

Finalmente, una proclama de Ponce: "todo esto que se expone en el libro quiere decir que el toro forma parte de nuestra cultura, nuestras raíces y nuestra tradición popular, que podemos disfrutar en pleno siglo XXI. Por tanto, larga vida al toreo".

El también escritor y titular de la tribuna taurina del diario ABC, Andrés Amorós, opinó del libro que "es erudito y se lee con mucho gusto porque está trufado con deliciosas ilustraciones y comentarios". El veterano torero Santiago Martín "El Viti" alabó al autor porque "ha abierto los ojos de unos años que no se conocían, mostrándonos muchas cosas conjuntas que hacen la verdadera historia del toreo". "La Fiesta necesita hombres que quieran cultivarla, que sepan labrar la frase que llegue a los demás para que se interesen por ella conociéndola mejor, y Gonzalo Santonja, que ha escrito este libro tan fácil de comprender, es uno de ellos", señaló "El Viti".

Otro escritor, con firma destacada en las páginas taurinas del diario El Mundo, Javier Villán, elogió a Santonja por el descubrimiento de los nuevos orígenes del toreo.

Maracay anuncia Feria Taurina, Deportiva y Cultural 2012


Una novillada y una corrida de toros
En su propia tierra, Pepe Colmenares hace su estreno como matador de toros en Venezuela, tras varios años de lucha en España.
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ

Cuna del toreo en el centro del país, la ciudad de Maracay no desmaya en mantener esa afición que en la pasada versión de la Feria de San José, en el mes de marzo dio un espaldarazo rotundo a la fiesta brava. Si en el periplo sanjosefino se registraron dos excelentes entradas, con triunfo tanto en el ruedo como en taquilla, las mismas esperanzas se tejen sobre los dos festejos que se tienen programados escenificar en el ruedo de Calicanto para finales de junio.

En este sentido se ha estructurado dos espectáculos muy del gusto del aficionado local, donde la prioridad serán los espadas locales, como ya es costumbre en el ruedo maracayero.

El sábado 30 de junio se lidiaran utreros de la novel vacada La Esperanza para los diestros locales Enrique Nelo, César Altuve y Edgar Antonio, este último quien saldría en hombros en marzo pasado en el festejo novilleril de feria.

El 1º de julio el gran atractivo lo será el cartel netamente localista que se apresta despachar astados de la ganadería caroreña de Los Aranguez, para los espadas Alfonso Rondón "El Burri", José Cariel “El Amarillo” y Pepe Colmenares, este ultimo quien hace su presentación como matador, tras su doctorado en arenas españolas el pasado año, exactamente el 8 de septiembre, en la localidad onubense de Ayamonte, contando de padrino Víctor Puerto y testigo Víctor Janeiro, ante toros del hierro de Arucci, llevando por nombre el de la ceremonia «Leñador», Nº 67, al que le cortó las dos orejas, vistiendo un terno celeste y oro.

San Pedro del Rio toma protagonismo a finales de junio


Dos festivales de lujo en el marco de sus festividades
Jesús Enrique Colombo anunciado para actuar en San Pedro del Rio afinando detalles para lo que será su arribo en octubre a la Escuela Taurina de Madrid. Foto: Cucú Rincones
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ

Se trata de una feria pintoresca el cual quiere rescatar un buen aficionado del patio, como lo es el MV Don Pedro Casanova, quien en el marco de las festividades del patrono de la mencionada localidad tachirense, San Pedro Apóstol quiere devolver el arte de los toros a las montañas de su lar natal.

Y para ello se ha propuesto no solamente hacer del rito del toro únicamente centro de atracción, pues así mismo en ocasión de estos festejos paralelamente se estará llevando a cabo un Congreso Internacional de Cronistas Taurinos a escenificarse el viernes 29 de junio, donde se reunirán importantes plumas, tanto nacionales e internacionales, como es el caso del veterano periodista caraqueño y Presidente de la Unión Mundial de Periodistas Taurinos, Víctor José López “El Vito” o el colombiano Alberto Lopera “Loperita”, entre otros.

Casanova, quien así mismo es miembro del comité organizador del serial, e igualmente de la Peña Taurina San Pedro del Río, de activa presencia en ruedos andinos ha dejado en claro que con esto lo que buscado es «devolver y consolidar un legado de tradición que lamentablemente se había perdido en los últimos años, en la también llamada “Joya Turística Colonial” del Táchira».

La programación taurina incluye dos festejos. El primero un festival taurino el sábado 30 de junio, donde harán presencia los aficionados prácticos caraqueños Miguel Guía Mijares, Arnold Miranda y Freddy Flores ante reses del hierro de Rancho Bravo. Al día siguiente, 1º de julio, el espectáculo central de las festividades será otro festival, de corte internacional, con la reaparición del diestro mexicano Alfredo Gómez “El Brillante” en compañía de los novilleros venezolanos Jesús Enrique Colombo, Juan Gómez “El Gato” y “El Molinero”, donde se anuncian reses de las vacadas nacionales de Rancho Grande, El Prado y La Cruz de Hierro.

VIGÉSIMO FESTEJO DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO 2012... Javier Castaño y un inmenso toro de Carriquiri, fantástico espectáculo

 
BARQUERITO
Fotos: EFE

NO SE EMPLEÓ NINGUNO de los tres primeros toros de la corrida de Carriquiri. Palas claras, pitones rosados, colorado y largo, cargado de carnes, el primero, asustadizo, se distraía hasta con los penachos de los alguaciles, no fijó la mirada en nada y, ajeno y disoluto, remoloneó, se frenó, husmeó y oliscó. Ni medios viajes ni cuartos siquiera. Frascuelo –solo un bello lance, el del saludo- pasó página sin ruido.

El segundo, salinero, carnes de más, se escupió de un caballo a otro pero acabó cobrando las dos varas de rigor en el picador de puerta, Luciano Briceño. En el segundo puyazo le dio Briceño al toro la del pulpo. Hay toros, se oye decir, a los que conviene pegar. No tanto a este segundo de la partida, que a los cinco viajes de muleta ya se había revolcado en dos tumbaletas y apenas podía ni hacer un gesto. Ignacio Garibay, el último representante de la escuadra mexicana de este San Isidro de toreros de ida y vuelta, trató de estirarse en muletazos imposibles. Dos o tres óles de burla. Cuatro pinchazos y una estocada tendida.

El tercero, colorado y montadito, fue otra cosa: abierto de cuerna, no playero pero casi, tampoco descarado, no tardó en estirarse en dos vivos galopes. Lo fijó enseguida Javier Castaño, activo y presente desde el arranque. El torero de Cistierna iba a dejar su impronta en esta corrida tan de trapisonda. Dos puyazos de mucho castigo dejaron mermado al toro, que, sin llegar a avisarse, se enteró, se encampanaba un poco, rebañaba, echaba la cara arriba, se agarraba y no llegó a estar en engaño. A pulso, con la mano izquierda, Castaño le sacó tres muletazos de lento dibujo. Parado el toro, se cruzó a pasitos Castaño cuando ya sólo cabía cortar y  montar la espada. Soltando el engaño, una estocada tendida. Rueda de peones, un descabello. La gente estaba con él. Con Castaño: su machada reciente de Nimes –seis miuras, gran botín-, sus tardes tan brillantes de primavera en Castellón y Valencia con toros de Cuadri, Adolfo Martín y también Miura. Su futuro inmediato. Por todo eso.

El cuarto, engatillado y astigordo, más romo que afilado, grandullón, suelto y asustadizo de salida, respiró con el aire bueno de la sangre Núñez-Rincón. Seis puyazos, no todos igual de irreparables, dos de ellos con salida escupida, uno de entregarse y sangrar también. Sedado, el toro tuvo su sonecito en la muleta. Frascuelo no se confió en ninguna baza. Se le fueron los pies. Tampoco escondió al toro. Lo mató de media lagartijera de receta secreta.

El espectáculo de trapisonda –en varios capítulos, de emoción impagable- empezó después. Dos toros negros cinqueños de bestial cuajo. Un quinto con el tronco de un rinoceronte, 624 kilos, algo deforme, como los monstruos que dibujaba Sendak, de vuelta al toro de Atapuerca, ofensivo, pero con carita de bueno y tal vez la mirada también; y un hondísimo sexto, despampanante, colgante pechera, muy badanudo, corto de manos, popa fantástica. 633 kilos. Espectaculares.

Al quinto, por huidizo –sesgada postura ante capotes-, costó mucho fijarlo. Lo hizo Fernando Galindo con serenidad. Y picarlo costó. Pero Briceño, en tarde de profesional destajo, acertó a cazarlo cuando lo tuvo a tiro y no se anduvo con remilgos reglamentistas para cobrar fuera de las rayas una vara épica, de otra época, con el toro empujando hasta los medios, donde se soltó. Jadeante, el toro se lanzaba en la muleta, sin humillar, pero atendiendo a toques. Fue un toro sorpresa. Pero se acabó yendo de engaños en un clamoroso cante de gallina. Garibay no se afligió y resolvió.

La causa mayor fue la del sexto toro y un primer tercio a ratos clamoroso. Pues Castaño, embravecido, original, preparado, listo y dispuesto, tuvo corazón e inteligencia para lograr lucir al toro, que galopó con viveza y de muy largo en tres viajes fantásticos al caballo de pica. Sólo el primero de los tres puyazos fue de pelea; de los otros dos se fue en cuanto le dolió el hierro. Pero se conjuraron la lidia y colocación de Castaño, aires camperos y diligencia de tentadero formal, y la entereza, los brazos, el aguante y la puntería de Tito Sandoval a caballo, y se vio lo que nunca se ve. Con brevedad, sin apenas artificio, surgió una imagen de toreo antiguo cuyo perfil pendía no poco de la propia estampa tan de toro viejo del toro.

El calentón, mayúsculo, se jaleó en lo que valió. La gente empujó cuando Castaño, calada la montera, se fue por el toro sin más arma que una muleta pequeña y su ayuda de madera. Tres banderas preciosas, uno de la firma, el de pecho. No mucho más: desordenada la embestida del toro, que descolgó, pero pedía tiempo; demasiado encima Castaño, precipitado cuando el toro empezó a pedir árnica o una tregua. En un ladrillo la pelea, que tuvo para el toro algo de asfixiante castigo. Como si, crecido y derramado, Castaño pretendiera taparle la boca, el aliento, la mirada. Péndulos en terreno del toro, que ya estaba sin fuelle. Un pinchazo hondo, un descabello. El viernes vuelve Castaño.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Luis Arraiza, ingeniero industrial, uno de los benefactores de la Casa de Misericordia de Pamplona, es no recuerdo por qué vía, descendiente del célebre don Nazario Carriquiri, el banquero navarro de la época isabelina -Isabel II, la Reina Castiza- que por la ambición de prosperar compró una ganadería de toros de la tierra -casta navarra, fiera-, la de Guendulain, y consiguió hacerse un nombre en el Madrid taurino del XIX, y pretendió, sin éxito, competir con los ganaderos aristócratas de la Corte o andaluces. La historia de Carriquiri -medrador, ambicioso- está pendiente de escribir en detalle, y todos los años, cuando llega San Fermín, Arraiza y yo volvemos al asunto. En una mesa de doce comensales -sin Judas- que son y somos prácticamente los mismos todos los años. Es el banquete de Carriquiri. La Casa de Misericordia es muy anterior al enriquecimiento de Carriquiri. Muchos navarros hicieron fortuna en Madrid. Otros tantos o más pelearon en guerras civiles muy crueles. Y el toro navarro entró en decadencia mientras el toreo se formalizaba como si fuera la ópera. Pero el hierro de Carriquiri, con sus dos cés cruzadas y solapadas, se puso en venta y andando el tiempo, cien años después de la muerte de don Nazario, vino a manos de un ganadero caprichoso de la Rioja que logró refundar la ganadería -no con toros navarros, sino con sangre de Núñez- y recuperar el nombre y la antigüedad, y no tanto la fama. Pero salió ese sexto toro, «Flamenco», número 41, y dentro de cinco semanas estaremos hablando de él en el banquete de Pamplona.

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Carriquiri (María Briones). De remate y condición muy desiguales. Hondo, inmenso, el sexto tuvo fondo de bravo. Manejable un bondadoso cuarto. Un quinto de disparatado volumen dio, en bravucón o mansibravo, espectáculo. Mansearon los dos primeros, sin vida. Se vino abajo el tercero.
Carlos Escolar “Frascuelo”, de vainilla y oro, silencio en los dos. Ignacio Garibay, de caña y oro, silencio y silencio tras aviso. Javier Castaño, de azul mahón y oro, saludos y vuelta al ruedo.
Valiente y brillante Tito Sandoval, que picó al sexto. Eficacísimo y certero Luciano Briceño, que picó al quinto. Un severo pero notable puyazo del maestro Manolo Montiel al cuarto. Brega sacrificada, meritoria y serena de Fernando Galindo con el quinto.
Miércoles, 30 de mayo de 2012. Madrid. 21ª de San Isidro. Casi lleno. Caluroso.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Julio Aparicio dice adiós a una carrera de arte y altibajos


MADRID.- El torero Julio Aparicio, con 22 años de alternativa y 25 en la profesión, un torero de arte y muchos altibajos en su carrera, ha dicho adiós a los ruedos hoy en Madrid, cortándose la coleta después de una mala tarde.

Hijo de la gran figura del toreo de los años 50 y 60 del mismo nombre, Julio Aparicio Díaz nació en Sevilla el 4 de enero de 1969, el mismo año que su progenitor decidió retirarse del toreo. Su madre, Maleni Díaz, fue también una mujer del mundo del arte, bailaora.

El debut con picadores de Julio Aparicio, hijo, tuvo lugar el 8 de febrero de 1987 en Gandía (Valencia), con 18 años. Aquella tarde alternó junto a Fernando Lozano y Gregorio de Jesús, con novillos de la ganadería de El Torreón. Después de forjarse como uno de los novilleros punteros de finales de los años 80, se presentó en Las Ventas en un festejo mixto junto al matador de toros Curro Vázquez, con ganado también de El Torreón. Al año siguiente tomó la alternativa en la Maestranza de Sevilla, el 15 de abril de 1990, con Curro Romero de padrino y Juan Antonio Ruiz "Espartaco", de testigo. Los toros pertenecieron a la ganadería de Torrealta.

Sus primeros años como matador de toros no fueron fáciles para Aparicio, que tardó cuatro en confirmar su alternativa en Las Ventas de mano de José Ortega Cano y en presencia de Jesús Janeiro "Jesulín de Ubrique". Fue el 18 de mayo de 1994, cuando Aparicio cuajó la faena de su vida al toro «Cañego» de Alcurrucén, al que cortó las dos orejas con las que saldría a hombros. Una de las faenas más importantes de los últimos 20 años en la plaza de Las Ventas por la inspiración, el pellizco, el arte, el gusto, la hondura y la maestría en suma que llevó el sello de Aparicio.

A partir de ahí su nombre se instaló en la cúspide del toreo de aquellos años, y comenzó a entrar en las ferias y plazas de postín tanto de España, Francia y México, donde confirmó la alternativa el 13 de noviembre de 1994 en un cartel que completaban Jorge Gutiérrez y Manolo Mejía, con toros de la ganadería de Xajay. No obstante, su particular concepto del toreo, de inspiración y arte, le jugó malas pasadas, y su carrera comenzó a perder fuelle, tanto que en 1998 decidió retirarse por primera vez, y volviendo en el año 2000 en la plaza navarra de Fitero.

Su carrera, de muchos claroscuros, no acabó de tomar vuelo, ya que aquel Aparicio de 1994 en Las Ventas no volvió a aparecer nunca más. No obstante, toreó en plazas importantes pero prácticamente en todas pasó de puntillas, incluida Las Ventas de Madrid, donde siempre se le ha esperado por el recuerdo imborrable de aquella faena de dos orejas de 1994.

Los últimos años fueron los más aciagos en la carrera de Aparicio, no sólo por la falta de triunfos, sino porque fue cuando más percances sufrió, como el del Domingo de Resurrección de 2008 en Las Ventas, cuando un toro del Puerto de San Lorenzo le infirió una grave cornada de 25 centímetros en el muslo izquierdo. Aunque la que siempre quedará en el recuerdo, la del 21 de mayo de 2010 también en Las Ventas, fue un pitonazo certero en el cuello que le salió por la boca, estampa que dio la vuelta al mundo.

Hoy, otra imagen triste de Aparicio ha sido cuando sus compañeros "El Fandi" y Miguel Ángel Perera le cortaban la coleta, símbolo de su adiós a la profesión de torero. / EFE

DECIMONOVENO FESTEJO DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO 2012... Aparicio se corta la coleta


Decisión inesperada, sentida y no teatral tras una tarde de renuncio. El último toro de su carrera, un gran sobrero de los Fraile Mazas. Cosas buenas de El Fandi y Perera.
BARQUERITO
Fotos: EFE

LA DE LAS RAMBLAS fue la última de las tantas corridas de sangre Domecq de San Isidro. No fue ni la mejor ni la peor, ni la más grande ni la más chica, ni la más brava ni la que menos. Ni la de más fuerza, que les faltó a todos sin excepción, ni la más feble. Puede que en punto a nobleza sí fuera una de las destacadas, pero la nobleza en Domecq es como el valor en el soldado y se le supone.

Nobleza sola no basta y de probar tal aserto se encargó un sobrero de extraordinario buen son. De la línea más refinada que pueda darse en la procedencia Atanasio. Ni cabezón ni frentudo ni cargado de pechos ni más zancudo que llano. Negro salpicado, armónico, ni flaco ni relleno. Con las carnes precisas y repartidas como se precisa en el toro con alma. Y su cara. Del hierro de los hijos de Nicolás Valdefresno, los hermanos Fraile Mazas. Toro con destino señalado. Los dioses mandan.

Primero, por ser toro rezagado. Era uno de los ocho de la casa de Valdefresno que habían venido a Madrid en remplazo de la corrida de Vellosino rechazada el 13 de mayo, pero uno de los cuatro que no llegaron a jugarse entonces. Luego, porque, de los raros y contados toros de su encaste jugados en la feria, éste fue con diferencia el de mejor nota y el de más rico carácter. Y, en fin, porque iba a ser el último que mataba vestido de luces Julio Aparicio.

Arrastrado el sexto de Las Ramblas –no prosperó la petición de oreja para una buena faena de Perera-, cuando iban a partir las cuadrillas, Aparicio reclamó a El Fandi para que en el tercio le desprendiera el añadido y le cortara simbólicamente la coleta. Era su adiós a los toros veinticinco años después de aquel debut de novillero con caballos en Gandía –febrero de 1987- que fue anuncio de torero tocado por el ángel del genio, agitanado espíritu y,  por tanto, irregular carrera.

Vida torera con tres jalones entre tantos otros: su bellísima faena a un toro de Alcurrucén en el San Isidro del 94, la terrible cornada en la boca que hace dos años estuvo a punto de costarle la vida en la misma plaza de Las Ventas y, al fin, esta despedida inesperada, no se sabe si improvisada, escenificada con lindo rigor porque hasta para cortarse la coleta se precisa torería.

Madrileño –Madriledo, según posible errata del programa de mano- se llamó ese toro que en manos de otro Aparicio más reconocible, más joven y ganoso o infinitamente más decidido,  habría podido pasar a la historia por razones más festivas. Ese sobrero rezagado fue uno de los cinco mejores de la feria. Aunque el renuncio manifiesto de Aparicio lo dejara flotando en una nube.

Muy pocas cosas notables hizo Aparicio en esta tarde del adiós. Le pegó al primero de Las Ramblas tres lances de desgarrado garbo, muy empapados, en la media altura, y media rumbosa, y, luego, en faena cautelosa y breve, tres muletazos de buen compás y sello propio. También al toro devuelto de Las Ramblas le hizo los honores y le tiró unos lances de gitano empaque: brazos sueltos, capa lacia y sin apresto pero volada con gran destreza, pecho ligeramente abombado y mentón hundido de ensimismamiento.

Antes que fondo o carácter, lo que le faltó a la bondadosa corrida de Las Ramblas fue emoción. El primer toro de Aparicio, uno de los dos más nobles, embistió con paso cristalino; el segundo de corrida, tan noble como el primero, tuvo esa calidad tan de antojo que se da en el domecq domado, y, además, El Fandi, exquisito con el capote –despacio a la verónica, casi solemne-, lo toreó con llamativa suavidad y lo trató con esmero. Pero ninguno de esos dos toros puso a la gente.

Tampoco un tercero sin cuello, distraído, pendiente de todo y de nada, finalmente rajado. Perera, fino a pies juntos de capa, le pudo pegar a cámara lenta una docena y pico de muletazos excelentes, pero se fue el toro cuando empezaba de verdad el concierto. Antes de que salieran los bueyes a envolver al cuarto, saltó un espontáneo de la quinta del 68. No pudo ni llegar al toro. El quinto, grandullón, 600 kilos de volquete, tuvo todavía menos fuerza que los tres primeros y menos voluntad que cualquiera de ellos. Se vino abajo como desinflado.

Y el último toro domecq de la feria, llamado «Madroño», colorado, recortado y pizpireto, bien armado, tan noble como los nobles pero algo más quisquilloso y de no mucha más vida. Lo toreó bien de verdad Perera en dos tandas de apertura con la derecha, de dejar al toro venirse de largo y mandar y ligar sin romperlo. El temple. Una prueba con la zurda sin eco ni fortuna. Y, a distancia acortada, una exhibición de lo que Suárez-Guanes llamó un día el toreo de cercanías, que deja al toro sin espacio y lo arrincona donde sea. Valiente pero sofocante. El toro no estaba para tal prueba de resistencia. Hubo emoción y riesgo. Un pinchazo, una estocada, casi una oreja. La firma cada vez más personal de Perera.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- El adiós de Julito, la venganza de Atanasio servida en plato caliente, los toritos de una sierra de Albacete no tan remota porque en una de sus cumbres puso Domecq su bandera como McDonald.

Y dice un taurino de oficio, no malicioso pero de vuelta de los sentimentalismos románticos de Merimée: "Me hubiera gustado ver a Perera con el sobrero de Aparicio". Y a mí también.

(He tenido de compañero de localidad a un torero sevillano, nacido en Écija pero criado en Gerena, que se llamaba y llama José Antonio Rodríguez, o sea, José Antonio Campuzano. Campuzano el Grande -decía la publicidad ingeniosa de Pepe Luis Segura- para definir una clase de grandeza muy torera. Sabio torero. )

FICHA DEL FESTEJO
Cinco toros de Las Ramblas (Daniel Martínez), de parejas hechuras, general nobleza, justos de fuerza y fondo, y un sobrero -4º bis- de Hermanos Fraile Mazas, de hermoso remate, en tipo, de muy notable calidad pero apenas lucido.
Julio Aparicio, de grana y azabache, silencio y bronca. El Fandi, de nazareno y negro, silencio en los dos. Miguel Ángel Perera, de púrpura y oro, silencio y saludos tras un aviso.
Brega buena de Carlos Chicote y Joselito Gutiérrez. Muy eficaz Ángel Otero, que corrió con el peso de los toros de Aparicio.
Martes, 29 de mayo de 2012. Madrid. 20ª de feria. Casi lleno. Caluroso. La infanta Elena, en el Palco Regio, recibió brindis de los tres espadas. Tras el arrastre del sexto, Aparicio reclamó a El Fandi para que le cortara la coleta o desprendiera el añadido. Fue, por tanto, su despedida.

lunes, 28 de mayo de 2012

TERCERA NOVILLADA - DECIMOCTAVO FESTEJO DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO 2012... Gómez del Pilar, la sorpresa


Dos novillos sobresalientes de Guadaira y un derroche de entrega, cabeza y corazón del joven pero maduro novillero de la Escuela de Madrid. Trabajos sin remates a espada.
BARQUERITO
Fotos: EFE

LA ÚNICA DE las tres novilladas del abono de San Isidro que pasó entera reconocimientos y trámites afines fue la última: ésta de Guadaira. La mejor de las tres. No pareja. Ni en hechuras ni en condición. Un quinto de calidades sobresalientes; un segundo de parecido son pero no tanto; un lindo y lustroso primero, como de porcelana, sin gas ni empeño ni fuerza ni celo; un cuarto cuesta arriba, tardo pero revoltoso, a la defensiva y, por tanto, deslucido; y un sexto sin trapío, que mugió lo suyo y no poco, y que se empleó rebotándose y resistiéndose. Sin formalidad.

De modo que la suerte se repartió sin equidad. Un lote espléndido para Noé Gómez del Pilar; otro nada propicio para Alberto Durán; y dos toritos de batalla para Damián Castaño. Gómez del Pilar, inteligente y entregado, templado, capaz, preparado –pura sinceridad- no perdonó. La ocasión la pintan calva. Esos dos toros, que se fueron al desolladero toreados por extenso e intenso, y bien tratados. Sólo que el botín fue menguado: una oreja de las cuatro en juego. Cuatro pudieron ser y estuvieron a punto de serlo. No entró la espada: dos pinchazos en la suerte contraria y una estocada en el primer turno; media soltando el engaño y entera desprendida en el segundo. Y por eso fue.

Pero también hubo una exhibición de toreo de repertorio de capa y otra de toreo templado de muleta. Hubo dos esperas de rodillas a porta gayola, valerosas de verdad las dos y libradas con otras tantas largas cambiadas; y  lances de buen compás para recoger y fijar a los dos novillos después de las dos largas; y alegría en los quites sin perdonar ni uno. El quite del Zapopán, en que el capote se despliega en el cite como las varillas de un abanico y el toro pasa deslumbrado y engañado; dos navarras bien voladas y dos buenas medias al entrar en turno en el primero de corrida; una larga de rodillas en el mismo anillo para rematar el saludo del quinto de la tarde, que ya tomó los capotes por los vuelos con estilo grande; un último quite por chicuelinas, tafallera y media en ese mismo toro. El repertorio de escuela –la de Madrid, por cierto- y la sensibilidad que pone la entrega; técnica asimilada, manejo seguro de telas, buena colocación, sentido de la oportunidad. Cada una de las salidas de capa se celebró debidamente.

Las dos faenas fueron pródigas. Sin tiempos muertos. Sin rellenos de paja ni pausas retóricas. Por el toro siempre Noé: no a borbotones sino despejadamente. Una tanda de rodillas previo cite de largo para abrir con el segundo, y templarse; toreo enroscado por las dos manos; enganches seguros, firmeza en las reuniones, aguante suficiente. En corto o no; en línea o al hilo del pitón; pero toreo ligado y firme. Unas bernardinas que serían homenaje a su maestro de la Escuela, Joaquín Bernadó. Versión excelente de ese muletazo entre desenfadado y temerario.

Todavía más redonda y abundante la faena del quinto. Le cogió el aire enseguida, y la distancia y el cómo, le bajó la mano, se lo trajo por delante y lo llevó hasta el final, y acabó toreando muy despacio por la mano derecha, y con impecable temple con la izquierda. En un solo terreno, a placer.

Venía de favorito al cartel el zamorano Alberto Durán, pero se interpuso la suerte de lote deslucido. Pájaro sin alas, el primero estaba sin fluido tras las tres banderas que abrieron faena. El cuarto se le volvió por las dos manos.

Breve Durán. Arrancado y al ataque Damián Castaño en sus dos turnos. Ataque precipitado con el tercero, sin tregua; faena larga y reiterativa, una estocada en los blandos. Fácil y resuelto con el sexto, que se paró y resistió. Firmeza de novillero con ganas. Un par de detalles de toreo sevillano de escuela. Con la mano izquierda.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- El toro de carril, el toreo en prosa ordenada, limpia, entretenida y legible. Etcétera. Un nuevo torero toledano -eso parece- y de la Escuela de Madrid, que lo parece para bien.

FICHA DEL FESTEJO
Seis novillos de Guadaira (Manuel Cañaveral), de variadas hechuras. Segundo y, sobre todo, quinto, de bello remate, se emplearon incansablemente y con calidad. El primero, muy bonito, sin fuerza. Muy llorón un tercero manejable. Tardo, listo y revoltoso el cuarto, que no fue sencillo. Se paró el sexto.
Alberto Durán, de verde botella y azabache, palmas y silencio. Gómez del Pilar, de azul real y oro, saludos y una oreja. Damián Castaño, de carmín y oro, silencio en los dos.
Dos brillantes pares de Fernando Sánchez al quinto. Los dos, de la escuela valenciana de Honrubia, Manolillo y Montoliú: cite de costado, reunión al paso, clavada arriba y salida andando.
Lunes, 28 de mayo de 2012. Madrid. 19ª de feria. Tres cuartos de plaza. Muy caluroso.

domingo, 27 de mayo de 2012

Numerosos espadas venezolanos por suelo mexicano


En su mayoría cumpliendo faenas de campo y festivales
José Miguel Parra, un valor de la cabaña de jóvenes toreros venezolanos, el cual no se le ha dado la ocasión de estrenar su alternativa en suelo patrio. Foto: "Cucú" Rincones
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ

La legión de matadores y novilleros venezolanos, que buscan fuera de nuestras fronteras el rodaje que no permite el actual momento de nuestra fiesta brava venezolana, es cada vez más evidente. Así lo demuestra la lista de coletas que han decidido tomar bártulos y espuertas para hacerse un hueco en el cada vez mas complejo mundo del toro en tierras allende, donde tampoco no son pocas las facilidades que se encuentran.

De esta manera tenemos por ejemplo que para este lunes 28, en la población yucateca de Tixcokob el joven diestro José Miguel Parra este actuando en festejo mixto, al lado del novillero Luis Manuel Pérez “El Canelo”, este ultimo del que se recuerda su delicado percance hace un par de años en la arena de Pueblo Nuevo, que a punto estuvo de costarle su vida.

El paseíllo de Parra junto a “El Canelo” lo harán para despachar reses del hierro de Loret de Mola, lo que supone el segundo festejo menor que suma José Miguel en México en lo que va de año, tras su estreno el pasado 6 del presente mes en la localidad campechana de Pich, donde cortó dos orejas, despachando posteriormente dos toros a puerta cerrada en un suburbio de la capital mexicana, a modo de constante preparación para estar a punto al llamado de esa oportunidad que supone vestirse de luces, tanto en suelo azteca como en su propio país natal, donde lamentablemente poco se le ha tomado en cuenta de parte de las empresas taurinas.

Por su parte otro torero merideño, Leonardo Rivera, prepara avíos para lo que será su regreso a México, en esta ocasión con miras al compromiso de este 29 de julio en la localidad hidalguense de Santiago Tezontlale, donde actuará al lado del veterano coleta Rafael Ortega y el rejoneador Leonardo Zatarín, despachando reses del hato de Dos Peñas.

Espera con esto Rivera obtener el sitio delante del toro, además del reconocimiento de las empresas para la venidera campaña venezolana, donde hasta los momentos poco o nada se sabe de carteles en citas claves a lo largo de su desarrollo.

Pasamos revista a otros de los diestros nacionales con miras verse por predios aztecas, es el caso del veterano valenciano Otto Rodríguez, quien anuncia contar en agenda para el mes de julio tres presentaciones en plazas como la de Xico-Veracruz, Cancún-Quintana Roo, y Playa del Carmen-Quintana Roo.

No olvidamos también que por México se encuentren los diestros merideños Rafael Orellana y Tomás Martínez, el primero matador y el segundo novillero, del que poco se sabe su rodaje y expectativas en tierras centroamericanas.

ENTRAÑABLE HOMENAJE A D. FELIPE DÍAZ MURILLO, EX DIRECTOR DE LA ESCUELA DE TAUROMAQUIA "MARCIAL LALANDA" DE MADRID


Fernando Claramunt impone la Insignia de Plata a Felipe Díaz Murillo en presencia de José Mª Álvarez del Manzano
El "Cuarto Bienvenida" del restaurante "Gambrinus-Vergara" fundado y regentado por Don Miguel del Valle, ha sido el marco donde la Junta Directiva del Círculo Bienvenida y un nutrido y representativo grupo de socios y amigos le ha ofrecido un justo y emotivo tributo de reconocimiento y afecto a una figura egregia como Don Felipe Díaz Murillo que ha regido los destinos de la Escuela de Tauromaquia "Marcial Lalanda" de Madrid durante tres décadas alcanzando las máximas cotas de prestigio y aportación a la Tauromaquia para su mayor gloria engrandecimiento.

Nuestro querido presidente Don Fernando Claramunt, en cumplimiento del acuerdo la Junta Directiva que se hizo eco del sentir general de socios y amigos, le impuso el galardón honorífico de:

INSIGNIA DE PLATA

El Sr. Claramunt resaltó las cualidades humanas de Don Felipe ejercidas desde el sentido de dignidad y coherencia profesional, virtudes que, por otro lado, le han permitido durante seis lustros ser el alma mater de la considerada como la primera escuela taurina del mundo, y ejercer con abnegación y eficiencia el cargo de su dirección técnica.

Don Felipe ha dejado la Escuela pero no la Fiesta, su leal afición, su sentido de la responsabilidad y su  caballerosidad lo sitúan en el epicentro del movimiento del asociacionismo taurino como factor determinante de su dinamismo en favor de la Fiesta Brava. Esta cualidad de Don Felipe y otras tantas que le ha hecho acreedor de la sincera admiración, respeto y amistad de todos cuantos le han conocido, y siempre desde la alta solvencia y profesionalidad demostrada en seno del Ayuntamiento de Madrid y muy especialmente junto a su alcalde, el alcalde de todos y para siempre el Excmo. Sr. D. José María Álvarez del Manzano y López del Hierro, que ostentó y ejerció durante su mandato y de forma inherente la Presidencia del Patronato de la Escuela de Tauromaquia de Madrid.

Fue precisamente el Sr. Álvarez del Manzano -titular del Premio "Bienvenida" a la Torería- el que nos deleitara con su precisa, a la vez que lírica, oratoria con una merecida glosa del Sr. Díaz Murillo -al que cariñosamente llama su Mozo de Espadas- y le hiciera entrega del Diploma acreditativo del la concesión del galardón de la Insignia de Plata, que previamente le había impuesto Don Fernando Claramunt, y cuyo texto dice así:

En justo reconocimiento a los extraordinarios méritos contraídos durante su dilatada y excepcional trayectoria como director de la Escuela de Tauromaquia “Marcial Lalanda” de Madrid, erigiéndose como uno de los auténticos artífices de su existencia y de su valiosa aportación a la Fiesta en la consecución de nuevos valores para mayor gloria y engrandecimiento de la Tauromaquia.

Las excelsas cualidades humanas que adornan su persona y su alto espíritu de colaboración, le hacen acreedor de sinceros vínculos de amistad y afecto en el seno de nuestro Círculo Taurino, siendo estimado como hombre portador de tan altos valores como los que fueron propios de los integrantes de la gloriosa Dinastía Bienvenida.

El acto, que fue presentado y moderado por Juan Lamarca, vicepresidente 1º del C.T.A.D.B. -que no dejó de recordar la fraternal amistad entre Don Felipe y Don Ángel Luis Mejías "Bienvenida"- transcurrió de forma brillante, sucediéndose las espontáneas alocuciones de personas integradas en el movimiento bienvenidista y que han gozado de la amistad y colaboración de Don Felipe Díaz Murillo. Así se expresaron y con significada gratitud personajes como Don Salvador Sánchez Marruedo -hijo del recordado y legendario Rafael Sánchez "Pipo"- artífice de la organización "Los sabios del Toreo" y del afamado trofeo "La Escalera del Éxito".

De igual forma y con la proverbial bondad que le caracteriza saltó a la arena Don Vidal Pérez Herrero, fundador y editor de la famosa Agenda Taurina.

La vocación americana de la Escuela de Tauromaquia en pro de la mutua colaboración con otras escuelas de países hermanos taurinos, impulsada por Don Felipe Díaz Murillo, se resaltó precisamente por personalidades de los Capítulos del Círculo Bienvenida de México y San Cristóbal. Y así se expresó, con cariño y con vehemencia Don Jorge Espinosa de los Monteros, presidente de Bibliófilos Taurinos de México y del Círculo Bienvenida en la capital azteca, siguiéndole en su discurso el dirigente tachirense Don Juan José Guerrero en nombre del bienvenidismo venezolano.

El colofón corrió a cargo del admirado Miguel Flores -titular del Premio "Bienvenida" a la Torería del Círculo Bienvenida- recitando un poema en honor de nuestro homenajeado.

Tuvieron la gentileza de rodear de afecto a Don Felipe amigos muy significativos de nuestro Círculo como el torero colombiano Jaime González "El Puno", el presidente de FACULTA, Don José María Moreno Bermejo, el economista Don Antonio Tejerina, la profesora Beatriz Badorrey, Dtra. del Aula Taurina de la Escuela, los juristas Don José Ramón García, José Luis Núñez y Ricardo de la Peña, el veterinario de las Ventas Don Javier Morales, o los empresarios Mario Alonso, Alberto Sánchez, Ignacio Pérez-Grueso y Marcos Martín. / Gabinete de Prensa del Círculo Bienvenida

DECIMOSÉPTIMA CORRIDA DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO 2012... Serafín Marín y «Pistolero», vibrante duelo


Un bravo y agresivo cinqueño de Baltasar Ibán y una faena más honrada que rotunda del torero de Moncada, que no redondea con la espada. Cuatro toros de interés.
 
BARQUERITO
Fotos: EFE

ABRIÓ CORRIDA UN imponente cinqueño de apaisada cofia y muy buidos pitones. Toda la corrida de Ibán salió bien armada. Como ese primero, ninguno. Corto de manos, de buen aire: la postura, la nobleza, la fijeza. El mexicano Spínola lo toreó con sencillo temple de capa. Y sin ajuste, porque costaba tomar las medidas del sombrero. En un puyazo primero largo y durísimo vino a emplearse el toro pero a vaciarse también. No hubo manera de quitarlo del caballo, donde lo estuvieron moliendo. Maltratado por uno de esos capotes acartonados de tanto apresto, en banderillas se empezó a quedar sin aliento el toro, que luego descolgó y quiso humillar pero no empujó. Un trasteo sosegado y compuesto de Spínola. Una estocada de excelente ejecución. Sin puntilla el toro.

Alto de cruz, soberbios el porte y el remate, el quinto, cinqueño, se estiró enseguida con tranco bueno y ágil. Cinco verónicas de Serafín Marín de más ajuste que vuelo, de más dibujo que poder. Y dos medias, porque la codicia del toro no consintió una sola. El primer puyazo fue interminable y debió de ser severo. Hubo una segunda vara de parecida dureza a toro entregado. Rubén Pinar quitó por mandiles. Todos los lances, por la mano derecha.

Y, en fin, comenzó la pelea, que no iba a ser ni corta ni sencilla. Sí de mérito y saque. El rabeo del toro, Pistolero, número 29, era señal de temperamento. Lo tuvo.Díscolo. La firmeza de Serafín, muy de verdad. En el tercio, casi al borde de las rayas, se fue librando el duelo. Preliminares buenos en tandas cortas o cortadas. Sumaron como logros grandes, y fueron cuerpo del trabajo, dos tandas de cinco en redondo y el de cambiado de remate. Tomado el toro en la distancia precisa, tocado y no enganchado. Una serie final de manoletinas no comunes –ceñidísimas, con toques sutiles- se tuvo por acontecimiento. No de inclinar la balanza, pero casi. El toro tenía sus partidarios y los partidarios se dejaron oír con esas voces sueltas de las Ventas tan impertinentes.

Las dos tandas mayores fueron tandas ligadas, pese al punto temperamental del toro. Tanto que en un momento dado pareció que un picotazo de propina, delantero y no trasero, lo habría templado más. Tal fue el fondo del toro. Si lo abría Marín, se empleaba con mejor son que si se lo traía tan cosido a engaño y cuerpo.  Con la zurda no se acopló Serafín o desplazó más de la cuenta.  No le vio la muerte al toro Marín. Un pinchazo, una entera tendida y trasera que sin la rueda de peones no habría bastado. Fue el gran trago de la corrida de Ibán.

Precioso, alto de cruz, finos los cabos, castaño albardado, el tercero fue toro de otro calibre, pero del cupo de nota. No de salida –las manos por delante-, no en varas –volvió grupas al sentir la segunda-, pero sí en banderillas. Entonces pareció dispararse. Y galopó. Mugidor, se vino de largo con alegría. Repetidor, a gusto en los medios. Una primera mitad de faena de Rubén Pinar resuelta y brillante. Una tanda de cinco y el remate: otra de seis. El toro la pedía por abajo y, si no, pegó un cabezazo, dos o tres. De pronto, dos golpes de viento, los únicos en una tarde veraniega, pero en el momento más inoportuno, porque Pinar se vio descubierto y en renuncio al ponerse con la izquierda. Al volver a la diestra, ni el toro era el de antes ni el torero tampoco. Largo el trasteo con sus pausas. Una estocada entera.

Engatillado y astifino, apuntadito y abrochado, el cuarto fue tan bello como los tres primeros, pero de aire diferente. Menos cuajo, por despapado. Bravo en el caballo –un primer puyazo implacable, un segundo de atacar metiendo riñones-, desarmó a Marín en un quite por gaoneras, duró en la muleta más que el primero de la tarde pero menos que segundo y tercero. Dulce y, por tanto, con tendencia a apagarse. Corto de inspiración e ideas Spínola. Una estocada caída.

Y un final de corrida chafado. Un sexto que parecía por contraste enano, pero que nadie protestó. El predominio de sangre Contreras de la ganadería. Pero toro chungo de flojo. Ni un punto sumado. El hermoso quinto, retinto, largo, esbelto –una joya-, atacó en el caballo pero se recostó contra el peto, salió distraído después de sangrar y, rebrincado, no metió ni los riñones ni la cabeza como no fuera para protestar. Suficiente Serafín con éste; breve Pinar con aquél.

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Baltasar Ibán (Cristina Moratiel). Cinqueño los dos primeros y el sexto. Corrida bien armada, de hermosa traza y abierta de líneas. Segundo y tercero, los más en tipo, de seria conducta. El uno peleó de bravo en dos varas; el otro se escupió del caballo. Ovacionados los dos. Un hondo primero salió molido de varas; muy bondadoso un cuarto a menos. De pobre nota los dos últimos. Una belleza de toro el quinto.
Fermín Spínola, de turquesa y oro, silencio y silencio tras un aviso. Serafín Marín, de negro y oro, saludos tras un aviso y silencio tras un aviso. Rubén Pinar, decarmín y oro, división tras un aviso y silencio.
Domingo, 27 de mayo de 2012. Madrid. Plaza Monumental de Las Ventas. 18ª de San Isidro. Casi lleno. Veraniego. La infanta Elena, en el Palco Regio, recibió brindis aplaudidos de los tres espadas.

SEGUNDA CORRIDA DE REJONES – DECIMOSEXTA CORRIDA DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO 2012...Ventura gana el derby


 Cartel de postín, rivalidad implícita, debut linajudo, hierro escogido, disposición, tarde primaveral, lleno, expectativa, y al final un solo triunfador sin discusión. El rejón de muerte fue juez máximo.
El jinete lusitano, emotivo y contundente con el tercero de la tarde, abre su décima puerta grande de Las Ventas. Pablo Hermoso desacertado con los hierros recibe una oreja, y Francisco Palha empaña su confirmación en la suerte suprema.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES

Los murubeños de Los Espartales, de medianas hechuras, escaso cuajo, y menos codicia, se rajaron cuando no se pararon en los medios, descargando toda la responsabilidad de la lidia en los binomios. No obstante el primero y el tercero se salieron del libreto, atacando con fijeza, emocionando, sacando la cara por la divisa y siendo aplaudidos en el arrastre.

Diego Ventura, traje campero, sombrero de ala corta, salió sobre "Maletilla", con paso lento, mirada baja, y sin aspavientos, a esperar el tercero. Su rival por el trono acaba de pasear una oreja. Pero su actitud lejos de mostrar tensión era relajada, desparpajada, segura. El desafío estaba planteado. Llegado «Julián» al platillo, lo unció a la grupa y en círculos cerrados lo enceló y le anunció quien mandaba. Un solo rejón de castigo en buen sitio, fue decisivo para conservar embestidas hasta el fin. Cambia montura y coloca el oscuro ijar de "Nazarí" a milímetros de los pitones, y por las tablas galopa de costado la circunferencia completa del ruedo, los 360 grados templando, sin perder distancia, en medio de una ovación atronadora. Toreo, toreo, de a caballo.

Comenzaba la conquista de las mayorías y la construcción del triunfo. De largo, banderilla en mano, cruza la arena para un quiebro destellante y el palo arriba. Entonces sale "Ordóñez" y el único fallo de la lidia sucede, cae un palo, pero el tordo llama al toro con la mano, embrocan con fuerza, la suerte es perfecta y adornada con tres giros estrechos en la cara para otro estallido delirante de la plaza.

Las tres banderillas cortas (rosas) son colocadas una a relance de la otra, en redondo, y en una sola suerte. La parroquia era suya. El desplante, las caricias a los cuernos, y el teléfono, fueron el empujón al paroxismo del publico que la verdad sea dicha no es exactamente el mismo de las corridas de a pié. El rejón quedó levemente contrario pero fulminó, y la petición fortísima de las dos orejas, que anunciaba que otro jinete reina en Las Ventas, fue satisfecha si reticencias. Con el quinto, manso rajado ya no necesitaba demostrar nada, la victoria estaba conseguida, y el pinchazo, el rejón ineficaz y los cuatro descabellos no la pusieron en cuestión.

Pablo Hermoso, tuvo que hacerlo todo, su lote se paró a verlo montar. Pero eso para él no ha sido jamás un impedimento. Con su consabida maestría cabalgó y lidió luciendo a "Dalí", "Pirata", "Ícaro"... Todo iba bien, todo el merecimiento era suyo hasta que clavó el rejón en sitio criticable, trasero, caído y además sin efecto, debiendo descabellar. Entonces vino la petición, rala e injustificada y Don Manuel Muñoz Infante, con su galante pañuelo desde el palco, se llevó para sí todo el mérito de la oreja.

Con el cuarto, pareció sentir el golpe de Ventura pues incurrió en fallos increíbles en él. Un rejón bajo y enhebrado, otro barrenado, un tropezón del toro contra “Dalí” y la muerte descentrada, Sin embargo los otros aciertos, el cariño, y el estar por encima de la res le ganaron el saludo. Pablo es Pablo.

Francisco Palha, confirmó con el buen primero, correcto y carismático, fue recibido con manifiesta simpatía por el público que acompañó su alegre faena, pero medio rejón desprendido, ocho golpes de cruceta y un aviso, nublaron su efeméride. Con el sexto repitió las mismas virtudes y defectos.

La coincidencia de los dos grandes del rejoneo en la misma corrida, independiente de quien les haga tercería tiene siempre carácter de duelo. Esta batalla la ganó Ventura, pero la guerra continúa.

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Los Espartales, despuntados para rejones y escasos de raza.
Pablo Hermoso, oreja y saludo. Diego Ventura, dos orejas y silencio. Francisco Palha, silencio tras aviso y ovación.
Al finalizar el festejo salió por la puerta grande Diego Ventura.
Sábado, 26 de mayo de 2012. MADRID. Plaza de toros de Las Ventas. 17ª de San Isidro. Sol y en tarde fresca. Lleno de "no hay billetes".