Finalmente
dos plazas de suma importancia en el calendario taurino venezolano como son las
de San Cristóbal y Mérida han anunciado la realización de sus respectivas
temporadas. El dilema está en saber sí la afición respalde ambos periplos, a
tenor de la difícil situación económica que atraviesa el país.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Sin duda alguna es uno de los espectáculos seña de
identidad de la cultura venezolana como lo es igualmente el béisbol. Las plazas
se llenaban al llamado y presencia de las principales figuras del toreo. Cosos
que se quedaban sin boletos en citas puntuales, de la que se generó esa fama
son hoy en día escenarios vacíos, sin alma, sin esa efervescencia que inundaba
años atrás por estos días el anuncio de algunos toreros y ganaderías de postín.
El hecho es que la situación de quiebre que vive
el país ha hecho que el toreo en Venezuela pase a un tercer plano de interés
para el gran colectivo en general, más proclive a buscarse la comida día a día
que al disfrute y gozo de las pasiones que permitía una economía más flexible a
los bolsillos.
Aun así, la temporada se propone con la misma
ilusión de no dejar pasar ediciones feriales de suma importancia no solo en lo
taurino, sino en lo económico para las ciudades donde se lleva a cabo, por
ejemplo San Cristóbal y Mérida, capitales donde de la misma manera más se ha
sentido el efecto de contracción económica que vive su población.
De todo esto, la edición del 2020 para la Feria de
San Sebastián ya se apaña con el anuncio de la realización para finales de
enero próximo de tres corridas de toros y una novillada por parte del joven
empresario taurino local, Miguel Murillo, con el apoyo institucional de la C.A.
Plaza de Toros de San Cristóbal, con la base de interés en la figura local como
es el joven espada Jesús Enrique Colombo, quien se anuncia con otros espadas
europeos como el granadino El Fandi, el gaditano Octavio Chacón o el galo Thomas
Dufau, junto al recién alternativado diestro de la ciudad, Antonio Suarez, en
la lidia de reses nacionales de los tradicionales hierros de Rancho Grande, El
Prado, Los Aranguez a falta de confirmar otros espadas y ganadería para
completar dichas combinaciones, que irán del 30 de enero al 2 de febrero del
año próximo.
Supone estos nombres un revulsivo para tratar de
rescatar una cita ferial como la de la ciudad de San Cristóbal que viene desde
hace tres temporadas en picada en cuanto a asistencia de público, tal y como se
puso de manifiesto la edición de este año, una feria estrepitosa en lo
económico para la empresa de turno.
La otra cita de importancia en los andes
venezolanos es la Feria del Sol en la ciudad de Mérida, donde pocos días atrás
de nuevo la junta directiva del ente que vela por los destinos de la Plaza de
Toros Monumental “Román Eduardo Sandia” renuevan contrato de arrendamiento a la
polémica empresa taurina Ramguertauro’s, el cual en vista de lo sucedido en la
reciente cita ferial de la cercana población de Tovar, -otro descalabro en
cuanto a asistencia de público- ha ofrecido organizar tres corridas de toros y
una novillada, no sin antes con las dudas de nuevo ver en el ruedo de la
monumental emeritense toreros y toros de ínfimo nivel de aceptación para los
más serios taurinos merideños, tal y como se ha puesto de manifiesto en los
años que preceden la gestión de los mentados empresarios Ricardo Ramírez y Juan
José Guerrero.
Precisamente es hasta los momentos Jesús Enrique
Colombo el único torero que anuncian en los carteles, a falta de ver que nos
presentan finalmente, para las fechas del 21 al 25 de febrero próximo, donde
con seguridad se corran astados de las ganaderías del Lic. Hugo Domingo Molina
y el propio Ricardo Ramírez.
Y LAS DEMÁS PLAZAS…
Un futuro incierto se cierne sobre ellas. Al ya
señalado caso del Nuevo Circo de Caracas cerrado para el toreo desde marzo de
1997, se les une el doloroso destino de cosos como la que fue en su momento
bella Monumental de Valencia (Feria de la Virgen del Socorro) –en su total
abandono y la vera de grupo de expoliadores afectos al gobierno-, la Plaza Monumental
Las Trinitarias de Maracaibo (Feria de la Virgen de la Chiquinquirá) cerrada
por una cacicada de un alcalde afecto al animalismo cursi, y la Plaza de Toros
“César Girón” de Maracay (Feria de San José), el cual están intentando
recuperar a más tardar marzo próximo, tras así mismo verse en la desidia de
unas autoridades gubernamentales empeñadas en borrar todo aquello que tenga que
ver, cultural y arquitectónicamente, con la herencia hispana que nos nutre como
población.
Es por ello que en los actuales momentos, a pesar
de lo difícil de los tiempos, para toreros, ganaderos, novilleros, subalternos,
empresarios y en especial para el aficionado, el que se intente con mucho
esfuerzo cuidar lo poco que tenemos de fiesta brava vigente, con miras a
mejores tiempos para rescatar de las fauces del destino lo que los últimos años
hemos perdido en el ámbito taurino.
EL TORO BRAVO,
EL MÁS PERJUDICADO
Otro renglón importante es el hecho que para las
mencionadas citas taurinas de comienzos de año, no se garantice un toro de
lidia acorde a las exigencias que impone el público que paga y el taurino que
hace una fuerte inversión por ir a la plaza. En tal sentido la muestra fue lo
visto en la pasada Feria de la Virgen de Regla en Tovar, donde se lidió un toro
muy terciado, casi rozando los límites de su presencia, a pesar de los enormes
esfuerzos que se hace por mantener los pocos hierros que aún perviven en el
campo bravo nacional.
Para tal efecto consultamos la opinión del
ganadero de los hierros Rancho Grande, El Prado y La Consolación, Hugo Alberto
Molina quien nos señala: “Es de verdad un milagro colocar un toro de
lidia en Venezuela en cualquier plaza. Los costos de producción no dan la base
para su sostén. Muchos de lo que quedamos lo hacemos porque tenemos otras
fuentes de ingresos para sostener su selección y cría, como por ejemplo el
ganado de carne o leche. Los costos no dan la base ni para su manutención, y
más en estos momentos que atravesamos”.
Adentrándonos en detalle, el conocido criador de
reses bravas deja en claro: “No es rentable porque todo lo que le
embarga se puede decir que esta dolarizado o sino se mueve en pesos colombianos.
Desde los combustibles, medicación y pago de personal que trabaja en las
fincas, lo que hace que su producción no sea rentable, y de allí que en los
últimos años muchas ganaderías hayan tenido que dejar de subsistir, y solo unos
pocos quedemos en esta dura empresa”.
Y es que el listado de ganaderías que han pasado
al recuerdo en el campo bravo venezolano viene de largo, con hierros tan
importantes en su momento como lo fueron La Carbonera, La Cruz de Hierro, Los
Marañones, El Laurel, San José de Bolívar, Rancho Bravo, Santa Fe, Campo
Pequeño, La Soledad, La Fundación, sin mencionar otras que han casi
desaparecido de los ruedos con esporádicas apariciones como el caso de Tarapío,
Tierra Blanca o La Punta, entre otras.
El detalle es que el aficionado que hace el
esfuerzo por ir a la plaza quiere y exige que el toro que el ganadero de reses
bravas venezolano está llevando a las arenas del país, por lo menos lo
aparente, es decir, luzca en su trapío los cuatro años y los 425 kilos mínimos que
reglamentariamente se le exige, y con los que debería de lidiarse en plazas de
primera categoría, muchas veces “maquillados”
en la tablilla, lo que hace que se le pierda seriedad y categoría al
espectáculo, a la vera de las mismas autoridades taurinas municipales verse
obligadas a aceptarlas para su lidia ante la escases de ganado a la hora de
recibir dichos astados en los corrales de las plazas.
Es entonces cuando muchos taurinos y prensa
taurina en general debate sobre un delicado asunto donde el dilema es cuál es
la solución a corto y mediano plazo, cuando por ejemplo anteriormente se
importaba ganado de Colombia, inviable actualmente por los costos que acarrea
para el empresario de turno y por ende al aficionado al momento de acercarse a
la taquilla.
EL COSTO PARA EL
AFICIONADO EN TAQUILLA
No es menos señalar que para el taurino venezolano
el asistir a una corrida de toros se ha convertido en un hecho casi imposible.
Lo tomamos en cuenta tras los precios que se manejan sus respectivas boletas y
lo devengado oficialmente en cuanto a sueldo y salarios en el país.
Por ejemplo colocamos lo sucedido en la pasada
cita tovareña: La entrada más económica tenía un costo de 15$ que se traducía
en bolívares a pagar en taquilla a la tasa vigente que se tasaba en 23 mil
bolívares/$, cuando el promedio de ingreso mensual es de 8$ mensual, incluyendo
bonos; es decir, debes trabajar dos meses para pagar una entrada a los toros,
algo inconcebible.
Es por esta razón las paupérrimas entradas que se
han registrado en los pocos festejos que a lo largo del año se han llevado a
cabo, en especial en enero y septiembre en las ciudades de San Cristóbal y
Tovar. Los números no cuadran para una economía tan limitada en estos momentos,
para gran parte de la población venezolana, donde la prioridad estriba en
sobrevivir con lo poco que se puede lograr conseguir y comprar con estos
ingresos per cápita que se vienen percibiendo desde hace poco más de tres años
a la fecha en paulatino empobrecimiento.
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