"Vi
que estaba muy mal. Tuvimos que entubarle antes de anestesiarle. La situación
era cataclísmica", señala el cirujano en su escalofriante relato para
Aplausos.
JAVIER
VALERO / Redacción de APLAUSOS
“Vi que estaba muy mal. Tuvimos que entubarle
antes de anestesiarle. La situación era cataclísmica. Hasta que no pudimos
hacernos con el control de los vasos del recto peritoneal pensé que el enfermo
estaba muerto. Esa es la realidad”. Son palabras del doctor Carlos
Val-Carreres, que atendió en primera instancia a Mariano de la Viña tras la
tremebunda cogida que sufrió durante la corrida del domingo en Zaragoza.
“Han sido dos cornadas muy graves. La que entra
por la cara posterior rebasa el sacro entre el recto y la vejiga y arranca la
arteria iliaca interna izquierda en su origen, por lo que la hemorragia era muy
importante, la estuvimos conteniendo y como no podía someterle a una nueva
intervención porque era “dejármelo” en la mesa de operaciones, hablamos con el
doctor De Gregorio, que es radiólogo intervencionista, y entonces llevamos a
cabo la embolización de las dos arterias iliacas, que estaban rotas”, prosigue
Val-Carreres su relato para Aplausos.
“El pronóstico sigue siendo muy grave -admite el
cirujano- pero tiene muy buena perfusión tanto arterial como de circulación de
retorno en la extremidad inferior derecha donde estaba rota la arteria femoral
y no hay signos de sangrado activo, con lo cual parece que desde el punto de
vista quirúrgico las heridas tienen buen aspecto. Los drenajes han rendido muy
poco, por lo cual creo que todo va bien. Seguimos pasando el proceso
postoperatorio de unas grandísimas horas quirúrgicas, en las que hubo que poner
sangre y, evidentemente, hasta que se restaure la situación cuesta”.
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