sábado, 12 de octubre de 2019

FERIA DEL PILAR – SÉPTIMO FESTEJO: El Cid y 'Derribado': Un gran toro para un final feliz

El torero de Salteras desoreja a un extraordinario ejemplar de Matilla premiado con la vuelta en el arrastre, y se despide definitivamente de los ruedos por la puerta grande.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO
Foto: EFE

El Cid se despedía definitivamente del toreo en Zaragoza, cierre de la gira de adioses y algunos bises. Como Sevilla y Madrid, sus plazas de referencia, los escenarios más cariñosos. No pudo ser más idóneo el final, fiel a la leyenda blanca de su baraka y traicionando la negra fama de su espada: un soberbio toro de Matilla lo catapultó por la puerta grande. Se va un buen torero, un hombre bueno, que debió dar ese paso 10 años antes. La Misericordia le había rendido tributo cuando el paseíllo tocó su tope. Sonaron el Himno Nacional y las emotivas ovaciones consecutivamente. Cid eligió un vestido azul marino y azabache para la ocasión. Casi calcado al de El Fandi. Que le brindó su toro con respeto y amistad. El toro de Matilla, que lidiaba con sus tres hierros, fue incierto y mentiroso. Tanto que engañó a la afición maña con su movilidad sin entrega, sus miradas esquineras y sus amagos navajeros. Imagino que compararían después... Fandi se lo tapó y consintió todo desde un intento carnicero en un pase de pecho a mano cambiada. La derecha fue la de la faena. Pasaba por allí el bicho con más ganas de irse que de embestir. Y que no lo tratase de someter el torero en lugar de acompañarle porque entonces el nervio le subía pendenciero. Ya había arreado lo suyo, marcando querencias, en el poderoso y espectacular tercio de banderillas fandilar. Su larga agonía tragándose la muerte la interpretaron por bravura. Y ovacionaron su arrastre más que la profesionalidad curtida del matador granadino. Increíble pero cierto. El apuro de sus apoderados/ganaderos lo explicaba.

Inmediatamente antes y después del mal Filósofo no hubo nada. Un terciado y bondadoso torito que se lesionó en mitad de la pulcra faena de El Cid y un lindo colorado que se quedaba tobillero y por debajo desdibujando a López Simón.

Y entonces saltó a la arena el último toro de El Cid en España. Así como para hacer honores hasta el final a su gloriosa potra. ¡Qué toro! Qué manera de colocar la cara, emplearse y repetir. Bravo de verdad el tal Derribado. Una máquina de embestir y hacer surcos. Cid se entusiasmó y toreó a una velocidad vertiginosa. Largo y ligado. Más fina su derecha que su mítica izquierda. Que abrochaba las series con relámpagos de pecho o afarolados. Una intentona de circulares quedó desbordada y de aquella manera. Como un desplante a cuerpo limpio. Enterró El Cid la espada y le entregaron la dos orejas y la puerta grande. Por los dorados tiempos preteréritos, se merecía un final así. Al toro de Matilla, herrado con el fuego de Hermanos García Jiménez, lo premiaron con el pañuelo azul y la vuelta al ruedo en el arrastre.Marcando diferencia abismal y educativa con Filósofo...

Quiso seguir la estela de Derribado un quinto de finas dagas -toda la corrida, en sus diferentes hechuras y remates, por delante enseñaba las puntas como ninguna-. Y pretendió hacerlo todo con buen estilo. Pero no le duró el depósito. Los tercios previos de quites y el portentoso show de banderillas de Fandi causaron mayor mella de la esperada. El ritmo de los primeros compases de faena, en circulares y redondos de rodillas, exigió una barbaridad a Vagabundo. Que echó la persiana antes de hora. Una soberana estocada lo despenó. Fandila agarró con fuerza el trofeo.

El llamado toro de la jota se hacía feísimo desde todos los ángulos. De una mansedumbre pregonada. El torancanazo se apoderó del ruedo. Más allá de mover el caballo, y no todo lo que debieran hacia la querencia, la inoperancia de recursos lidiadores impuso el caos. Un puyazo a tercio cambiado sangró debidamente al buey. Que luego no se comía a nadie. Sólo que era muy buey y muy remiso. LS gastó mucho tiempo con él antes de naufragar otra vez con la espada.

Una marea desbordaba de felicidad encumbró a El Cid. Que por la puerta grande puso un feliz punto final a su fértil trayectoria.

MATILLA | El Cid, El Fandi y López Simón

Plaza de la Misericordia. Sábado, 12 de octubre de 2019. Séptima de feria. Tres cuartos largos de entrada.

Toros de Olga Jiménez (1º y 2º), Peña de Francia (3º) y Hermanos García Jiménez (4º, 5º y 6º); de diferentes hechuras seriedades y remates, bien armados en general; de extraordinaria bravura el 4º, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; notable el 5º sin duración; incierto y mentiroso el 2;º tobillero el 3º; un buey el 6º.

El Cid, de azul marino y azabache. Estocada baja (saludos). En el cuarto, estocada (dos orejas). Salió a hombros.

El Fandi, de azul añil y azabache. Pinchazo y estocada. Aviso (silencio). En el quinto, gran estocada (oreja).

López Simón, de negro y oro. Dos pinchazos y estocada pasada. Aviso (silencio). En el sexto, dos pinchazo, estocada y descabello. Aviso (silencio).

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