MANOLO
MOLÉS
Redacción APLAUSOS
El año de más gloria, más novedades, más público
en las plazas, más éxitos en Sevilla y Madrid que nunca; el año en que hemos
visto crecer una generación que compite ya con las figuras, el año del bombo y
platillo, en que la afición acudió a las plazas, ahí está Las Ventas, más que
nunca en los últimos tiempos. El año de las figuras estables pero también de
los toreros que viniendo desde abajo, arrean; el año con más novilleros marcando
el futuro y con más ganaderías embistiendo; este año tiene, o no sería la
grandeza y la dureza de la Fiesta, una realidad: un remate cargado de dolor y
lágrimas. Durísimo lo de un grande de plata, Mariano de la Viña. Un percance
estremecedor en las imágenes y durísimo para remontar. Un gran profesional.
Casi toda una vida a las órdenes de Ponce.
El “tabaco”, como dirían los clásicos, ha sido
terrible; las imágenes estremecen y de qué forma. El toro zarandea, hiere, hace
presa y lanza a un hombre de luces a la oscuridad del drama. Le ha sucedido a
Mariano, le puede pasar a cualquiera. Es la dura ley de la grandeza del toreo,
donde el éxito es incomparable y donde el dolor vive en la habitación de al
lado. Poco antes, en Madrid, otra vez, cayó Gonzalo Caballero. Tengo amistad
con él pero debo decirle una vez más que así no se va a ninguna parte buena,
que el toreo no es dejarse coger. Y Gonzalo Caballero ha vuelto a tentar los
diablos de la lógica taurina, que tiene sus normas, sus reglas para entrar a matar
y no a que te mate un toro. Una vez más lo ha vuelto a hacer. En pocos meses de
diferencia. Otra vez tirándose a matar, no sé si con los ojos abiertos o
cerrados, encima de los cuernos del toro. Sin hacer la suerte que ordena el
volapié; esa muleta en la zurda debe llevarse la embestida del toro, esa espada
en la derecha debe perfilar las bases de entrar a matar. No puede ser, te lo
digo con todo el cariño, Gonzalo, que dos veces en el mismo año, en la misma
plaza, mates sin hacer la suerte. Hay un dato que no es normal ni natural, no
consumas la suerte, te tiras arriba y, cosa poco común, como no haces la suerte
llevas ya dos cornadas tremendas en la pierna de salida. Es más normal que te
puedan herir la pierna derecha, pero lo contrario supone que te has saltado
todas las reglas marcadas por el tiempo, la lógica y la tauromaquia eterna.
COLOMBO DIO LA CARA EN MADRID TRAS UN
AÑO ORILLADO
Esa misma tarde en Madrid, en este final de año
grande y revelaciones, nos recuerda que la cara fea, dura, la guadaña está ahí
detrás de la puerta de cualquier error o también la mala suerte. Como lo de
Mariano de la Viña, como lo de un chaval de Venezuela y admirable llamado Jesús
Enrique Colombo, que dio la cara en Las Ventas, tras un año orillado de las
ferias. Se llevó también su ración de paliza, pero fue el primero en auxiliar y
llevarse raudo a la enfermería al compañero.
El año de más gloria, más novedades, más público en las
plazas, más éxitos en Sevilla y Madrid que nunca, el año de las figuras
estables, de los toreros que viniendo desde abajo, arrean; el año con más
novilleros marcando el futuro y con más ganaderías embistiendo, ha tenido un
remate cargado de dolor y lágrimas
Que la dureza del fin de temporada no se olvide;
pero tampoco un año de grandes éxitos y toreros interesantes. Como el otoño se
puso agrio, también a Perera le llegó el dolor tras una temporada en la que su
papel subió enteros en esa tarde de hule en Zaragoza. La misma en la que hubo
una feria con muchos éxitos, pero con el postre amargo de que aquí en el toreo
puedes tocar el cielo y la gloria en las tardes de vino y rosas; y puedes oler
el azufre de los avernos en las tardes negras en las que se encoge el corazón
de los aficionados.
El contraste enorme está ahí. En el bando de la
felicidad está ahí el adiós de un torero que se va llamado El Cid. Un año grato
en las despedidas y pese a ello estoy seguro de que daría lo que fuera por un
par de años más. Torear es el veneno más delicioso. A veces. Zaragoza, Jaén y
cierra España hasta que vuelva la primavera en la que volverá la Fiesta. Con
cambios. Seguro. Con Ginés Marín asomándose al grupo de los grandes; con Perera
mucho más sólido; con Juli y Ponce dueños de su futuro; con Manzanares peleando
con las lesiones que dejan huella; con Cayetano, el más Ordóñez de la familia
en carácter, no en copia; con Emilio de Justo, que huele a primera figura; con
Ureña, en su año grande y ahora libre; con la magia de Ferrera en la
purificación de la tauromaquia. Curro Díaz, Escribano y otro bautizado en Las
Ventas: David de Miranda. Con el torero de Curro Romero, Diego Urdiales -todo
el mundo pensaba que iba a decir Morante-, con Luque madurado en las Galias;
con Pinar, poderoso; con Álvaro Lorenzo y su solidez castellano-manchega.
Algunos más. Pero me inquieta lo de un grande, grandísimo, Roca Rey. El que
llena las plazas, arrastra gente joven pero que nos dejó a mitad de temporada.
Ahora no se sabe a ciencia cierta cómo será el año de un torero muy necesario.
Con tal vez demasiada gente en su apoderamiento: un mexicano, un empresario y
un cachito para quien lo curró y lo lanzó desde el inicio: José Antonio
Campuzano. Un grande puliendo toreros que nadie se atreverá a discutirme. Al
gran RR, al que admiro, le sobra, yo entiendo, tanto mando en su ejército y
sobra misterio. Espero que volvamos a disfrutarlo. Hace falta.
SI NO SIEMBRAS, NO RECOGES, ESO TAMBIÉN
VALE PARA EL TOREO
¿Dónde está la mayor alegría para ti y para mí? Yo
nací entre naranjos y sé lo que es la huerta. Si no siembras, no recoges, si no
riegas, se mustia, si no abonas, palidece, si no lo cuidas, no da frutos. Vale
también para el toreo. ¡Aleluya! no recuerdo tener quince novilleros tan
interesantes, tan distintos, con buen concepto pero con la gloria de ser
diferentes. No voy a dar los nombres que tú ya conoces. Pero te diré que en lo
alto de la lista tengo a Rufo -puerta grande en Madrid-, fantástico, y cierra
la lista un crío sin caballos llamado Álvaro Burdiel, último en abrir la puerta
de la gloria en Madrid. En medio hay otros dieciocho. O más. Eso es lo bueno.
Miras arriba y hay donde elegir. Miras abajo y el futuro aparece vestido de
luces. Eso es el mañana. Hay futuro.
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