La
Universitat de València pone en marcha el primer postgrado dirigido a cirujanos
de espectáculos taurinos.
VICENTE
USEROS
@vicente_useros
Valencia
SALVADOR
FERRER
@salvaferrer78
Valencia
La letanía del parte clínico se escucha entre
prisas y un reguero de sangre que inunda la enfermería de la plaza: «Herida
inciso contusa por asta de toro que perfora, secciona y contunde... Cornada de
30 centímetros con dos trayectorias ascendentes... Pronóstico muy grave.
Pendiente de estudio radiológico».
Con un grito unánime del ruedo el diestro ha
pasado del excitante perfume de la vida a percibir el hedor de la muerte. Un
segundo en el que se ha distanciado de la 'puerta grande' y se aproxima,
vertiginosamente, a las puertas del cielo.
Todo muta en apenas instantes que no terminan
nunca. De la luz deslumbrante y el fascinante colorido de la plaza al callejón
oscuro que funde en negro los sueños del artista. De la ilusión por alcanzar la
gloria al anhelo roto por la cruel realidad con forma de pitón. De los trajes
chispeantes de luces y bordados en oros y platas, a las batas blancas y verdes
de médicos, enfermeros y anestesiólogos. Del olé rotundo del ruedo mágico al
silencio inquietante y angustioso de la sala del quirófano. Gritos de dolor
desgarrado. De la inspiración artística a la intervención quirúrgica. La carne
rajada, que es cicatriz y medalla para la posteridad: La cornada.
La cara amarga del toreo, que es el arte más
auténtico del universo escénico. El lidiador es el único artista que pone en
peligro su vida en el proceso de creación de su obra. El drama, la tragedia, la
angustia. La vida o la muerte, en un mismo instante. Un segundo eterno, un
centímetro que puede ser un mundo.
Es entonces cuando intervienen los cirujanos, los
ángeles de la guarda de los toreros. Espíritus con mascarilla y gorro que han
cambiado sus alas por guantes de látex y que solicitan con precisión el
instrumental necesario para cerrar las hemorragias y sanear las heridas.
Enfrentarse a la cirugía más agresiva resulta
extenuante. Deben operar entre músculos desgarrados y arterias rotas a la mayor
velocidad posible.
El campo de batalla quirúrgico que fue descrito en
1945 -precisamente durante el año en que concluía la II Guerra Mundial- por
Paco Serra -a quién Valencia puso su nombre en un pasaje adyacente a la plaza
de toros-.
En su Tratado de Taurotraumatología, el doctor
Serra definió la cirugía taurina a través de similitudes con la 'cirugía de
guerra'. Tiempo después uno de sus sucesores, penúltimo cirujano de la Plaza de
Toros de Valencia, José María Aragón, añadió que el pitón del toro bravo «puede
estallar en cualquier parte del cuerpo del torero. Como la bala o la pólvora
penetra en el cuerpo del soldado o del civil». Aragón solía decir que los
toreros «tienen carne de perro», porque «están hechos de otra pasta».
La cirugía taurina se considera una
superespecialidad enmarcada dentro de la Traumatología, que ahora, y por
primera vez, entra en una institución académica. La Universitat de València
junto a la Sociedad Española de Cirugía Taurina han programado el postgrado
Asistencia Médico-quirúrgica Integral a los Heridos por Asta de Toro, que es
único en Europa.
El curso está dirigido por el cirujano de las
plazas de toros de Valencia, Utiel y Requena y miembro de la Sociedad Española
de Cirugía Taurina Fernando Carbonell, por el profesor de Cirugía de la
Universitat de València Luis Sabater y por el secretario de la Facultad de
Medicina y Odontología de Valencia, Luis Aparicio, y cuenta en su cuadro
docente con los principales expertos en asistencia médico-quirúrgica,
procedentes tanto del ámbito universitario como de las más importantes plazas de
toros españolas.
Sus organizadores aseguran que el programa ha sido
estudiado y consensuado con la Sociedad española de Cirugía Taurina (SECT) y su
presidente, Pascual González Masegosa, y cuenta con numerosas clases prácticas.
Su web de inscripción es https://postgrado.adeituv.es/es/cursos/salud-7/19714908/datos_generales.htm.
El objetivo del postgrado -con plazas limitadas-
se basa en que los médicos que asisten a heridos por asta de toro «tengan una
titulación que acredite que poseen suficientes conocimientos como para atenderlos
de la mejor manera posible. Una acreditación así no existe hasta ahora y
lograrla ha sido uno de los caballos de batalla de la SECT de estos últimos
años», aclara Carbonell.
Los profesionales de la cirugía podrán aprender a
atender heridas diferentes por su inmediatez y trayectoria, según Sabater,
quien destaca la importancia de «ordenar prioridades en la atención
médico-quirúrgica para salvar el máximo número de vidas y evitar secuelas a
largo plazo que afectan gravemente a la calidad de vida. Para atender a este
tipo de pacientes es necesario contar con una formación que nos se imparte en
los estudios de Medicina porque es muy específica».
Entre los temas que se abordarán en profundidad
durante el curso se hallan cuestiones como: el protocolo de actuación de
asistencia ante un accidente taurino, la inmovilización y traslado, la
hemorragia profusa y su tratamiento inmediato, las fracturas y esguinces de
extremidades y pelvis, el manejo urgente de la vía aérea, el traumatismo
craneoencefálico y raqui-medular, la reanimación, la anatomía quirúrgica en la
región inguino-femoral, en la cervical, en la axilar y en la perineal o el
acceso a grandes vasos periféricos.
La legislación actual sobre las heridas de asta en
espectáculos taurinos, la relación del personal sanitario con los medios de
comunicación en relación a los partes de asistencia, o la percepción que tienen
los profesionales de la tauromaquia de los equipos médicos serán asuntos que
también se analizarán en las clases que se impartirán durante los próximos
meses de octubre y noviembre en la Facultad de Medicina y Odontología de
Valencia. / Diario EL MUNDO de Valencia
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