JAVIER
LÓPEZ PÉREZ
@Javierlopez01
Finalizada la temporada, y con los heridos Javier
Cortés, Gonzalo Caballero y Mariano de la Viña acaparando los focos
informativos, hay un caso que ha caído en el olvido, el del novillero Daniel
Menés, que está atravesando un auténtico calvario por la cornada sufrida hace
un mes en Arnedo (La Rioja).
El relato del joven espada madrileño es
desgarrador, no solo porque a día de hoy aún se encuentra hospitalizado, sino
también por todas las calamidades que ha pasado desde que un "pablorromero" de Partido de
Resina le partió el muslo derecho en la segunda novillada del certamen del
"Zapato de Oro", el pasado 28 de septiembre.
"Lo que estoy pasando no se lo deseo a nadie.
Me he tirado 20 días en la cama, sin poder moverme y con unos dolores tan
intensos que parecía que me iba a estallar la pierna. A día de hoy parece que
vamos viendo algo de luz, aunque todavía no pueda caminar ni prácticamente
apoyar el pie en el suelo", confiesa.
Menes sufrió una cornada en el tercio inferior del
muslo derecho de dos trayectorias, una en dirección transversal que le atravesó
la pierna de lado a lado y otra bastante extensa en dirección descendente que
le afectó la rodilla, la corva y el gemelo, produciendo destrozos en músculos,
tendones y nervio ciático, que es, precisamente, el causante de todo este
calvario.
"Es lo que más preocupa, y lo que ha hecho
que esté ahora mismo en esta situación. Los doctores me han hecho ya muchísimas
pruebas, la última un electromiograma, y, aunque ya puedo apoyar levemente (el
pie) y he comenzado a notar algo más de flexibilidad, están sopesando la opción
de volver a operarme", dice.
"Solamente los que sufren este tipo de lesión
saben los dolores que se pasan y esa extraña sensación de querer avanzar y no
poder. Es muy frustrante y se pasa muy mal también en lo anímico. Menos mal que
mi familia, mis amigos y los enfermeros del hospital me han dado muchos ánimos;
también el toro, pues pensar en ponerme otra vez delante me ha servido también
de terapia", apostilla Menes.
Y es que además de las secuelas de la cornada, lo
que vivió este joven novillero hasta su llegada a Madrid fue cuanto menos
dantesca, una situación nada habitual y que le pudo haber costado muy caro. "Me
trasladaron en una ambulancia sin que me acompañase ningún apoyo médico;
solamente un familiar mío y el conductor. Increíble. Lo cuento ahora y me
parece una locura porque, además, de los dolores que sufría y los trallazos que
me pegaba la pierna al menor movimiento brusco, llegué a perder el conocimiento
dos veces", relata.
"Fueron las cuatro horas y media más largas
de mi vida. Mis allegados dicen que denuncie, pero yo lo único que quiero es
recuperarme bien, volver a torear y que mi carrera pueda tener la recompensa a
tanto sacrificio que llevo", concluye Menes.
Daniel Menes (Madrid, 1996) ha vivido el toreo
desde que nació en el seno de una familia muy taurina. Su padre, el
banderillero Iluminado Menes, fue toda una institución en la desaparecida escuela
taurina Marcial Lalanda de Madrid, en la que trabajó desde que se retiró de los
ruedos, lo que hizo que Daniel viviera y se criara en el Batán, el sitio ideal
para los que sueñan ser toreros.
Con doce años se matricula en la escuela, en 2013
debuta en público y dos años más tarde se presenta con picadores en Casarrubios
del Monte (Toledo), el punto de partida a una carrera que se antojaba
prometedora y que refrendó en su primer paseíllo en Las Ventas, en 2016, cuando
cortó una oreja a un novillo de Sepúlveda de Yeltes. Sin embargo, aquella tarde
no tuvo continuidad, y en sus siguientes actuaciones a Menes no le acabó de
sonreír la fortuna que le hubiera dado el impulso necesario para seguir
cosechando triunfos.
Esta temporada 2019 la ha finalizado con dos
paseíllos a sus espaldas; el que hizo en Madrid a principios de año y el de
Arnedo. / EFE
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