sábado, 26 de octubre de 2019

ENFERMERÍA - Daniel Menes, el silencioso calvario de otro héroe herido


JAVIER LÓPEZ PÉREZ
@Javierlopez01 

Finalizada la temporada, y con los heridos Javier Cortés, Gonzalo Caballero y Mariano de la Viña acaparando los focos informativos, hay un caso que ha caído en el olvido, el del novillero Daniel Menés, que está atravesando un auténtico calvario por la cornada sufrida hace un mes en Arnedo (La Rioja).

El relato del joven espada madrileño es desgarrador, no solo porque a día de hoy aún se encuentra hospitalizado, sino también por todas las calamidades que ha pasado desde que un "pablorromero" de Partido de Resina le partió el muslo derecho en la segunda novillada del certamen del "Zapato de Oro", el pasado 28 de septiembre.

"Lo que estoy pasando no se lo deseo a nadie. Me he tirado 20 días en la cama, sin poder moverme y con unos dolores tan intensos que parecía que me iba a estallar la pierna. A día de hoy parece que vamos viendo algo de luz, aunque todavía no pueda caminar ni prácticamente apoyar el pie en el suelo", confiesa.

Menes sufrió una cornada en el tercio inferior del muslo derecho de dos trayectorias, una en dirección transversal que le atravesó la pierna de lado a lado y otra bastante extensa en dirección descendente que le afectó la rodilla, la corva y el gemelo, produciendo destrozos en músculos, tendones y nervio ciático, que es, precisamente, el causante de todo este calvario.

"Es lo que más preocupa, y lo que ha hecho que esté ahora mismo en esta situación. Los doctores me han hecho ya muchísimas pruebas, la última un electromiograma, y, aunque ya puedo apoyar levemente (el pie) y he comenzado a notar algo más de flexibilidad, están sopesando la opción de volver a operarme", dice.

"Solamente los que sufren este tipo de lesión saben los dolores que se pasan y esa extraña sensación de querer avanzar y no poder. Es muy frustrante y se pasa muy mal también en lo anímico. Menos mal que mi familia, mis amigos y los enfermeros del hospital me han dado muchos ánimos; también el toro, pues pensar en ponerme otra vez delante me ha servido también de terapia", apostilla Menes.

Y es que además de las secuelas de la cornada, lo que vivió este joven novillero hasta su llegada a Madrid fue cuanto menos dantesca, una situación nada habitual y que le pudo haber costado muy caro. "Me trasladaron en una ambulancia sin que me acompañase ningún apoyo médico; solamente un familiar mío y el conductor. Increíble. Lo cuento ahora y me parece una locura porque, además, de los dolores que sufría y los trallazos que me pegaba la pierna al menor movimiento brusco, llegué a perder el conocimiento dos veces", relata.

"Fueron las cuatro horas y media más largas de mi vida. Mis allegados dicen que denuncie, pero yo lo único que quiero es recuperarme bien, volver a torear y que mi carrera pueda tener la recompensa a tanto sacrificio que llevo", concluye Menes.

Daniel Menes (Madrid, 1996) ha vivido el toreo desde que nació en el seno de una familia muy taurina. Su padre, el banderillero Iluminado Menes, fue toda una institución en la desaparecida escuela taurina Marcial Lalanda de Madrid, en la que trabajó desde que se retiró de los ruedos, lo que hizo que Daniel viviera y se criara en el Batán, el sitio ideal para los que sueñan ser toreros.

Con doce años se matricula en la escuela, en 2013 debuta en público y dos años más tarde se presenta con picadores en Casarrubios del Monte (Toledo), el punto de partida a una carrera que se antojaba prometedora y que refrendó en su primer paseíllo en Las Ventas, en 2016, cuando cortó una oreja a un novillo de Sepúlveda de Yeltes. Sin embargo, aquella tarde no tuvo continuidad, y en sus siguientes actuaciones a Menes no le acabó de sonreír la fortuna que le hubiera dado el impulso necesario para seguir cosechando triunfos.

Esta temporada 2019 la ha finalizado con dos paseíllos a sus espaldas; el que hizo en Madrid a principios de año y el de Arnedo. / EFE

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