jueves, 10 de octubre de 2019

FERIA DEL PILAR – CUARTO FESTEJO: A Manuel Escribano le hacen un butrón

El palco niega al sevillano un triunfo legítimo con el toro más vivo de otra nueva adolfada mortecina.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid

Una bronca huracanada se desató contra el palco con una fuerza atronadora. Como una tormenta eléctrica que triplicaba su ruido con la cubierta. La presidenta Carolina Chaves Marcuello le acababa de afanar un triunfo de ley a Manuel Escribano. Atrincherada y enrocada en su sinrazón, ninguneó una petición abrumadora. Que es un paso más allá de la absoluta unanimidad. Como se trataba de la primera oreja, nadie entendía nada. Un asesor artístico con la nariz de Urtain y el talante de Rajoy le decía que aguantase el pañuelo abajo: «Sé fuerte, Carolina». 

Escribano lo había dado todo con el único toro vivo de una adolfada mortecina. Vivo y pronto pero engañoso. Que la viveza y la prontitud le duraban hasta poco más del embroque. Su casta cierta no hallaba el empuje último de la bravura. Y su cabeza veleta y su porte agalgado perdían el fuelle de la verdadera entrega y el celo de la profundidad. Aviador no planeaba. Pero se venía constantemente a la muleta siempre presta, puesta y dispuesta del firme y enfibrado sevillano. La velocidad de la obertura por cambiados, la generosa distancia y la tralla de la primera serie y el juego con las inercias generaron un espejismo de toro. Aunque ya hubiéramos querido todos con su emotividad.

El cierre hacia la zona de tablas que Aviador había barbeado en su salida, y que tanto miraba, desprendió torería. Como un último chispazo para prender la mecha (supuestamente) definitiva con un espadazo fulminante. Y entonces la señora Marcuello decidió que a todo el magnífico esfuerzo de Manuel Escribano, desde la ruleta rusa de la portagayola a un muy importante tercio de banderillas -el tercer par fue brutal-, le iba a hacer un butrón. «Sé fuerte, Carolina», le sopló el asesor con la nariz de Urtain y el talante de Rajoy. Escribano paseó dos apoteósicas vueltas al ruedo.

El resto de la corrida sería muy prescindible de contar. Desde que quiso saltar callejón el primer torito de Adolfo con su cuerpo se bóxer, pero no le alcanzó el impulso. Como tampoco le daba el poder ni la raza. Toda una declaración de intenciones, un aviso de la adolfada que esperaba en los corrales. Dos veces en cuatro días es una sobredosis. Otra escalera como la reciente de Madrid. O peor. Un muestrario multiforme de bichos unidos por el cárdeno de su piel y el descaste de sus entrañas. Había de todo porque todo le vale a Adolfo.

Como a la peña le gusta más un gris que a un niño un palote, una ovación se precipitó sobre el acaballado tercero de cabeza pitorrona. Sin embargo, el estrecho y largo segundo abría la cara como para atrapar toreros, cosa harto imposible desde su vaciedad. Más o menos como el acaballado. Manuel Escribano no pudo hacer absolutamente nada con el manso; a Daniel Luque al menos le sirvieron parte de aquellas medias arrancadas moruchas. Y por la izquierda las tapó y se tapó en un par de series compuestas. Cosa que le volvió a suceder con más abundancia en el sexto. De mayor y momentánea humillación. A Escribano, por cierto, le deberían revisar los arpones de las banderillas que no clavan... O aconsejarle en qué toros no cogerlas. Difícil consejo en su situación. Los dos matadores de Gerena se solidarizaron mutuamente con la espada. Como consuelo menor.

Un lote mansamente dócil dejó a expresarse a Alberto Álvarez. Y afortunadamente para los dos no hay más espacio para describirlo.

ADOLFO / ALBERTO ÁLVAREZ, MANUEL ESCRIBANO Y DANIEL LUQUE

Plaza de La Misericordia. Miércoles, 9 de octubre de 2019. Cuarta de feria. Media entrada.

Toros de Adolfo Martín, tres cinqueños (2º, 4 º y 6º), de muy desigual presencia, una escalera; sin poder y descatados; destacó por su prontitud y viveza más que por su entrega el 5º; se dejaron mansamente 1º y 4º; 2º y 3º deslucidos y desentendidos; el 6º humillaba sólo en el embroque.

Alberto Álvarez, de azul marino y oro. Media estocada trasera y tendida (petición y saludos). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (saludos).

Manuel Escribano, de gris plomo y oro. Pinchazo hondo, estocada trasera y descabello (silencio). En el quinto, estocada fulminante (petición mayoritaria y dos vueltas al ruedo).

Daniel Luque, de sangre de toro y oro. Pinchazo, pinchazo hondo y cuatro descabellos (silencio). En el sexto, estocada trasera y desprendida (saludos).

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