Carlos
Zúñiga, empresario de la plaza de toros de la Misericordia, presenció la
secuencia desde el interior del quirófano: “Fue dramático”.
JUAN DIEGO
MADUEÑO
@juandimc
"Fue dramático", acierta a describir la
situación que vivió en el quirófano de la plaza de toros de Zaragoza Carlos
Zúñiga, el empresario. Al filo de las ocho de la tarde del domingo, Sigiloso,
el cuarto toro de la tarde de la ganadería de Montalvo, ya había descargado los
pitones sobre el cuerpo de Mariano de la Viña como un torbellino. Dos cornadas
habían arrancado "las arterias iliacas interiores y la femoral
superficial", según describe a este diario el cirujano Carlos
Val-Carreres. Al torero lo transportaron dejando un reguero de sangre por el
camino. Se formó un charco en el lugar donde cayó, barrido por el matador
Miguel Ángel Perera mientras las asistencias dejaban en la enfermería al
herido.
"Entré dentro", explica Zúñiga a EL
ESPAÑOL. "Estaba solo detrás de los cristales del quirófano y vi cómo le
salvaron la vida a Mariano de la Viña". Las dos cornadas, por separado,
eran letales. "Hubo una hemorragia tremenda. Tuve que hacer frente a una
situación cáotica", resume el cirujano. De hecho, a la enfermería entró "sin
pulso. Pensé, sinceramente, que había muerto", añade Val-Carreres. Mariano
de la Viña no respondía, cuenta el testigo. Según Carlos Zúñiga, parecía
"un muñeco, estaba muerto, inerte. Era un muñeco, blanco como la pared,
inerte, ya te digo. Lo vi con mis propios ojos. Fue terrible”.
Sin embargo, el equipo médico pudo remontar la
tragedia. ¿Cómo? Primero, entraron en acción los anestesistas. "Lo
recuperaron con sueros, medicamentos, no sé qué le pusieron, pero lograron
reanimarlo. Le dieron esperanzas al médico, que se puso a trabajar sin la bata
ni los guantes ni nada", descubre Zúñiga lo que ocurrió en la sala de
operaciones. Hasta que lograron controlar al subalterno "pasó media hora
larga", según sus cálculos.
"Cuando logró estabilizarlo, salió y se
colocó la ropa", continua Zúñiga. "Vi que habían tratado de hacerse
sobre todo con la cornada de la pierna. Tenía controlada la femoral pero yo
había visto por las imágenes que tenía otra cornada en el parte baja de la
espalda. Con todo el respeto del mundo, se lo dije a Val-Carreres. En ese
momento, se pusieron a trabajar con esa herida", que afectó a la iliaca.
"El torero entró una situación cataclísmica, con una
hemorragia intensísima", provocada por la rotura de las arterias iliacas
internas y femoral superficial.
El empresario observó que al herido le colocaron
"una cincha por debajo del cuerpo", una especie de torniquete, por lo
que empezó "a sangrar menos". "Tras controlar la herida de la
femoral, escuché al cirujano decir que notaba algo raro en sus constantes
vitales. Supongo que no podía terminar de recuperarlo porque aún estaba
afectado por la otra herida".
"Tuvimos que embolizar, restaurar las
arterias, hacer muchas cosas", analiza el médico un día después la
operación, cuando Mariano de la Viña se recupera de la cirugía, con varios
bypass y algunos litros de sangre nueva, en la UCI de la clínica Quirón de
Zaragoza. "Fue fundamental la actuación de los anestesistas",
confirma el experimentado cirujano. "También poder hacer una hemostasia
provisional y abordar el retroperitoneo en un tiempo récord", enumera las
claves del milagro. "Me pude hacer con la aorta y la cava enseguida. Por
supuesto, hay que tener en cuenta la acción de los que trajeron al herido a la
enfermería, que fueron muy diligentes".
"Herida severísima"
“Es una herida severísima”, concluye Val-Carreres,
pero no es la peor. “Si dividiéramos las cornadas, estaría en un grupo
especial, desde luego. He visto de todas formas muchas. A Palomo Linares, a
Ortega Cano, la rotura de la vena iliaca de Juan Ramos en la puerta de la
enfermería...”, recuerda. Las horas en la Quirón fueron también angustiosas.
“Ten en cuenta que tenía un traumatismo craneoencefálico. Se le hizo un escáner
de arriba a abajo. En un enfermo con esas tensiones tan precarias, cada paso
por la clínica costaba un suspiro, había que ir con intubación, no es fácil”.
Sin querer dar más detalles de lo ocurrido,
Val-Carreres considera que el estado "de Mariano de la Viña es muy grave.
Ya le he dicho que fue una situación cataclísmica", comenta algo enfadado.
"¡Las preguntas que me hace! Tiene por delante un postoperatorio muy duro.
Ha habido que ponerle mucha sangre. En esto manda el enfermo. Como mínimo
tendrá que pasar una semana en la UCI, no es flor de un día, claro. Tiene tres
arterias afectadas. Y ha pasado por una hemorragia masiva".
"Me ha dolido ver el vídeo del percance.
Afortunadamente, no lo vi en el momento", continua el cirujano. Algunos
cirujanos taurinos consideran que el vídeo les ayuda antes de que llegue el
herido. "Se dicen muchas cosas por ahí. Yo me refiero a que aprecio a
Mariano de la Viña y no me gusta verlo en esa situación. Es como si le hubiera
pasado el tren por encima. ¿A usted le gustaría ver así a un amigo?".
Perera, corneado después
"Es evidente que el doctor Val-Carreres hizo
un gran trabajo, pero su equipo médico estuvo a la altura", revive Carlos
Zúñiga después de haber sido testigo directo de la parte más desagradable del
toreo. “Cuento esto para sensibilizarnos”, justifica Zúñiga su testimonio. “Ese
tío estaba muerto, muerto. Y lo han salvado. No quiero entrar en polémicas,
pero los toros matan. Tenemos que ser conscientes. Hay que estar muy agradecido
al médico. La labor que hizo fue tremenda. Pero también a los anestesistas”.
El sexto toro corneó a Miguel Ángel Perera, que
sufre una herida "grave" por asta de toro a nivel de la unión del
tercio medio-inferior de la cara posterior del muslo derecho, con orificio de
entrada de 7 centímetros y dos trayectorias, una ascendente de 20 centímetros,
que dislacera fibras de los músculos isquiotibiales y otra externa, de 4
centímetros, que se pierde en el tejido celular subcutáneo".
El matador de toros extremeño llegó a la
enfermería cuando todavía operaban a Mariano de la Viña. Según ha informado El
Mundo, todas las manos estaban ocupadas en salvar al banderillero. "Perera
pidió esperar, consciente en todo momento". Le sedaron y despertó en la
clínica Quirón, preguntando por su compañero. Consultado por este diario,
Perera ha preferido no hacer ninguna declaración.
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